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Ser socialista en Europa

Qué difícil es ser socialista. En Portugal, Soares está fuera de juego. En Francia, Mitterrand sigue contando, pero a costa de llevar adelante una política que sólo puede confirmarle como un perdedor nato en las próximas elecciones presidenciales. En Italia, la agresiva estrategia «neolaborista» y las grandes ambiciones de Craxi han, asustado de4tal manera a los cristianodemócratas y a los comunistas que es incluso posible que los «dos grandes» alcancen un nuevo compromiso histórico. En Gran Bretaña, la estrategia «paleolaborista» de la izquierda amenaza con dividir al Partido Laborista y dejar el país en manos del thatcherismo durante una generación.A pesar de tantas dificultades, hay hoy en día en Europa más socialistas que nunca. En el Parlamento europeo el grupo socialista es el mayor.

El principal motivo por el que es, sin embargo, tan dificil ser socialista es de un car ácter noble: los socialistas tienen metas más elevadas que la mayoría de la gente. Siguen soñando con una utopía, una sociedad igualitaria sin clases con una prosperidad económica universal, y además con total libertad individual. Esta utopía jamás se ha visto realizada, pero para el que'es soñador, resulta difícil no ser socialista; y soñar es algo muy humano.

El poder del sueño socialista es ,tan grande que existe mucha gente, muy inteligentes por otra parte, que se muestran totalmente ciegos al tristre ftacaso de la única teoría global del socialismo existente; la teoría marxista. El «socialismo real» marxista ha demostrado ser incapaz de ofrecer abundancia, igualdad o libertad. La idea de que la propiedadestátal de todos los rnedios de producción podría ser la base de una utopía socialista aparece, actualmente, como simplemente una alucinación histórica.

La experiencia histórica nos ha, enseñado que, tal estructura «socialista» puede solamente constituir la base de un poder político centralizado, totalitario e intolerante. Quita a los trabajadores su libertad de asociación, y a los consumidores, su libertad de elección. Constituye el peor sistema posible de reparto de unos recursos escasos Frena los procesos de innovación. Produce un estado de alienación general y de absentismo psicclógico entre los trabajadores.

Lograr un sueño

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La simple ignorancia, a pesar de estar muy extendida, no sirve para explicar por qué, a pesar de todo esto, continúa habiendo una poderosa minoría de socialistas europeos que creen que pueden lograr su sueño por medio de más y más nacionalizaciones y una planificación económica burocrática.

Tal tozudez, especialmente entre los socíalistas franceses y británicos (qué gremendamente arcaicos resultan el programme commun francés y la plataforma económica -de la izquierda laborista), acerca de unas ideas tan claramente equivocadas, no puede deberse más. que al hecho de que las otras ideas han demoitrado ser igualmente insatisfactorias.

Efectivamente, el modelo de «economía mixta-welfare state», sistema dominante en Occidente, a pesar de sus grandes logros históricos, sigue presentando unos graves defectos: inflación, paro,y cierta aridez y desesperación que están en la raíz del terronsmo contemporáneo. Existen unas injusticias y desigualdades manifiestas, un desmesurado interés por lograr unas ganancias excesivas, una tremenda ambición.

Por estas razones, los socialistas, más que nunca, van.en busca de una solución y dan con las más dispares: el «neolaborismo» en Italia, la «autogestión» en Francia, el mitbestimmung en Alemania y el neomarxismo en Gran Bretaña y en el- resto del mundo. Los socialistas buscan también inspiración en algunas de las herejias más importantes de la Europa del Este, como el «socialismo de mercado».

Ninguna de estas teorías parece capaz de ofrecer una nueva doctrina al sueño socialista: hay algún «san Juan Bautista» del socialismo, pero ningún mesías. Así, pues, quizá haya que esperar hasta que se sientan los efectos de los grandes cambios sociales de esta creativa época de confusión, durante la cual los defensores tradicionales de la doctrina socialista, los obreros industriales, se están convirtiendo en un grupo de presión organizado, aunque pequeño, en el interior del gran magma de las igualitarias clases medias.

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