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La formación permanente del profesorado constituyen la primordial preocupación de todos los sistemas escolares

La formación permanente del profesorado constituye una de las principales preocupaciones actuales de los responsables de los sistemas escolares de todas las latitudes. «También es así en la Unión Soviética», según declaró a EL PAIS Victor Korotov, viceministro de Instrucción Pública de la URSS, que visitó España en el marco de los intercambios culturales y educativos derivados del actual convenio cultural hispano-soviético.

«Nuestra acción en este terreno», manifestó el político soviético, «se produce en una doble dirección: la del perfeccionamiento del sistema de formación inicial de nuestros maestros y el de las fórmulas para su reciclaje».Como sucede en otros países, en la Unión Soviética están ya institucionalizados los cursos de perfeccionamiento de los maestros, a los que éstos deben someterse obligatoriamente cada cinco años. Los horarios de las escuelas que están situadas en poblaciones importantes se organizan de tal manera que el maestro que ha de asistir al. curso de perfeccionamiento, de un año de duración, dispone de un día libre cada semana para este fin. Cuando se trata de poblaciones pequeñas, los profesores realizan el curso en centros especiales durante el verano.

Víctor Korotov razona la ineludible necesidad de la formación permanente del profesorado, para la que invoca el viejo principio de que «el maestro pierde su condición de tal en el instante mismo en que recibe su título y deja de estudiar».

El dirigente soviético alude a las «amplias perspectivas de cooperación entre nuestros dos países, a través del intercambio de experiencias mutuas», y se refiere concretamente a la educación especial, a la formación profesional y, en este contexto, al tema de los contenidos de la enseñanza media.

No entiende, en un primer momento, el sentido de la expresión «titulitis», con la que nos referimos en España a la excesiva demanda de títulos de carácter universitario, pero acaba señalando que «en la Unión Soviética también se vivió en cierto modo este problema, sobre todo cuando no se había generalizado la enseñanza media, y entonces prácticamente todo el sistema educativo estaba encaminado hacia la enseñanza superior. La actual Constitución de la URSS reconoce el derecho a la enseñanza media, que «en los últimos cuatro años ha alcanzado ya al 98% de la población juvenil de ese nivel».

Tampoco concede demasiada importancia («aunque comprendo la trascendencia del problema») al fenómeno de la «escolarización prolongada», estudiado por los sociólogos occidentales de la educación, con la secuela de la inadaptación social de los jóvenes, incapaces de comprender plenamente la realidad de sus propios países al término de su escolaridad.

El trabajo, elemento del proceso educativo

La clave del problema, en opinión del viceministro soviético, reside en concebir todo el sistema escolar para la educación de «ciudadanos activos». Cree, en consecuencia, que la formación profesional es la mejor alternativa al problema, sobre todo cuando ésta se encuentra íntimamente relacionada con el mundo del trabajo. «El trabajo», añade, «es un elemento inseparable de todo el proceso educativo. En nuestro país, los alumnos del nivel secundario trabajan realmente dos horas semanales y, desde este curso escolar, esta actividad la hemos aumentado a cuatro horas semanales para los alumnos de los cursos superiores».Esta actividad laboral de los escolares no está en contradicción con la expresa prohibición constitucional del trabajo de los menores de dieciséis años, «siempre que este trabajo juvenil no se organice precisamente con fines educativos». Con este fin funcionan equipos laborales educativos en los koljoses y también grupos de estudiantes para cuidar bosques, campos en los que se simultanean el trabajo y el descanso en el verano, así como equipos de alumnos de los cursos superiores que trabajan durante los veranos.

De trascendental importancia en el sistema educativo soviético es también el tema de la educación preescolar, que abarca desde que el niño ha cumplido su primer año de vida hasta los siete años, edad en la que inicia su educación primaria, aunque en la mayoría de los casos el ingreso en las guarderías se produce a los tres años.

«Es importante señalar que para nosotros la guardería es un complemento y no una sustitución de la educación familiar», afirma Víctor Korotov, quien señala, como datos significativos de este nivel educativo, que la población preescolar de" todo el país se eleva en estos momentos a catorce millones de niños, que se educan en 120.000 guarderías distribuidas por todo el país. «No puede olvidarse», añade, «que la incorporación de la mujer a la vida activa no sería posible si no dispusiese de las instituciones de educación preescolar necesarias». Esta enseñanza, por otra parte, es prácticamente gratuita en la mayoría de los casos, aunque los padres que pueden hacerlo abonan una cantidad mensual nunca superior a los doce rublos (unas 1.200 pesetas).

Sería un grave pecado hablar sobre la escuela soviética sin aludir a la ya legendaria veneración rusa por la literatura cervantina, y a algo que ha llegado a constituir un verdadero tópico en las conversaciones de muchos españoles. Me refiero al continuo autorreproche que solemos hacernos de nuestro desconocimiento del Quijote y a la creencia muy extendida entre nosotros de que todos los niños de la Unión Soviética aprenden a leer con la inmortal obra de Cervantes.

El viceministro soviético no tiene el menor interés en deshacer esta leyenda, que evidentemente le produce una enorme satisfación, y a la que añade un dato muy revelador: «Hemos iniciado hace muy poco la publicación de una colección de literatura mundial para los niños, y uno de los primeros volúmenes está dedicado a Miguel de Cervantes. Los rusos», concluye, «tenemos mucho de quijotes en el mejor sentido de la expresión».

El gobernante soviético, por último, responde con cierto escepticismo a la sugerencia del informador sobre las posibilidades de la escuela en orden a la creación de una sociedad internacional más comprometida con el ideal de la convivencia pacífica y la comprensión entre todas las naciones. «En eso estamos», afirma, «pero tanto en su país como en el nuestro sabemos muy bien que la escuela va siempre por detrás de las transformaciones sociales».

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