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Reportaje:

Indignación en Caravaca por la muerte de cinco niños al incendiarse la vivienda familiar

Cinco niños de entre cinco años y tres meses de edad murieron asfixiados, a última hora de la tarde del lunes, en Caravaca de la Cruz (Murcia), a causa de un incendio ocurrido en la casa en que habitaban, hecho sobre el que informó EL PAIS en su última edición de ayer. En el momento de producirse el incendio, los niños se encontraban solos, la casa cerrada con llave y los padres estaban fuera. El padre, Miguel González Clemente, de veintisiete años y natural de Puebla de Don Fadrique (Granada), asegura que salió a comprar tabaco, y la madre, María Fernández García, de veintiséis años y natural de Cehegín (Murcia), que fue a comprar lo necesario para la cena. La indigación era general ayer en Caravaca.

Los niños son: Juan, de cinco años de edad; Luisa, de cuatro; Miguel, de tres; María del Carmen, de dos, y Ana, de tres meses. Según las versiones de los vecinos, era muy frecuente que los padres dejasen a los niños encerrados, que los tuviese durante tiempo sin darles de comer y, en general, que se ocupasen muy poco de ellos.Esta situación había dado lugar al inicio de diligencias por parte del Tribunal Tutelar de Menores de Murcia, que había remitido, hace tan sólo unos días, una orden al juzgado de distrito de Caravaca advirtiendo a los padres que, de continuar la situación de abandono en que mantenían a sus hijos, se haría cargo de ellos. La actuación .se ha producido demasiado tarde, pues antes de que la orden fuera comunicada a Miguel González y María Fernández los niños han muerto.

Sin determinar las causas del fuego

Ayer todavía no se conocían con exactitud las causas que produjeron el incendio, aunque la hipótesis más verosímil parece apuntar a una cerilla que encendiesen los propios niños, o a una colilla sin apagar olvidada en algún mueble. La casa en la que vive la familia, en el llamado Barrio Nuevo, es una planta bala con sólo tres habitaciones, y fue ofrecida por el Ayuntamiento, dado que el matrimonio carece de recursos económicos. Miguel González a veces se emplea como afilador. otras se, dedica a recoger cartones y venderlos y suele ir todos los años a la vendimina francesa. Su mujer suele pedir limosna y. según manifiesta el alcalde, Pedro García Estellés, de, UCD, es frecuente que acuda al Ayuntamiento a pedir dinero.García Estellés señaló que cuando el nacimiento de la última hija del matrimonio el Avuntamiento sufragó casi todos los gastos del parto e incluso pagó a la madre el viaje a Murcia.

En la casa, que carece de luz eléctrica. hay una habitación con una chimenea. que se usa como cocina: un dormitorio, con dos camas. y una tercera habitación donde, en el momento de producirse los hechos, había un burro que no sufrió ningún daño. Está descartado que el fuego se iniciase a partir de la chimenea, pues entre ésta y la puerta del dormitorio había varios objetos combustibles, como una mesa cubierta con un hule y algunos juguetes de plástico, que no sufrieron ningún daño. Los niños fueron hallados, según testigos presenciales, en el dormitorio. Dos estaban sobre una de las camas; otro, arrodillado y apoyado en ésta; un cuarto, entre la cama y la pared, y el quinto, debajo de la cama.

Por otra parte, según el recocimiento practicado por el médico forense, se pudo apreciar que, aunque alguno de los cuerpos sufría quemaduras de tercer grado, la muerte se produjo por asfixia en todos los casos.

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El fuego fue advertido por algunos vecinos sobre las siete de la tarde, que rápidamente dieron aviso a la Policía Municipal y al grupo de albañiles del Ayuntamiento que hace las veces de bomberos, quienes en unos diez o quince minutos llegaron al lugar del suceso. El alcalde manifestó a EL PAIS que el coche cisterna de que dispone el Ayuntamiento estaba averiado, pero se utilizó otro prestado temporalmente por la Diputación Provincial.

No era la primera vez que se quemaba la casa

Según cuenta uno de los albañiles municipales, Pedro Carrasco, que fue de los primeros en acudir, «cuando yo llegué ya estaba allí el matrimonio y varios vecinos, y la puerta había sido abierta. Una religiosa de la guardería de San Francisco sacaba en brazos el cuerpo de uno de los niños. Entre el abuelo, otros vecinos y yo, una vez que el humo fue disminuyendo, conseguimos sacarlos a todos. De las camas sólo quedaban los somieres. Cuando se habían rescatado cuatro de los cuerpos, tuvimos que buscar con linternas y encontramos al último debajo del somier».El 27 de diciembre del año pasado se había producido otro incendio en una vivienda que habitaba la familia, también cedida por el Ayuntamiento, y que quedó destruida a causa del fuego, indica el cabo de la Policía Municipal Fernando Bermúdez. En aquella ocasión hubo que rescatar a los ninos y se consiguio sacarlos con vida.

La familia, que recibe el apodo de los Mundo, ya que el abuelo de los niños fallecidos es conocido como el Mundo, tiene fama en el pueblo por su afición a la bebida y a las peleas. «Hemos tenido que intervenir en varias ocasiones», dice Fernando Bermúdez. «El abuelo de los niños que ahora han muerto ya acuchilló a un hombre en Yecla y estuvo cinco o seis años en la cárcel. La cárcel comarcal está bajo nuestra custodia y por aquí han pasado todos». En cuanto al matrimonio, señala que «son frecuentes tanto en él como en ella las rinas y las peleas, los escándalos y el tirar de navaja».

Ayer por la mañana se celebró en Caravaca el entierro de las víctimas. Los vecinos llenaban la iglesia de San Francisco, donde el obispo de la diócesis de Cartagena-Murcia, Javier Azagra, concelebró el funeral con otros cuatro sacerdotes. Acudieron las primeras autoridades de la región.

El sentimiento más generalizado en Caravaca era la indignación por el abandono en que el matrimonio mantenía a sus hijos. Algunos vecinos han manifestado a EL PAIS que este sentimiento impidió que la afluencia de público a la ceremonia fuese todo lo multitudinaria que hacía esperar la impresión que causó el suceso.

Ayer por la tarde prestaron declaración en el juzgado de instrucción los padres de las víctimas, quienes se ratificaron en la versión que habían dado inicialmente. Parece comprobado que el padre se encontraba en un bar, adonde dijo que había ido a comprar tabaco, y la madre estaba en una tienda de comestibles, en la que fue avisada de lo que ocurría.

Al parecer los puntos que están más oscuros por el momento son los relativos a lo que hicieron ambos durante el resto del día, si bien el matrimonio señala que pasó toda la jornada, excepto ese rato, en la casa y, que no había ningún fuego encenjido en la vivienda, ya que habían dejado la chimenea apagada al salir.

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