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La Junta Militar turca pone en marcha una nueva administración

Una normalidad absoluta reinaba ayer en Turquía, mientras la Junta Militar que derrocó el pasado viernes al Gobierno conservador de Suleimán Demirel, afianzada ya en el poder, trata simultáneamente de poner en funcionamiento una nueva Administración pública supervisada por el Ejército, y de tranquilizar a la comunidad internacional, especialmente en los aspectos económico y estratégico.Millares de huelguistas de las industrias textil, metalúrgica y hotelera volvieron ayer al trabajo, después de que el Consejo de Seguridad Nacional, que preside el general Kenan Evren, prohibiera drásticamente los paros laborales, aunque concediendo algunos aumentos salariales.

Los bancos abrieron de nuevo sus puertas ayer, y las autoridades militares han garantizado la seguridad de los depósitos. La compleja burocracia estatal, desprovista de sus cabezas políticas, reanuda su funcionamiento. Son los subsecretarios y directores generales quienes están al frente de los ministerios, pero bajo las órdenes de altos oficiales de las fuerzas armadas.

El general Kenan Evren, al que se califica de «jefe del Estado», es decir, de presidente de la República, mantendrá hoy, martes, su primera conferencia de Prensa en Ankara. Se espera que el nuevo dirigente turco dé todo tipo de garantías respecto al cumplimiento y respeto por las nuevas autoridades de todos los compromisos, políticos y económicos, adquiridos por el régimen anterior.

La ayuda económica occidental y los préstamos del Fondo Monetario Internacional son esenciales para que la Junta Militar pueda siquiera iniciar el cumplimiento de sus promesas de «sanear» las instituciones político-económicas de Turquía. De momento, los altos mandos militares han celebrado varias entrevistas con los asesores económicos del Gobierno Demirel y especialmente con Turgut Ozal, uneconomista conocido y respetado en medios occidentales. Todo parece indicar, pues, que el régimen militar continuará, a grandes rasgos, la política económica del depuesto primer ministro.

En cuanto a la lucha contra el terrorismo, se mantiene un absoluto silencio sobre las actividades del nuevo Gobierno.

Fuentes occidentales hablaban

ayer de más de doscientos detenidos y, que se sepa, un capitán del Ejército resultó muerto el do mingo durante un enfrentamiento armado con extremistas en la ciudad de Adana, al sur del país. Se producen aún registros y allanamientos de moradas y hay controles severos en puertos y aeropuertos.

El líder ultraderechista Turkes se entregó finalmente el domingo a las autoridades militares, que le habían conminado a presentarse. Ha sido confinado, junto al dirigente del Partido de Salvación Nacional (fundamentalista islámico) Necmetti Erbakan, en la isla de Uzunada.

El ex primer ministro Sulemán Demirel y su mayor enemigo político, Bulen Ecevit, líder del Partido Republicano Popular, están detenidos, junto con sus respectivas familias, en una residencia veraniega para oficiales del Ejército.

Los carteles y emblemas de los partidos políticos fueron arrancados de las sedes de los mismos por el Ejército, aunque no fueron destruidos, sino entregados a los responsables de cada uno de los respectivos locales.

En el primer discurso televisado del general Evren se dijo que, una vez modificada la Constitución y la ley Electoral, se permitirá la celebración de nuevos comicios y se avisará de ellos a los partidos «con anterioridad suficiente».

En la capital turca es más evidente que en Estambul la presencia de los militares, y los carros de combate de fabricación norteamericana M-48 pueden verse en los puntos estratégicos. El toque de queda está en vigor sólo desde medianoche hasta las cinco de la mañana.

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