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Pérdidas histoneas en las grandes empresas del motor norteamericanas

Las tres grandes multinacionales norteamericanas del sector del automóvil, General Motors, Ford y Chrysler, anunciaron pérdidas para el tercer trimestre de 1980 que suman las más importantes de toda la historia de la industria automovilística de Estados Unidos.

General Motors, primera empresa del sector del automóvil a escala mundial, acumuló unas pérdidas de casi 40.000 millones de pesetas; Ford, segunda del sector, sumó pérdidas por valor de unos 41.650 millones de pesetas, y la tercera, Chrysler, anunció también pérdidas que superaban los 34.300 millones de pesetas, siempre referidas al tercer trimestre de 1980.El déficit de Chrysler era crónico desde 1978. Hasta el punto que las pérdidas de este último trimestre se consideran casi como un movimiento positivo, según manifestó el presidente de la compañía, Lee Iaccoca, ya que son inferiores a las sumadas en el segundo trimestre de 1980 (37.520 millones de pesetas).

Para General Motors y Ford, por el contrario, las pérdidas constituyen una novedad, ya que ambas compañías cerraron con beneficios sus ejercicios de 1979. Los analistas norteamericanos de la industria del automóvil predicen pérdidas de alrededor de los 210.000 millones de pesetas para el conjunto del sector en 1980.

La caída de ventas, del orden del 30%, durante los nueve primeros meses de 1980, debería remediarse con la aparición de los nuevos modelos, ya en el mercado, para 1981. Más eficientes en ahorro de combustible, con tecnologías similares a los automóviles europeos o japoneses, sobre todo en los modelos pequeños, los modelos 1981 de automóviles norteamericanos constituyen la esperanza de Detroit para salir de la crisis.

Estructuras multinacionales

Con estructuras multinacionales e intereses en prácticamente todos los países del mundo, los directivos de General Mortors, Ford y Chrysler atribuyen también sus pésimos balances al critico momento que pasa el sector de la automoción en general, tanto en automóviles de turismo como camiones, autobuses o tractores. El precio del crédito, cada vez más caro en Estados Unidos debido a la inflación, es otro de los elementos negativos que pesan sobre el automóvil americano, tanto para el comprador como para la realización de nuevas inversiones por parte de los constructores.La Administración Carter anunció una operación de urgencia con ayudas por valor de unos 70.000 millones de pesetas para los fabricantes de automóviles. Se teme, sin embargo, que sean promesas electoralistas para captar el voto del Estado de Michigan, en cuya principal urbe, Detroit, se hallan instaladas las tres «grandes» del automóvil. Fabricantes y sindicatos presionan también ante la Administración y el Congreso estadounidenses para lograr un freno a la importación de automóviles extranjeros. Los japoneses, en particular, copan el 25% del mercado interior norteamericano, gracias a que las preferencias del consumidor parecen dirigirse hacia el automóvil japonés, más avanzado tecnológicamente y menos costoso.

Tokio intenta calmar los ánimos proteccionistas con la proyección de inversiones directas en EE U U o con la cooperación para fabricar o comercializar modelos conjuntos con marcas norteamericanas. Los japoneses siguen el camino marcado por los europeos, que cuentan con unidades de fabricación directa en Estados Unidos, como es el caso de Volskwagen, o han adquirido casi la mayoría de capital de marcas estadounidenses.

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