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La guerra del golfo Pérsico imprime un rápido deterioro a nuestro nivel de reservas de petróleo

Las reservas españolas de crudos y productos petrolíferos están descendiendo a un ritmo de un día de consumo por cada cinco que pasan como consecuencia del conflicto en el golfo Pérsico, según informan fuentes del sector. Sin embargo, no se espera a corto plazo que la continuación de la guerra entre Irán e Irak provoque una situación de emergencia que obligue al Gobierno a medidas drásticas, aunque sí puede forzar a una mayor salida al mercado libre de crudos.

En estos momentos, las reservas españolas de crudos y productos petrolíferos, contando las existencias estratégicas de Campsa y las de las refinerías, se sitúan en un consumo aproximado de 127 días. Al inicio del conflicto en el golfo estas reservas estaban en su punto más alto, con un almacenamiento suficiente para 140 días de consumo.Las refinerías españolas tienen actualmente unas existencias de cerca de 11,5 millones de toneladas, entre crudos y productos refinados, lo que equivale al consumo de casi tres meses (87 días). Por otro lado, entre las reservas de Campsa y los buques en camino a España, se estima que existen crudos o productos para otros cuarenta días adicionales.

Asimismo, las autoridades energéticas españolas están realizando esfuerzos inusitados para sustituir ese 22% del suministro global que hemos dejado de recibir procedente de Irán e Irak por medio de contratos con otros países. Hasta la fecha se ha firmado un acuerdo para que la Unión Soviética incremente en 2.000 barriles diarios sus entregas a España. También se han realizado negociaciones con México y Venezuela para que, de alguna forma, llegue más crudo a España.

Estos esfuerzos, junto a una previsible mayor salida al mercado libre de Rotterdam en las próximas semanas, no impedirán, sin embargo, que el Gobierno se vea forzado a un nuevo reajuste en los precios de los productos energéticos antes de finales de año. La subida en el precio del crudo procedente de los Emiratos (en dos dólares), junto a los rumores de una subida parecida (hasta 32 dólares por barril) de nuestro principal suministrador (Arabia Saudí), forzarán a un ajuste en la estructura de precios que ya se venía decantando desde la reunión de la OPEP, en septiembre pasado, en Viena. El Gobierno de Riad subió dos dólares por barril el precio de su crudo después de esta reunión, situándola a treinta dólares.

La mayor salida al mercado libre, que en los últimos meses se había producido al máximo, también tendrán una repercusión en el costo de nuestro suministro de crudo. En estos momentos, el precio del barril de crudo en Rotterdam es de 36-38 dólares por barril y se da por seguro que alcance muy pronto esa barrera de los cuarenta dólares por barril a la que ya se llegó durante los meses primeros del año. Por otro lado, Venezuela ha pedido una reunión extraordinaria de la OPEP, con carácter inmediato, para estudiar la situación del mercado mundial de crudo.

En esta nueva estructura de precios, y según adelantó el ministro de Agricultura, Lamo de Espinosa, a los armadores pesqueros, no se descarta que se suprima prácticamente toda la estructura de subvenciones en los consumos industriales y comerciales de combustible derivado del petróleo. El Gobierno anunció hace más de un año su intención de racionalizar toda la estructura de precios de los productos energéticos acomodándola paulatinamente a sus costes originarios.

Informe de Industria al Consejo de Ministros

Por otro lado, el Gobierno, a instancias del ministro de Industria, Ignacio Bayón, ha decidido acelerar el proceso de cumplimiento del Plan Energético Nacional (PEN). En la reunión del Consejo de Ministros, la semana pasada, el ministro Bayón presentó un amplio informe en el que se detallaba tanto la situación actual de consumo de energía como los nuevos y viejos planes en el terreno energético.

Así, Bayón informó al Consejo de Ministros que, como consecuencia del mal año hidráulico, la dependencia del petróleo en la estructura del consumo de energía primaria aumentará este año en un 5,8% con respecto al año anterior, pese a los notables aumentos (del orden del 28%) en el consumo y dependencia del carbón y del gas natural, cuyas importaciones en el pasado año se han visto considerablemente aumentadas.

El consumo de carbón, en 1980, se elevará a treinta millones de toneladas, con un incremento de casi seis millones con respecto al año anterior. El consumo de gas natural, por su lado, también ha aumentado notablemente hasta un 40% con relación al año anterior. En estos momentos, la participación del gas en el consumo de energía primaria del país se eleva ya al 3%, frente al 1,7% hace un año.

En cuanto al carbón, el Gobierno prevé que, en los próximos meses, sean puestas en funcionamiento tres nuevas centrales térmicas y una nuclear (Almaraz), lo que permitirá un ahorro de un millón de toneladas de fuel por año sólo en 1981. Siete nuevas centrales térmicas comenzarán a funcionar en 1984, según el plan acelerado de construcción de centrales térmicas que presentó el Gobierno el pasado mes de mayo.

Este año, el sector energético, tanto las empresas privadas como las públicas, habrán invertido 330.000 millones de pesetas. En, 1981, estas inversiones se verán completadas con un gasto adicional en la reconversión del sector de otros 430.000 millones de pesetas. En lo que respecta al plan, de 1981, fuentes oficiales del Ministerio de Industria señalaron que las inversiones se están realizando con precisión y de acuerdo al programa establecido.

Como ya se estableció en el PEN, el objetivo de estas inversiones, y de las que tendrán lugar hasta 1985, es reducir la dependencia del petróleo en el consumo primario de energía en casi veinte puntos. Así, en 1985, nuestra dependencia de los crudos importados será del orden del 50% cuando, en 1979, la dependencia era del 69%.

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