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Europa democrática: entre el terrorismo y la respuesta autoritaria

Expertos policiales, especialistas en temas jurídicos, políticos y parlamentarios de la «Europa de los veintiuno» han reflexionado juntos esta semana en el ámbito del Consejo de Europa en Estrasburgo, sobre la forma. de hacer frente al terrorismo sin que ello lleve a acabar con la democracia. Los que impacientemente esperaban decisiones concretas y conclusiones definitivas sobre el tema habrán quedado decepcionados, pero ello se ha debido a que desconocían la naturaleza de la conferencia de Estrasburgo, que se ha desarrollado a un nivel de intercambio de opiniones. de confrontación de ideas y de examen de investigaciones, de gran valor, desde luego, por la experiencia y la representatividad de los participantes. El material utilizado en la conferencia, debidamente clasificado, y las conclusiones adoptadas serán presentados a través de las comisiones de asuntos políticos y jurídicos a la Asamblea de Parlamentarios, que, en su reunión de enero próximo, formulará, si procede, propuestas o tomará decisiones.Ya de entrada, y a pesar de su nivel teórico y filosófico, la conferencia de Estrasburgo ha servido para impulsar la creación de una conciencia colectiva europea frente al peligro del terrorismo. Además, el hecho de que el Consejo de Europa, que acoge en su seno a las instituciones más auténticamente democráticas de los Estados europeos, quiera estar presente en la lucha antiterrorista constituye motivo de confianza y de tranquilidad para los ciudadanos en general. Está claro que la lucha contra el terrorismo no va a estar, ni debe estarlo, solamente en manos de los órganos represivos de los Estados, que pueden estar tentados en un momento dado de, so pretexto del terrorismo, de acabar con el sistema democrático sin que ello lleve necesariamente a la erradicación de la violencia terrorista.

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La conferencia de Estrasburgo ha conseguido amplia mayoría en dos puntos, que deberán tenerse en cuenta en futuras decisiones: el convencimiento de que la violencia terrorista de cualquier tendencia tiene por objeto aniquilar el sistema democrático y la necesidad de ampliar el consenso popular y la alianza de todas las fuerzas constitucionales en la lucha contra el terrorismo.

Si en el ámbito jurídico, legislación especial antiterrorista y colaboración interestatal en él ámbito de la Convención Europea para la supresión del terrorismo la impresión es que se ha llegado al límite que tolera el sistema democrático, sin que éste se transforme en otra cosa, en el ámbito político el techo parece que queda todavía lejos. Precisamente un aspecto relativo a este ámbito, concretamente en el de la cooperación entre la población y las fuerzas de seguridad del Estado en la lucha contra el terrorismo, fue tratado en el informe presentado en la conferencia por la Dirección de la Seguridad del Estado española.

Dejando a un lado el simplismo de reducir el origen doctrinal del terrorismo al colectivismo -¿también en el de extrema derecha?, y en el de ETA, ¿qué papel juega su nacionalismo independentista?- y la inexactitud de incluir entre los teóricos del terrorismo a Franz Fanon y Regis Debray, teóricos, eso sí, de los movimientos de liberación bajo el neocolonialismo europeo o norteamericano, el informe español aportó ideas interesantes sobre la manipulación de la opinión pública por las organizaciones terroristas y sobre la manera de impulsar la colaboración entre la población y las fuerzas del orden. El informe español destacó la importancia de los medios de comunicación social en la consecución de esta colaboración, pero olvidó el papel, más importante todavía, que deben jugar en esta misma tarea las fuerzas de seguridad, en primera línea del frente terrorista, cuyos errores pueden echar por tierra los pacientes esfuerzos por aislar políticamente a los terroristas y por reforzar los lazos de solidaridad entre las poblaciones y las instituciones democráticas.

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