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Reportaje:CIENCIA

La investigación de Saturno reaviva el interés de los norteamericanos por el cosmos

Las imágenes del planeta Saturno transmitidas a la Tierra por la nave espacial Voyager 1 reavivan de nuevo el interés popular de los norteamericanos por la investigación del cosmos, después de diez años de apatía, tras la llegada del hombre a la Luna, con el Apolo, en 1969. Las fotografías de las lunas que giran alrededor de la órbita de Saturno, la revelación de los 120 anillos que rodean al planeta y las precisiones que pueda aportar Voyager 1 en torno a las características de Titán, la luna más grande de todos los planetas del Sistema Solar, son los principales resultados de una exploración que recibe la atención de las primeras páginas y noticias de la Prensa y la televisión en Estados Unidos.

Los círculos que giran alrededor de Saturno, el segundo planeta más grande del Sistema Solar, continúan siendo «un verdadero misterio para la ciencia», según el doctor Bradford Smith, de la Universidad de Arizona, quien sigue las operaciones desde el centro espacial de Pasadena, en California. Se espera con interés la información que pueda aportar hoy Voyager 1 sobre las características de Titán, cuya atmósfera de metano y amoníaco se considera muy parecida a la que primitivamente debió existir en la Tierra, y que cambió progresivamente a lo largo de tres billones de años, debido a la acción solar, las tempestades y la erupción de los volcanes.A finales de esta semana se calcula que Voyager 1 dejará el sistema de Saturno, para perderse en el cosmos, fuera del Sistema Solar. Los científícos recuerdan que Voyager 2, lanzado conjuntamente con Voyager 1 en Cabo Cañaveral (Florida), en 1977, llegará a los alrededores de Saturno el próximo mes de agosto de 1981. Voyager 2 tiene prevista su trayectoria para seguir hasta el planeta Urano, donde llegará en enero de 1986, y Neptuno, en agosto de 1989.

460 millones de dólares

Los programas del equipo Voyager fueron posibles a pesar de la cancelación, por razones presupuestarias, del presupuesto de 750 millones de dólares, que en 1971 la National Aeronautics and Space Administration (NASA) pensaba destinar a la investigación de cinco planetas del Sistema Solar. El cóste de los Voyager ha sido de 460 millones de dólares, «lo que equivale a un penny unos setenta céntimos- gastado por cada habitante de la Tierra», según los científicos de la NASA.

Para el actual decenio, la agencia espacial norteamericana es víctima de las restricciones financieras impuestas por la crisis económica del momento. No se excluye, sin embargo, que la llegada de la Administración republicana bajo la presidencia de Ronald Reagan sea más sensible que las anteriores administraciones para continuar la explotación espacial.

Existe el proyecto de enviar, en 1983, la nave espacial Galileo a la órbita de Júpiter para estudiar la composición atmosférica. Para 1986, otra nave espacial de características parecidas a Galileo debería despegar con destino a Saturno, para profundizar las investigaciones en torno al planeta y su complejo sistema lunar, uno de los únicos del cosmos que parece contar con una atmósfera considerable.

La investigación del espacio vuelve con todo su misterio y consagra nuevas figuras entre la opinión pública norteamericana. El astrónomo Carl Sagan es uno de los últimos ejemplos. Un serial de televisión titulado Cosmos, un libro de divulgación publicado bajo el mismo título, eleva la personalidad de Sagan, de 45 años, a nivel de los «populares» en EE UU. Su libro es un best seller, y sus emisiones de televisión, filmadas en cuarenta lugares distintos del planeta, con efectos especiales comparables al filme La guerra de las galaxias, capta el interés popular de los telespectadores, atraídos por los misterios del espacio.

El misterio de los anillos

«En el extraño mundo de los anillos de Saturno la rareza ha llegado a ser común», dice el doctor Bradforel Smith. «Es sorprendente la configuración de los anillos de Saturno, pero es mucho más difícil entender los que aparecen como una especie de trenzado en dos de ellos», según informa Efe.

El extraño trenzado descubierto por el Voyager 1 se encuentra en el anillo denominado F, descubierto a su vez por el Pioneer 11 el año pasado. Según Smith, este trenzado es impensable bajo las leyes de Newton. «Desafía las leyes de la órbita mecánica, pero, obviamente, los anillos lo hacen, y nosotros, simplemente, no podernos entender las leyes que los rigen».

La sonda Voyager 1 ha permanecido dieciocho horas dentro de los anillos de Saturno, que Galileo viera por primera vez en 1610. Cuando el Pioneer 11 descubrió el anillo F se pensó que éste se componía de un conjunto de cinco anillos. Ahora, pese a que los científicos no han determinado su número exacto, se sabe que sobrepasan el centenar. Su movimiento ha sorprendido a los investigadores, ya que algunos de ellos siguen una trayectoria excéntrica, se acercan y se alejan de sus vecinos en vez de seguir una trayectoria perfectamente circular.

Otro aspecto que el Voyager 1 ha ayudado a confirmar es la práctica seguridad de que no puede haber vida en Titán, la mayor y más brillante de las lunas de Saturno y de los planetas del Sistema Solar. Titán, mayor en tamaño que Mercurio, está rodeado de una espesa capa de nubes de gases. Esta luna acaba de terminar su, período invernal, que dura veinte años, y la temperatura de superficie, en la zona soleada, es de 170 grados centígrados bajo cero. lo que, a pesar de todo, supone unos quince grados más de lo normal en un objeto que se encuentre a esa distancia del Sol. En la época que ahora comienza para Titán, la temperatura ambiente sería equivalente a la del Polo Norte terrestre en invierno.

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