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Entrevista:

Andalucía puede alcanzar el medio millón de parados en 1983

La Junta de Andalucía está culminando los estudios económicos previos ala formulación del plan de urgencia que anunció en su día el presidente de este organismo autonómico, Rafael Escuredo. Este plan será propuesto al Gobierno como alternativa viable para sacar a Andalucía de su actual situación de postración social con sus secuelas de paro y conflicividad. Javier Rodríguez Alcaide, miembro de la Junta de Andalucía diputado de UCD y componente de la comisión que ha realizado estos estudios.

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Pregunta. ¿Qué filosofía y método se ha seguido para los estudios técnicos en que se apoyará el plan de urgencia para Andalucía?Respuesta. En el entorno de crisis, con su futuro alarmante de paro en Andalucía, en el mes de abril la Junta nos dictó el mandato de desarrollar un estudio a fondo que permitiese vislumbrar las posibilidades que tenía la región, el techo de creación de empleo y las necesidades financieras del mismo. Los equipos han estado trabajando y conjuntando los criterios e hipótesis de trabajo de los diferentes partidos que forman parte de la Junta, que van a ser por fin seleccionados el próximo día 8 de septiembre. Algunas de las hipótesis ya han salido a la luz, pero, para información, puede enunciarse el siguiente escenario general: es muy difícil que la economía nacional crezca durante los próximos cuatro o cinco años a una tasa mayor del 2% anual acumulativo. Es muy difícil que se pueda exportar para mantener la balanza de pagos si no aumenta la productividad a una tasa mínima del 2,5% al 4% anual, y eso conlleva claramente, junto con la subida del petróleo, a una pérdida de renta y a una posible pérdida de competitividad y, como consecuencia, a que las tasas de crecimiento de la economía puedan ser inferiores al 2%. Para el caso concreto de Andalucía, en estos escenarios se han hecho diferentes simulaciones y perspectivas, y realmente todas son dramáticas. Y lo son, primero, porque la economía nacional está mal; segundo, porque para crecer, Andalucía tendría que crecer a más velocidad que la economía nacional y eso obligaría a inversiones fortísimas que necesitan aproximadamente una financiación exterior superior a los recursos que se generan en la propia región y que viene a moverse entre el 25 % y el 30 % de la inversión total, para llegar al año 1983 con un paro más o menos como el que tenemos ahora, y eso en el caso de que se cumplieran condiciones de crecimiento del 3 %.

En caso de que ese crecimiento no se alcanzara porque los empresarios andaluces no fueran lo suficientemente agresivos en la exportación, porque los precios fuesen demasiado altos, porque el petróleo siguiera subiendo a mayor ritmo del 10% anual acumulativo, que es el que hemos previsto, llegaríamos Incluso a tener en 1983 medio millón de parados, en vez de los 340.000 actuales.

Así de dramáticos y realistas son estos estudios, y nos ponen en la situación de que la Junta tome políticamente las decisiones, junto con otras fuerzas sociales y económicas, de sacar adelante el país andaluz. Ese es el drama. Hemos hecho algunos escenarios; los más optimistas, dentro de las posibles realidades, son los de crecer el 3%, lo que ya es optimismo para Andalucía, y eso exigiría una inversión en los próximos tres años de 1.300.000 millones de pesetas largos y una financiación exterior, entre pública y privada, del orden de los 500.000 millones de pesetas.

P. ¿Qué técnicas han procesado?

R. Una de las utilizadas ha sido la de la matriz input-output, con diferentes hipótesis de crecimiento de productividad, de las exportaciones, y todo el mundo sabe que para exportar más hay que tener costes más bajos y, por tanto, productividad de la empresa más alta; pero eso lleva más paro normalmente, porque exige una reestructuración o una relación capital-trabajo diferente. Se han hecho supuestos de que el petróleo no experimentará un tirón mayor del 10%, lo cual es posible, pero no puede darse. Hemos supuesto que los empresarios serán capaces de responder a sustituciones finales de carne, de leche, de conservas, incluso de textil y de calzado, algunas hipótesis de desarrollo de la minería; en fin, más de cien escenarios que, resumidos en catorce o quince, la Junta habrá de escoger de entre ellos los dos o tres que crea más realistas y optimistas dentro de esa realidad.

P. ¿Y cuáles serían, en su opinión, estos escenarios más realistas?

R. Creo que lo más realista de aquí a 1985 sería: primero, partir de la hipótesis de que la economía nacional no va a crecer a cifras superiores al 2%. Segundo, que, por tanto, Andalucía podría crecer más del 2% si se dan ciertas condiciones. Tercero, que el petróleo no debe subir más de cincuenta puntos en estos próximos cuatro o cinco años, si bien esto permanece fuera de control. Cuarto, la hipótesis de que los empresarios sean capaces de sustituir en estos cinco años porcentajes que se muevan entre el 25% y el 30% de nuestras importaciones de bienes de consumo agroalimentario y textil del resto de España. Hipótesis de que hubiese un desarrollo del gas en Cádiz y alguna minería con la infraestructura finalizada para el año 1984 y 1985, e hipótesis, en fin, de que los ministerios y las empresas públicas invirtiesen del orden de 400.000 millones de pesetas en tres años. Esto último sería posible apretando mucho desde el punto de vista político y empresarial, y con ello conseguiríamos llegar a 1983 con una cifra parecida de paro a la actual. Sólo en el caso de que el petróleo no subiera conseguiríamos rebajar los índices de paro en 60.000-70.000 personas.

P. ¿Y en el supuesto de que se escatimen las inversiones?

R. La situación es gravísima si sólo contásemos con los recursos que genera la región y se mantuviera el actual nivel de inversión del Estado y la empresa pública. La cifra a 1983 debe andar por el medio millón de parados, situación terriblemente dramática. Por ello, hay que luchar por alcanzar que todo el ahorro andaluz se invierta en la región, por que vengan unos 100.000 millones de capital privado en tres años,

P. ¿Y cuál es el papel y la responsabilidad de las cajas de ahorro andaluzas?

R. Las cajas, hasta ahora, con la política de coeficientes de inversión obligatoria, si no cambia, que debería de cambiar en los próximos meses y anos, tienen pocas variables, pocos grados de libertad para financiar en la región. Es sabido que de cada cien pesetas, 43 se marchan por la vía de coeficientes al resto de España, y aun cuando vuelvan en parte por inversión y presupuestos generales no están en control y disponibilidad por las cajas. Si realmente, como se dice, los coeficientes van a ir bajando rápidamente del 43% al 25%, las cajas podrían tener un gran papel en la financiación a largo plazo, que: es la que necesita la región: viviendas, obras públicas y de pequeña y, mediana empresa. Para que esto fuese bien. se precisa que la Federación de Cajas de Ahorros, a nivel regional, actuase más compulsivamente y con más coordinación en estos sectores de intermediación secundaria y, se especializase en estos temas y se relacionasen de una manera institucional con la Junta de Andalucía, así como con la Confederación Regional de Empresarios.

P. ¿Hay situado mucho ahorro andaluz fuera de la región?

R. Depende de los análisis. A corto plazo, de cada cien pesetas de recursos se quedan en Andalucía ochenta y se marchan veinte, en descuento de letras o en pólizas a 180 días. El problema es distinto en los recursos a medio y largo plazo. Aquí Andalucía recibe algo más de los que da, pero esta visión superficial es falsa, porque los recursos concedidos a corto plazo son bastante importantes, del orden del 60% al 70%, en banca privada, y en operaciones de largo, plazo es más reducido el total. En cuanto a las cajas, con sólo un tercio del ahorro financiero de la región, además de la mitad de los recursos emigrados, padecen otra serie de controles que se sitúan largo plazo, por lo que en definitiva, tenemos poco grado de libertad para movernos.

Quizá si hubiera capital complementario al que unirse, parte del ahorro de las cajas se quedaría en Andalucía. En cuanto a la balanza financiera, es de flujos que salen. Este es un tema importante y habrá que desarrollar intermediarios financieros que operen en la región para contingentar recursos tanto nacionales como regionales en Andalucía, cosa que ya ha comenzado a hacer algún tipo de banca.

P. Se habla de la fuga de capitales hacia las dictaduras hispanoamericanas. ¿Es importante este flujo?

R. No creo que sea en cifras muy relevantes. Algún capital sí que ha salido; pero el gran problema de Andalucía es que, dado el secular subdesarrollo, no ha generado ahorro suficiente como para salir adelante. Parte de él ha emigrado, y ahora si queremos hacer un despegue la única manera de hacerlo, aparte de tomar tecnología adecuada y aumentar la productividad, es con importaciones de capital. Al menos durante los primeros cinco o diez años.

P.¿Que influencia pueden tener en el resultado del plan de urgencia que va a formular la Junta, las variables políticas y sociales?

R. Importante. Desde el punto de vista político, las fuerzas de la región deberían comenzar por unificar los criterios sobre los escenarios realistas y viables sobre los que conseguir la inversión pública y privada. Quiero decir que deberíamos de conseguir el compromiso de que ciertos proyectos públicos van a seguir haciéndose, y que se van a hacer en el tiempo y en el espacio previstos. Y, además, sería necesario que las fuerzas sociales establecieran una especie de pacto o concordato por el que ambas partes pusieran de su parte los medios para salir de la actual situación. Si la productividad no crece -y en uno de estos análisis la hemos cifrado modestamente en un 2,2% anual- nuestros productos no podrán competir en los mercados nacionales e internacionales. Esto supone que habrá por parte obrera reestructuraciones de plantilla, y, por parte empresarial, reorganización interna, nuevas técnicas de mando y nuevas tecnologías.

Todo esto exige un panorama de cuatro o cinco años de tranquilidad social; si no es así no iríamos adelante. Como muestra, basta el botón de Nervacero.

Pero todo ello, en mi concepto, sería inseguro sin que se establezca un auténtico seguimiento de la marcha de todos los proyectos.

La Junta debe de institucionalizar un seguimiento a nivel de Madrid, quizá en el Ministerio de Economía, como interlocutor válido de la marcha de todos los proyectos e inversiones.

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