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Fallos humanos y técnicos, causas del accidente ferroviario de Valencia

Los cuerpos de las veinticinco víctimas del trágico accidente ferroviario registrado ayer en Valencia, el más grave conocido en la provincia en las últimas décadas, fueron despedidos, a media tarde de ayer, por los familiares y vecinos de los pueblos de la comarca con un multitudinario funeral, celebrado en la plaza Mayor de Torrente. Pasados los primeros momentos de confusión, se da ya por seguro que el tren semidirecto de Madrid a Valencia arrolló al autobús de la empresa VASA, a causa de un fallo humano en un sistema de seguridad, que no está a salvo de un error de tales consecuencias. De hecho, el avisador sonoro automático estaba fuera de servicio por razones no aclaradas.

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Renfe culpa al guardabarrera

El guardabarreras del paso a nivel, Manuel López de Pablo, de sesenta años de edad, recibió aviso telefónico desde el paso anterior, indicando que el tren 1.312 se aproximaba. Manuel López, que se encontraba en la caseta haciendo la suplencia por unos días del guardabarreras habitual, dio, a su vez, aviso telefónico al siguiente paso a nivel de que el tren pasaría minutos después.En efecto, los pasos a nivel anterior y posterior al lugar del luctuoso siniestro tenían sus barreras bajadas a las 18.28 horas del miércoles, momento del accidente. Por el contrario, el guardabarreras del cruce donde se produjo el arrollamiento no procedió a bajarlas. « Por el momento», afirmó un portavoz de Renfe, «se ignoran las razones por las que no efectuó tal maniobra, pues se ha comprobado que las barreras funcionaban correctamente. Se está procediendo a la correspondiente investigación para determinar las causas exactas de este hecho».

Se da la circunstancia de que el guardabarreras había notificado a las 14.10 horas de ese mismo día a la. estación anterior, de Aldaya, que el sistema de avisador sonoro automático que anuncia la aproximación del tren y refuerza la comunicación telefónica se hallaba fuera de servicio por razones no aclaradas. Después del accidente esta anormalidad fue efectivamente comprobada.

El miércoles. Manuel López entró a trabajar a las 13.30 horas. Durante las cinco horas que trancurrieron hasta el siniestro circularon por el paso a nivel tres trenes, y en cada ocasión había accionado las barreras con normalidad. Sin embargo, con el semidirecto de Madrid no las bajó. Instantes después del arrollamiento del autobús, que iba lleno de trabajadores, varios de ellos jóvenes empleadas en FEYCU, una fábrica de tejidos, el guardabarreras gritó a sus compañeros, muy agitado: «Es culpa mía lo que ha pasado». Luego se alejó del lugar, al parecer en dirección a un hospital, para tomar algún tranquilizante. Pero, en realidad, se trasladó a Cheste, pueblo donde vive. La Guardia Civil le mantuvo bajo una discreta vigilancia hasta que pasó a disposición judicial.

El tren, tras el choque con el autobús, quedó bloqueado y frenado, pero la inercia le hizo avanzar más de setecientos metros. Durante este trayecto arrastró la sección delantera del autobús, en la que quedaron atrapados, entre una amalgama de hierros, objetos personales y asientos, los cuerpos del conductor de VASA Jorge Díaz, de veintiocho años, y el de una joven, que debieron de ser recuperados tras un difícil trabajo del equipo de soldadores.

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Se trata de un paso a nivel muy frecuentado por la gran densidad de vehículos que circulan por esta carretera, ya que une Valencia y su periferia industrial con varias ciudades-dormitorio y zonas residenciales. En septiembre de 1952, ahora hace veintiocho años, se registró un accidente al arrollar el tren a un tranvía.

Las muestras de dolor que acompañan este trágico accidente tienen un claro testimonio en el telegrama remitido por los Reyes de España al gobernador civil, José María Fernández, por el que hacen llegar su más sentido pésame a las familias de las víctimas y desean un pronto restablecimiento de los heridos. El presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, estuvo en contacto telefónico con el gobernador, quien le informó de los hechos. Con pocas horas de diferencia, por otra parte, se trasladaron a Valencia los ministros de Transportes, José Luis Alvarez, y de Sanidad, Alberto Oliart.

José Luis Alvarez, poco antes de regresar a Madrid en la madrugada de ayer, declaró que el accidente no modificaba los proyectos previstos para mejorar las comunicaciones ferroviarias de la provincia. «No hay nada por estudiar, porque todo ya está estudiado», afirmó. «Hoy mismo decía en el Congreso que hay que dedicar más esfuerzo e inversión para mejorar la infraestructura de Renfe. Este accidente reafirma mi intervención». Más adelante señaló: «No es que yo quiera culpar a nadie, pero en el accidente parece muy claro que ha habido un error humano».

Por su parte, el ministro de Sanidad visitó a los heridos durante la mañana de ayer y posteriormente mantuvo una reunión en el gobierno civil para efectuar un balance del siniestro y abordar temas urgentes de su departamento en la provincia, como es la financiación de diversas obras sanitarias y el concierto con el hospital provincial.

El número final de los heridos ha quedado fijado en 41, tres de ellos ingresados en la unidad de cuidados intensivos del provincial, con pronóstico reservado. Otros veintiséis han quedado hospitalizados en los pabellones y se espera poder ir dándoles el alta en los próximos días. Según palabras del doctor López Trigo, traumatólogo, «ninguno ofrece especial gravedad».

Dolor en Torrente.

El accidente pone de nuevo al descubierto el complicado sistema de pasos a nivel que cerca a Valencia. Su estación principal de trenes se encuentra junte, a la plaza del País Valenciano, en el mismo centro de la ciudad. Los directivos de Renfe manifestaron a este respecto que el plan de supresión de los pasos a nivel iniciado en 1972 ha favorecido enormemente a la cuarta zona, ya que 446 pasos quedaron eliminados, y en elaño en curso, 33 ya se han suprimido, mientras siete se encuentran en vías de desaparición.

Según manifestó el presidente de Renfe, Alejandro Rebollo, los pasos a nivel dentre, de las ciudades van a desaparecer, gracias a los actuales planes de inversión. En la actualidad, España tiene cerca de 9.000, de los cuales una cuarta parte los accionan manualmente guardabarreras. El presidente de Renfe, Rebollo, no supo explicar las razones que tuvo el guardabarreras para no accionarlas. «Es una circunstancia rara,algo que uno no se puede explicar». Asimismo señaló que «el paso a nivel era vigilado y carecía, por tanto, de los sistemas de detonadores de los pasos automáticos, mediante los cuales se advierte al tren de posibles anormalidades. No obstante, en el caso de que las barreras no puedan bajarse», agregó, «el agente detiene con los brazos el tráfico de la carretera».

El dolor presidió la actividad ayer, especialmente en Torrente, ciudad adonde se trasladaba buen número de los pasajeros del autobús, después de haber finalizado la jornada de trabajo. Su ayuntamiento acordó día de luto, con bandera a media asta y paralización de la actividad laboral para que los vecinos asistieran al funeral, que ofició a las seis de la tarde, en la plaza principal, el arzobispo de Valencia, Miguel Roca.

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