Los canarios también mueren
El ministro de Transportes anunció recientemente, en Canarias, el inminente cierre del aeropuerto de Los Rodeos -famoso por sus tragedias- al tráfico de pasajeros extranjeros y peninsulares, mientras permanece abierto para los vuelos interinsulares y para los aviones de carga. José Luis Alvarez pretendía, sin duda, dar una buena noticia a los canarios cuando, objetivamente, les ha dado la peor y se estarán preguntando qué han hecho ellos para tener que asumir una cuota de riesgo mayor a la reservada a extranjeros y peninsulares, que viajarán al fenomenal aeropuerto Reina Sofía, situado al sur de la isla de Tenerife.No puede ser esta una buena noticia para los canarios, que tenían en el turismo peninsular e internacional a su mejor aliado para acabar de una vez con el inseguro aeropuerto del Norte. A partir de ahora ya no será posible en Los Rodeos una gran catástrofe como la de los jumbo -586 muertos, récord mundial de desgracia aérea- ni como el todavía reciente accidente del Boeing 727 de Dan Air - 146 muertos, la mayor tragedia de la aviación civil británica- De ahora en adelante, José Luis Alvarez tiene asegurado que la catástrofe, en caso de producirse, será menor porque son más pequeños los aviones que pueden verse implicados en ella, También debe contar Alvarez con que, puestos en lo peor, los muertos quedan en casa y no habrá escándalo de fronteras para afuera.
Permanece el riesgo de una tragedia
Evidentemente, la drástica reducción de vuelos que va a suponer la medida anunciada rebajará la probabilidad de una tragedia, pero el riesgo seguirá existiendo mientras permanezca abierto ese aeropuerto, del que los pilotos británicos, por decisión, corporativa, no quieren ni oír hablar.
También aminora el riesgo el hecho de que en adelante los aviones que topen tierra en Los Rodeos serán pilotados por buenos conocedores del espacio aéreo canario. Sin embargo, José Luis Alvarez debe saber que uno de los accidentes mortales, con varias decenas de víctimas, lo provocó hace años un experimentado piloto de Iberia, tan buen conocedor de Los Rodeos que no dudaba en tomar tierra entre los aplausos de unos y el infarto del resto del pasaje, cuando el aeropuerto estaba bajo mínimos.
La nueva política indica que se cede a las presiones de sectores de la población que prefieren asumir un riesgo mayor viajando a través del aeropuerto del Norte, a cambio de ahorrarse la incomodidad que supone hacerlo a través del Reina Sofía. Decisión, por otra parte, que deja desatendidos a los canarios, que detestan a Los Rodeos, a los que no se les da otra alternativa que la de quedarse en casa. También se notan las presiones de sectores económicos para los que resulta más ventajoso canalizar el tránsito de mercancías a través de Los Rodeos.
Es probable que al titular de Transportes le resulte más cómodo ceder ante las presiones que poner a trabajar la imaginación en dos direcciones: resolver, por un lado, los problemas de comunicación entre el aeropuerto Reina Sofía y los grandes núcleos de población y acercar más entre sí a las islas del archipiélago a través de una eficaz red marítima, para lo que hacen falta nuevos puertos; por otro, buscar una utilidad a los 8.500 millones de pesetas que van invertidos en el aeropuerto de Los Rodeos.
Al parecer, el Ministerio tiene previsto desdoblar algunos tramos más de la carretera que une el aeropuerto Reina Sofía con el Norte, dentro de unas limitaciones presupuestarias que acaso no fueran tantas si se destinaran a ese menester los millones que se liberarían decretando el cierre total de Los Rodeos.
Buscar una utilidad a Los Rodeos
Respecto a la segunda cuestión, los cabildos de la provincia de Tenerife ya han hecho alguna sugerencia al Gobierno. Se trataría de aprovechar las instalaciones de Los Rodeos para crear una escuela internacional de pilotos, de cara, sobre todo, al mercado africano y latinoamericano. La proximidad de la Universidad de La Laguna y las disponibilidades de espacio aéreo contribuirían a la viabilidad del proyecto.
En cualquier caso, el destino último de Los Rodeos no deja de ser algo secundario cuando lo que está en juego es la vida de las personas. Es inexplicable que se siga dejando un margen a la suerte en una isla que cuenta con uno de los más modernos aeropuertos de Europa y que está siendo utilizado apenas a un tercio de su capacidad actual. Es más inexplicable todavía que quien sigue tentando a la suerte es un ministro de Transportes que parece tenerla muy mala, como lo prueba la racha de accidentes mortales de Renfe.
Precisamenie un día antes de su llegada a Canarias, un avión de Iberia, que se salió de la pista en el aerópuerto de Fuerteventura, a punto estuvo de engrosar la larga lista de tragedias que José Luis Alvarez ha ido cosechando en su corta gestión. Por fortuna, las setenta personas que iban a bordo de este avión no sufrieron daño alguno.
Habría que recordarle al ministro, finalmente, que la Constitución ha abolido la pena de muerte y además no discrimina entre españoles de las islas y los de tierra adentro. El peligro, si existe, es igual para todos.
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