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LA LIDIA

La llamaban "primera plaza del mundo"

J. V.Con este asunto de las corridas mixtas, Berrocal nos hace la santísima. Mejor dicho, se la hace a la afición de Madrid. Al parecer ha descubierto una fórmula para no perder dinero, o para ganarlo, y se aferra a ella aunque el coste de ponerla en práctica sea hundir el prestigio de Las Ventas -esa que llamaban «primera plaza del mundo»- y acabar con las poquitas ilusiones que les quedan a los aficionados.El domingo había público en Las Ventas, pese al cartel, que no se podía ni mirar, lo cual nos hace pensar que con una combinación de toreros nada más que apañadita la entrada habría sido de las buenas. La gente tiene ganas de ir a los toros. Pero a los toros, no a las mixtificaciones, que, por otra parte, transgreden lo previsto en el contrato de arrendamiento de la plaza, donde se dice claramente que se celebrarán los días festivos corridas de toros o novilladas picadas (no mixturas, no rejoneos, no don Tancredo o el Hombre hierba.

Plaza de Las Ventas

Corrida mixta. Cuatro toros de Fernández Palacios, bien presentados, desiguales. El rejoneador Gutiérrez Campos, vuelta en los dos. Antonio Rojas: media (silencio). Dos pinchazos, estocada corta y rueda de peones (silencio). Un novillo de García Romero, con problemas, y otro de Arribas, muy noble. El Gallo de Morón: pinchazo bajo, estocada tendida, rueda de peones y dos descabellos barrenando (algunas palmas). Tres pinchazos (aviso), otros dos pinchazos y estocada delantera con vómito (palmas y pitos)..

El contrato de arrendamiento: bonito papel mojado, del que ya podemos irnos olvidando, pues esta diputación que padece la fiesta en Madrid lo tiene olvidado también o lo interpreta a su acomodo, que suele ser el acomodo del propio empresario. Con el contrato de arrendamiento pueden ocurrir las más disparatadas peripecias, que no pasa nada. En la diputación tienen consumados especialistas en explicar que lo blanco es negro o que lo negro es blanco; y las quejas, al maestro armero.

Lo mismo para los carteles que compone Berrocal: Rafael Gutiérrez Campos, a caballo; Antonio Rojas, con dos toros; El Gallo de Morón, con dos novillos. ¿Es este un espectáculo para Las Ventas? Pero, en definitiva, da igual: las quejas, al maestro armero. Los reductos de afición que había en la plaza estaban envenenados, mas en contenido silencio, hasta que apareció un toro cojo y se despacharon a gusto con el demasiadas veces mencionado Berrocal. De todo le dijeron. Mientras, Rojas no podía hacer nada con ese toro, que se le caía. Al otro, un manso huido, le persiguió por toda la plaza para robarle pases. El Gallo de Morón, mozo nervioso y extravertido, pasó sustos en una embarullada faena al revoltoso García Romero, que se le revolvía, y dio toda suerte de pases, atropellados y vulgares, al de Arribas, que era una maravillosa de nobleza. El bondadoso funito le volteó, aunque parecía imposible que tal suceso pudiera ocurrir, y el ya desplumado hijo de Morón acusó con aparatosos gestos el magullamiento que le produjo el batacazo. Por su parte, Gutiérrez Campos rejoneó con sobriedad y gusto, reunió y clavó bien, y aunque los dos toros le tropezaron los caballos, su actuación resultó muy acertada.

Las Ventas: la llamaban «primera plaza del mundo» hasta que llegó un empresario que va de listo por la vida.

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