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Los Bruegel, una dinastía de pintores que cubrió dos siglos

Soledad Gallego-Díaz

La princesa Astrid de Bélgica inauguró anteayer en Bruselas la exposición Bruegel, una dinastía de pintores, organizada para conmemorar el 150 aniversario de la citada ciudad. La muestra está compuesta de trescientos cuadros y dibujos de la famosa familia.

Se acusa frecuentemente a los belgas de no haber aportado a la historia de la Humanidad ni grandes escritores, ni grandes músicos, ni grandes hombres políticos, ni grandes artistas. Con motivo del 150 aniversario de la creación de Bélgica, los belgas han organizado la más fantástica y palpable demostración de lo contrario. Una dinastía completa de pintores nacidos en su tierra asombró durante casi dos siglos a toda Europa: los Bregel. Anteayer, el Palacio de Bellas Artes de Bruselas abrió sus puertas para ofrecer una exposición excepcional que ha sido posible gracias a la colaboración de ochenta museos y coleccionistas privados de todo el mundo, entre ellos el Museo del Prado.Por primera vez se pueden ver juntos trece dibujos de la serie Los vicios y las virtudes, de Pierre Bruegel el Viejo, el creador de la dinastía y el más genial componente de la misma. Pero no sólo Los vicios y las virtudes, que llegan, dificultosamente reunidos, de Armsterdam, París o Viena; La torre de Babel, Los dos monos, La caída de Icaro, La muerte de la Virgen, El Buen Pastor, Cristo apareciéndose a los Apóstoles, seis óleos sobre tabla, que constituyen lo más sobresaliente de la obra de ese insólito pintor, cuelgan de las paredes del palacio, rodeados de 29 dibujos y 41 grabados del «abuelo». Sus hijos, nietos y yernos completan, con cerca de 150 óleos y otros 56 dibujos, la exposición.

Bruegel el Viejo constituye aún hoy una incógnita para los estudiosos de la pintura. Poco se sabe de su vida y poco de su obra. Y lo poco que se sabe parece ser bastante incierto. Al menos, las más recientes publicaciones sobre su obra se esfuerzan más que en proporcionar nuevos datos o interpretaciones en desmentir las anteriores.

Para muchos fue Pierre el Gracioso; para otros, Pierre el Campesino. Unos le atribuyen un profundo compromiso con los acontecimientos de su época, otros lo niegan rotundamente. Unos dicen que se convirtió al protestantismo, otros que siguió siendo católico. Todos reconocen la influencia de El Bosco, pero casi nadie coincide en el significado de sus cuadros.

Se cree que nació entre 1525 y 1530 en algún pueblo cerca de Breda, y se sabe con certeza que murió en Bruselas en 1569, es decir cuando bordeaba la cuarentena. Trabajó en Amberes y viajó, no se sabe exactamente cuándo, a Italia A diferencia de muchos de sus colegas que hicieron el mismo viaje y quedaron deslumbrados por el Renacimiento italiano, Bruegel el Viejo fue, observó y no dejó que influyeran en nada en su obra. Siguió siendo un pintor esencialmente «flamenco» que dibujaba extraños y apocalípticos cuadros que, cosa curiosa, hacían gracia a sus contemporáneos.

La condición humana

Se casó en 1563 con Mayken Coecke y en seis años de matrimonio tuvo tiempo para pintar sus mejores obras y engendrar tres hijos, dos de los cuales, los varones, por supuesto, siguieron la carrera de su padre, aunque, evidentemente, no se beneficiaron de sus enseñanzas directas, ya que murió cuando uno tenía cinco años y el otro uno.Aunque la condición humana parece ser el tema fundamental de todas sus obras, es en el paisaje que rodea a sus protagonistas donde se aprecia mejor el genio de este insólito pintor. Bruegel el Viejo parecía estar obsesionado por los pequeños detalles. Dicen que después de él y de su hijo Juan Bruegel nadie ha vuelto a emplear tal cantidad de pequeñas pinceladas para conseguir el efecto deseado en un árbol o una flor.

Si del padre se sabe poco, con sus dos hijos, Pierre el Joven, y Juan el Viejo, se han producido lamentables confusiones. Al primero se le atribuye el mote Infernal porque se le consideró autor de una serie de escenas demoníacas llenas de incendios. Parece, sin embargo, que estas obras son producto del pincel de su hermano pequeño, Juan, al que se le llama Bruegel de Velours, es decir, de terciopelo. Verdad es que Juan Bruegel, que murió también joven, víctima de una epidemia de cólera, mereció este segundo apodo. Las flores, los ramos y bouquets, que constituyen prácticamente la mitad de su obra, son ciertamente un prodigio de virtuosidad.

Juan tuvo seis hijos. Dos, Juan el Joven, y Ambrosio, fueron también pintores, y una de las hijas, Anna, se casó con otro maestro de la época, David Teniers. La otra hija, Paschiane, fue la madre de Juan van Kessel, que seguirá la tradición de su abuelo y pintará con extremada precisión pequeños cuadros de flores e insectos.

No es extraño encontrar en la historia pintores hijos de pintores, pero los Bruegel constituyen un caso excepcional: cuatro generaciones que se extienden desde el primer tercio del siglo XVI hasta finalesdel XVII.

La exposición se prolongará hasta el 18 de noviembre y a su calor los organizadores han previsto con imaginación un amplio conjunto de manifestaciones artísticas. En el propio palacio se proyectará diariamente un filme: Bruegel, él mismo, con música de William Carlos (compositor del tema de La naranja mecánica). Los días 2, 3 y 4 de octubre la Sociedad de Floricultores Belgas expondrá veinte ramos, copia al natural de algunos de los cuadros de Juan el Viejo. Con la colaboración de dos mimos se realizarán espectáculos dirigidos a los niños, para los que están previstos también juegos de observación. Y una iniciativa importante: a fin de que todos los belgas, y no sólo los residentes en Bruselas, puedan disfrutar de la exposición, se ha concordado con los ferrocarriles una fórmula que permite un descuento del 50% en el precio del billete desde cualquier estación del país.

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