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Los mineros de Crimidesa, a pie desde Burgos, entran hoy en Madrid

Son los «Cámeron» de Cerezo de Riotirón, en la provincia de Burgos y en el siglo XX. Más de ochenta hombres, de toda las edades, con mono azul, plato de rancho y pies inflamados, realizarán hoy, a las siete de la tarde, su entrada por la plaza de Castilla de la capital de España. «Tendría que parar todo Madrid», comentó emocionado uno de ellos al cruzar a pie las cuestas de Somosierra. Hoy concluye, por tanto, uno de los capítulos más patéticos de esta serie de «nuevos relatos», con guión de Comisiones Obreras, que ha provocado la solidaridad numantina de un pueblo entero de novecientos habitantes, con esta marcha de cuatrocientos mil pasos para hablar con la Administración.

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Tras el noble telón de la solidaridad- -nadie pregunta por el origen de este moderno Fuenteovejuna- se oculta un conflicto duro, largo y complejo, de muy difícil salida, tanto para la empresa como para los trabajadores y que dejará -según declaran ambas partes enormes heridas entre los habitantes de Cerezo, entristecidos por la huelga y la empresa, «que era la vida del pueblo».Más allá, de las reivindicaciones laborales de estos «Cámeron» decididos a conquistar Madrid, se encuentran en juego posiciones electorales importantes de lucha sindical a nivel nacional. La huelga de un pequeño pueblo de Burgos ha desbordado y arrastrado con todo su dramatismo, a CC OO, la primera central sindical española, y ha comprometido a UGT, «en solidaridad con el pueblo de Cerezo, y no con el comité de huelga».

De hecho, hoy por la tarde, sindicalistas de UGT y de CC OO, junto a parlamentarios de izquierda, recibirán en la plaza de Castilla a estos héroes del sulfato con todos los honores. Después, otra vez la frustración podría mezclarse con el agotamiento y con la desesperación. En el origen del conflicto parece haber grandes expectativas, grandes responsabilidades y también grandes equivocaciones.

«Los trabajadores se equivocaron al declarar la huelga indefinida porque creyeron», según el consejero delegado de la empresa, Contreras, «que a los diez días de huelga aceptaríamos sus peticiones. Nosotros como empresa también nos equivocamos al infravalorar la capacidad de resistencia de los mineros. Ambas partes hemos medido mal nuestras fuerzas y ahora», añade. «sólo hay una solución: que vuelvan al trabajo aceptando los nueve despidos y que negocien el convenio».

Trabajadores y empresarios inexpertos

El caballo de batalla durante casi todo el conflicto son los 32 despidos acumulados por diversa razones y que constituyen la piedra esencial de la dura negociación. La dureza ha sido muy especial para unos trabajadores -«no saben dar un paso atrás», según la empresa y unos empresarios sin ninguna experiencia conflictiva. Han llegado a acciones de gran tensión supuestamente delictivas y denunciadas ya ante los tribunales, entre las que destaca el secuestro o retención en las oficinas de Crimidesa de varios directivos el pasado 28 de octubre.El controvertido secuestro es el origen de la marcha a pie iniciada en Burgos el pasado día 6 y que concluye hoy, sin incidentes, en Madrid. Para el asesor laboral de la empresa, Pedro Arriola, del equipo de analistas de relaciones industriales, la marcha sobre Madrid «es simplemente una cortina de humo para desviar la atención pública de los hechos delictivos que se produjeron el 28 de octubre, con motivo del secuestrao de los directivos, entre los que se encontraban el director general de Crimidesa, Plantalamor y el director administrativo, Contreras, ambos hijos del presidente y consejero delegado de la empresa, respectivamente ».

Para el líder sindical que ha dirigido, en nombre del comité de huelga, todas las negociaciones, Francisco Ubierna, «venimos a Madrid para demostrar que no somos esos bárbaros secuestradores, como se nos acusa, y para pedir a la Administración, puesto que el yacimiento es del Estado y se explota en concesión, que, por encima de todo, no se cierre la mina».

Ambas partes se acusan mutuamente de querer cerrar la mina y acabar con la empresa. Los trabajadores creen que hay intereses oscuros en las relaciones de Crimidesa con los productores de sulfato mexicano para poner en funcionamiento otro yacimiento en Toledo. «Es falso que nosotros tengamos intención de cerrar la mina», ha declarado a EL PAIS el consejero delegado de Crimidesa, Contreras. «Lo que sí intentan los obreros espresionar al Estado para que nos retire la concesión de explotación. Los trabajadores, además, parecen ignorar que sin el consentimiento de Plantalamor, presidente del consejo e inventor, con patente universal, del acutal sistema de extracción del sulfato de sodio, no se puede explotar el vacimiento».

Responsabilidad del anterior Gobierno

Uno de los directivos ha comentado a este periódico que desde un principio se crearon enormes expectativas entre algunos trabaja dores para repirtirse la mina en cooperativa:. «Discutieron hasta los horarios de trabajo que tendrían conociamos y dueños de sí mismos».Una gran parte de la responsabilidad recae, según versiones de la empresa, en la actitud del anterior gobernador civil de Burgos, Antolín de Santiago, que además de reunir a los obreros en asambleas y jalearles con promesas de mediación les entregó una carta «inaudita», en la que garantizaba que el producto almacenado en la mina como consecuencia de las tareas de mantenimiento no saldría del pueblo». El asesor laboral de la empresa, Pedro Arriola, afirma que no hay ley que prohiba sacar la producción a los propietarios, y «lo que la ley no prohibe», dice, «que nadie lo impida».

La inexperiencia conflictiva de la empresa, habituada desde los años cincuenta a ganar dinero sin dificultades, ha contribuido a que estallara una violenta reacción contra lo que los obreros califican de «extremado paternalismo en las relaciones laborales».

Tras esta situación de «sometimiento y paternalismo», durante los tiempos del sindicato vertical -«cuando el convenio se hacia en una sala de fiestas de Burgos», según miembros del comité de huelga-, se han negociado con notable éxito los convenios de 1978 y 1979, tras la afiliación de los mineros a CC OO, única central sindical con implantación en la mina. Los logros de estos dos convenios, el primero de los cuales rompió incluso los límites del pacto de la Moncloa -con una subida del 25%-, contribuyeron a consolidar el carisma del líder sindical indiscutible, Francisco Ubierno, secretario provincial de CC OO de Burgos y empleado de Telefónica, y acrecentaron las expectativas ante el convenio de 1980, cuyas negociaciones se rompiero en abril.

Actualmente, la empresa ha aceptado los términos propuestos por la mediación del Ministerio de Trabajo a excepción del punto cuarto, que se refiere a la readmisión de nueve despedidos (ocho implicados activamente en el secuestro de directivos y uno condenado por ofensas al director de Crimidesa).

La última propuesta formulada por el mediador y que está aún sobre el tapete es la siguiente:

1. Desconvocatoria de la huelga y comienzo del trabajo, salvo los nueve trabajadores relacionados por la empresa.

2. Negociación de un convenio con vigencia hasta abril de 1981.

3. Dada la situación de la mina, parada desde hace siete meses, considerar, en su caso, la posibilidad de iniciar un expediente de regulación de empleo con suspensión temporal de contratos de trabajo.

4. Posteriormente, dentro del marco de la negociación de un nuevo convenio en abril de 1981, compromiso de reconsiderar todos los temas pendientes, incluidos los despidos en trámite, a la vista de la situación de normalidad productiva.

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