_
_
_
_
_

Juan Luis Cebrián denuncia la "contaminación política"

«El poder político corrompe, contamina y ensucia cualquiera que sea su origen o coyuntura. En la democracia hay formas de contaminación contra las que no ha sabido luchar, y otras que ella misma ha producido», ha manifestado Juan Luis Cebrián, director de EL PAIS, en el transcurso de una conferencia sobre «Contaminación política», pronunciada el lunes en la Casa de la Cultura de Málaga.

Cebrián inauguró un ciclo de conferencias que, bajo la denominación «Impacto ambiental», ha organizado la Asociación de Defensa del Medio Ambiente (Adema).Juan Luis Cebrián abordó dos aspectos fundamentales del tema: la contaminación producida por la crisis de los partidos políticos y la motivada por el retroceso general de las libertades en España.

Sobre el primer aspecto, Cebrián evidenció la existencia de una contaminación burocrática con «una incapacidad real de UCD para democratizar el Estado y con un esclerotismo democrático en los sindicatos, en las Cortes, en las autonomías y en los partidos políticos». «Esta es una forma de contaminación muy peligrosa», agregó, «ya que una manera de combatir el régimen es combatir los partidos políticos».

Tras analizar someramente el nacimiento y la evolución de los partidos en España tras la muerte de Franco, Juan Luis Cebrián afirmó que «ahora los partidos se muestran socialmente excluyentes, son excesivamente rígidos y poco democráticos en su organización interna, no respetan a sus bases y se muestran electoralistas en sus actuaciones». Comentó más adelante que los partidos han secuestrado en sus cúpulas las decisiones de todo género.

En la segunda parte, Cebrián habló ampliamente del retroceso de las libertades a partir de marzo de 1979, y especialmente en lo que afecta a la libertad de expresión. Aquí se refirió al intervencionismo del Gobierno y a las condenas y amenazas para periodistas y autores.

Terminó refiriéndose al miedo al golpe de Estado, concluyendo que si el fenómeno de desencanto de la democracia se acrecienta y el distanciamiento entre la clase política y el pueblo se hiciera insalvable, entonces sería el momento de tener miedo al golpe de Estado, pero no ahora. En el coloquio dijo que pese a los problemas apuntados prefería ser optimista cara al futuro, e insistió en que las críticas a las instituciones democráticas -hechas desde un definido sentimiento democrático- no contribuían a desestabilizar a éstas, sino antes bien a fortalecerlas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_