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La fase francesa

Las características de las negociaciones-hispano-comunitarias han venido acarreadas por la especial política exterior de nuestra transición. Esta debería considerarse acabada. Una sincera apertura diplomática, acompañada por el entusiasmo que autorizaba la aceptación internacional del régimen español, minimizó la importancía de aquellos problemas de nuestras relaciones exteriores, que se plantean en los planos más prosaicos, pero más reveladores, de los intereses nacionales y las realidades de poder. Integrarse en el Mercado Común es algo infinitamente más largo y complejo que abrir una embajada.En el comienzo de la «fase francesa» de las conversaciones hay un cambio en los negociadores, pero no en los problemas. Antes de las famosas declaraciones del presidente Giscard, 5 de junio, personas como el senador Fernando Morán hicieron advertencias frente al formalísino de nuestra política exterior, y, en lo que a la Europa comunitaria se refiere, insistieron en la necesidad de la «segunda negociación», con París y no con Bruselas, en la que ahora parece centrarse el ministro Punset. ( ... )

Negociar con Francia de modo convergente a las negociaciones de Bruselas no supondrá una mayor facilidad en la integración, pero sí introducirá una buena dosis de realismo en un movimiento de aproximación en el que son difíciles o imposibles los rodeos. Con ello se reafirma la voluntad comunitaria de nuestro país, por la que España está dispuesta a negociar y respetar todo el acquis de la CEE, sin excluir ningún tema sensible, ni siquiera el tema francés.

. 10 de octubre

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