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Técnicas norteamericanas para catapultar a Strauss a la cancillería alemana

Al candidato Franz Josef Strauss le corresponde el mérito de haber hecho compatible el abrigo Loden con el estilo norteamericano de campaña electoral. Aparte de otras novedades estilísticas, el, re presentante del campo conservador ha sido el primero en ofrecerse al público en su propaganda de vallas, reservando a su hija Monika un espacio del cartel correspondiente. Según el libro Léxicos de Strauss, aparecido es tos días, la lozana Monika es un exponente atractivo para la juventud de hoy. Le gusta el pop y es campeona de salto de altura de la clase juvenil «a» de Baviera, con 1,64.Por lo demás, el candidato pronuncia al día, por término medio, en la fase cálida de la campaña, dos mítines, va de un lugar a otro pilotando su propio avión, un cinco plazas Cheyenne-Turboprop, y se relaja leyendo las aventuras de su ídolo novelístico, Old Shatterhand, el personaje de Karl May más querido de los niños alemanes. El día de su cumpleaños, el estadio olímpico muniqués, abarrotado de público, le dedicó en inglés la tonadilla Happy birthday to you, un tributo de cariño que remataría el funcionario del partido CSU bávaro, Max Streibl, diciendo ante los micrófonos: « Esta canción es un testimonio de fe en la alianza (con Estados Unidos, se entiende). A Schmidt habría que cantársela en ruso».

Fuera del alcance de las miradas de la multitud, el nuevo estilo hace furor también. Tanto en la planta nueve de la «Adenauer-Haus», donde el CDU tiene su cuartel general, como en la central del SPD, «barraca», como la llaman familiarmente los iniciados, la electrónica es dueña y señora. Los liberales y el resto de los partidos concurrentes se han tenido que conformar, por razones presupuestarias, con el clásico cubo de engrudo, la escalera y la brocha gorda. Los conservadores de la opción Strauss mantienen a pleno rendimiento, desde hace trescientos días, un equipo completo de politólogos encargados de planificar, controlar y desarrollar la campaña del candidato.

Más de mil mítines incluye el calendario de las primeras figuras del partido. Cada intervención del contrario se estudia detalladamente ante la pantalla del video y se anotan matices utilizables dentro del propio arsenal. Tresinta y seis millones de marcos (1.442 millones de pesetas) gastará la Unión Cristianodemócrata en la operación de intentar elevar a F. J. Strauss hasta la cancillería. Hay que añadir los nueve millones de marcos (360 millones de pesetas) que le corresponden al componente bávaro CSU. Del total, seis van a parar a los institutos de sondeo de opinión, preferentemente el regentado por la doctora NoelleNeurriarin, que, según el SPD, y, la experiencia enseña, suele ser más bien favorable a los democristianos, lo que después le proporciona algún que otro quebranto ante la opinión pública.

El SPD dice que la oposición lleva una doble contabilidad y atribuye a destacados democristianos, como el «ministrable» Walther Leisier Kiep, y casi cien personas más, el haber retenido impuestos para engrosar los fondos electorales.

El SPD ha destinado casi la tercera parte de su presupuesto de campaña a financiar una experiencia que no ha dado el resultado apetecido: el «mayor periódico del mundo». Este Diario del Domingo, con una tirada de quince millones de ejemplares, doce páginas muy llamativas, se distribuye gratuitamente mediante el «puerta a puerta» de 100.000 afiliados al partido. Sindicalistas y socialdemócratas de a pie y el millón largo de militantes del SPD son su verdadera fuerza -frente a los 700.000 democristianos- y llevan el peso de la campaña callejera. La tirada de este diario asciende a catorce millones de marcos (560 millones de pesetas). Mientras el resto del presupuesto se destina fundamentalmente a anuncios televisados o radiados y dos millones de carteles, en la central de la campaña socialdemócrata un equipo se preocupa de realizar las mismas operaciones que en la «casa Adenauer», pero con medios más perfectos, si cabe. Las «elecopiadoras» envían a todas las oficinas del partido, al segundo, directrices y esquemas. Los mítines están ya programados desde diciembre del año pasado. En una pared se van colocando cartulinas -amarillas las de Schmidt, rojas las de Brandt...en las que se anota la incidencia que se produce en cada punto en que intervienen los candidatos principales. La firma Buly ha previsto los momentos de fatiga de políticos y colaboradores, y ha puesto a la venta perritos masticables de caramelo con los rostros de los dos candidatos principales. Así, cualquiera puede tomarse un Schmidt de menta o un Strauss de limón.

El Partido Liberal, cuyo jefe Hans Dietrich Genscher no se ha visto reproducido en versión «masticable», cuenta con el modesto fondo electoral de diez millones de marcos (cuatrocientos millones de pesetas), de los cuales cuatro se los llevan los publicistas. Los liberales, con cinco anuncios televisados, quieren arrastrar a quienes desconfían, por razones diferentes, tanto de Schmidt como de Strauss.

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La campaña electoral alemana ha contado este año con colaboradores inesperados. El Colegio de Dentistas, por ejemplo, ha lanzado un cartel que los afiliados exhiben en sus consultas. En él se conmina al doliente a que vote a Strauss mientras el doctor le hurga el colmillo enfermo.

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