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Dramática situación en las aldeas de montaña argeIinas destruidas por el seísmo

El frío y la falta de mantas y tiendas de campaña han agravado dramáticamente la situación de miles de campesinos de los poblados de montaña destruidos por el terremoto que asoló la región de El Asnam el 10 de octubre, en un radio superior a los cien kilómetros. En Bani Rached, situado en el mismo epicentro del seísmo, varios millares de personas siguen instaladas en alojamientos heterogéneos hechos con cartones, recipientes metálicos y maderas recuperadas entre los escombros.

Un recorrido por la zona afectada revela las dificultades con que tropiezan los socorristas para llegar a las diminutas aldeas enclavadas en medio de un paisaje agreste, completamente transformado por el cataclismo. Las antiguas carreteras se han cambiado en pistas polvorientas, y lo que hace pocas semanas eran pistas y caminos de difícil acceso son ahora simples senderos por los que sólo pueden transitar vehículos todo terreno.El Ejército argelino sigue realizando un esfuerzo sobrehumano para auxiliar a los afectados de esas zonas, una vez controlada la situa ción en la planicie, donde la ayuda ha podido ser distribuida con mayor facilidad. En las regiones agrestes ya funcionan dispensarios y hospitales de campaña, entre los que figura uno enviado por el Gobierno español, y los primeros envíos de ropa y alimentos ya han sido distribuidos.

Sin embargo, no han podido llegar todavía los equipos encargados de remover los escombros, con lo que las ruinas de muchos poblados continúan, en algunos casos, encerrando cadáveres de hombres y animales.

Una nueva fase del plan de emergencia montado por las autoridades argelinas ha sido iniciada esta semana, con la llegada de sismólogos y arquitectos encargados de evaluar las pérdidas, establecer un censo de inmuebles y viviendas que puedan ser recuperados y definir los futuros lugares de asentamiento.

En principio se considera que habrán de ser derribados la totalidad o casi totalidad de los pocos barrios de El Asnani que no fueron afectados gravemente por el seísmo, e incluso es posible que la futura capital de esta región no se asiente sobre el emplazamiento actual.

Sobre este punto difieren las opiniones, en la medida en que los expertos en sismología llegados de varios países afirman que la región seguirá, siendo el escenario de periódicas sacudidas sísmicas en los próximos veinte años y consideran que lo esencial no es tanto el futuro emplazamiento de las poblaciones como el empleo obligado de técnicas de construcción antisísmicas, a pesar de su coste elevadísimo.

En El Abadia, población de 6.5.00 personas, situada a unos cuarenta kilómetros al este de El Asnam, destruida al 96%, ha sido instalado un hospital de campaña de cincuenta camas enviado por el Gobierno iraní directamente desde La Meca, donde estaba atendiendo a los peregrinos iraníes a los lugares santos del Islam.

En ese hospital, cuya entrada ha sido adornada con una inmensa foto de Jomeini, trabajan treinta médicos y enfermeras, que disponen de doce toneladas de medicinas y equipos modernos de radio, esterilización y sala de operaciones. Aquí se produjo este fin de semana un alumbramiento: un varón, bautizado por los iraníes con el nombre de Ruyollah, en honor del imán.

A 140 kilómetros de El Asnam, en la antigua estación termal de Haniman Righa, los efectos del seísmo se han dejado sentir con extrema dureza, no obstante su lejanía del epicentro: toda un ala del hotel instalado allí, que no había sufrido ningún daño en el terremoto de 1954, ha sido destruida en esta ocasión, causando heridas graves a varias decenas de personas y un muerto.

La valoración de las pérdidas ocasionadas por el seísmo resulta incalculable por el momento. Tan sólo en El Asnam, la reconstrucción de las 18.000 viviendas destruidas podría suponer una cifra superior a los 9.000 millones de dinares (unos 180.000 millones de pesetas).

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