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Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa

Los países socialistas quieren obtener en Madrid una conferencia europea de desarme

En la fase preparatoria de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) que se inició en Madrid el pasado día 9, el bloque de los países del Este ha sido el más rápido y concreto a la hora de elaborar propuestas para este foro. Desde hace meses matizan una y otra vez, a través de declaraciones de sus dirigentes y de informaciones en los medios de propaganda, las ideas básicas de sus planteamientos. Tres aspectos concretos son los que más interesan al bloque socialista: conseguir una próxima conferencia para la distensión militar y el desarme en Europa, desarrollar la cooperación económica con todos los países que firmaron el acta final y ampliar la cooperación a la colaboración en el terreno de la cultura, la ciencia, la educación y el arte.

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Cuando en la primera mitad de este año los dirigentes del Kremlin y sus fieles aliados decidieron apoyar incondicionalmente la reunión de Madrid, no dejó de sorprender por cuanto desde el término de la Conferencia de Belgrado, en varias ocasiones medios oficiosos soviéticos dejaron entrever su posible oposición a este encuentro, dando a entender que la capital de España podía no ser el lugar más adecuado para reunirse si nuestro país ingresaba en la OTAN antes de 1980. Una vez seguros de que esto no ocurriría y forzados a buscar un foro internacional para sentarse junto a los que les habían condenado por la invasión afgana, Moscú decidió apoyar con fuerza la opción de Madrid y tratar de obtener beneficios de esta.La política socialista en este sentido se planteó al mismo tiempo que decidía la entrada en Kabul. A finales de 1979 se celebró en la capital de la URSS la reunión ordinaria del comité de ministros de relaciones exteriores de los Estados firmantes del Pacto de Varsovia, donde, a la vez que se les informaba de la necesidad de ayudar a un país vecino y amigo, se les confirmaba que los países del Este otorgaban una gran importancia al desarrollo del proceso iniciado en Helsinki y se deliberó detalladamente en torno al encuentro de 1980 en Madrid.

La «política del martillo» soviética en relación con la conferencia se había iniciado. Obtuvo pocos días después el visto bueno del líder máximo. En sus primeras declaraciones hechas a Pravda, en enero, después del golpe de Kabul, L. I. Breznev, tras justificar la intervención armada, abría una puerta para salir de la nueva guerra fría iniciada el 27 de diciembre, y subrayaba: «En Europa se puede hacer mucho de constructivo a favor de la paz en un futuro próximo, particularmente en relación con el próximo encuentro en Madrid».

A partir de entonces toma cuerpo la política conjunta. Después de la reunión de Berna, en marzo, en la que los parlamentarios de países neutrales y no alineados de Europa pusieron de manifiesto que el encuentro de Madrid tenía mucha más importancia que nunca, «ya que la situación internacional empeora», se decide con rapidez una reunión del comité político consultivo del Pacto de Varsovia.

El 15 de mayo se hace pública una declaración en la que afirman su convencimiento de que la Conferencia europea en Madrid «puede y debe desempeñar un importante papel en fortalecer la distensión, afianzar la seguridad y desarrollar la cooperación en Europa». El comunicado termina con una frase que luego será desarrollada: «Se pueden acordar medidas concretas sobre aspectos militares y políticos de la seguridad europea y sobre el desarrollo de la cooperación en todos los terrenos». Los sucesivos pasos «prácticos», de acuerdo con los capítulos del acta final de Helsinki, se elaboran, mientras en la lucha electoral norteamericana todavía se cuestiona el boicoteo y se incide en una ofensiva basada en dos puntos populares: Afganistán y derechos humanos, para los cuales el bloque socialista ya tiene réplica.

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El punto de vista común del bloque socialista sobre la actitud a adoptar en Madrid se define en tres aspectos concretos:

«Primero. El encuentro debe propiciar acuerdos sobre los aspectos militares de la seguridad europea, la adopción de medidas que se crean convenientes y, en particular, la convocatoria de la conferencia para la distensión militar y el desarme en Europa».

«Segundo. Debe contribuir a adoptar medidas encaminadas a desarrollar el amplio y libre intercambio comercial y la cooperación económica y tecnico-científica entre todos los Estados participantes de la conferencia europea».

«Tercero. El encuentro de Madrid puede contribuir a extender la cooperación a las ramas de la cultura, la ciencia, la educación, el arte y otras ramas humanísticas».

Para que estos temas puedan ser tratados con algún éxito en la tercera fase de la conferencia, apuntan la posibilidad de que para adoptarlas participen ministros de Asuntos Exteriores, lo que significaría volver al espíritu de distensión alcanzado en Helsinki, que no tuvo continuidad en la híbrida conferencia de Belgrado.

En resumen, los dos temas fundamentales que atraen hacia Madrid a los países del Pacto de Varsovia son: lograr la conferencia europea a nivel político para la distensión militar y el desarme en Europa -principal preocupación soviética- y la mayor cooperación con Occidente -principal preocupación de los países del Este.

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