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La fiebre del ovni invade varios pueblos de la montaña leonesa

Cuatro niñas, de edades comprendidas entre los seis y los ocho años, dieron la voz de alarma el pasado día 7. Con voz entrecortada, tras una larga carrera, relataron, al caer la tarde, que habían visto un «platillo volante». Poco después, en la escuela, las niñas dibujaron, por separado, el mismo ovni. Al día siguiente, un padre de familia se salió de la carretera con su coche, al percibir una potente luz amarillenta, con forma de globo, que se le aproximaba. Desde entonces, los vecinos de Tolibia de Arriba, localidad de la montaña leonesa, tratan de divisar cada noche ese ovni, que nunca se aparece a más de dos personas.

Los padres de las niñas no se lo creyeron. Un platillo volante, «¡qué tontería!». Pero concedieron cierto crédito a aquellas desencajadas caras de seis, siete y ocho años, y decidieron acudir a la maestra del pueblo .. En presencia de la maestra, las cuatro niñas volvieron a relatar el episodio de ciencia-ficción.Jugaban en una era. El pasado día 7, al atardecer. En lo alto de uno de los montes que rodean el pueblo vieron un «platillo volante», que corrió por el cielo hasta que se «posó» en otra colina cercana y opuesta a aquélla. Se asustaron y corrieron a decírselo a su familia. Cuando llegaron al pueblo y volvieron la vista hacia aquel monte, el «platillo» había desaparecido.

La maestra quiso comprobar la veracidad de la historia y situó a cada una de las niñas en una esquina del aula de la escuela. Les facilitó papel y lápices de colores y se limitó a decirles que dibujaran lo que habían visto. Minutos después, la maestra tenía en su mano cuatro hojas, en las que aparecía el mismo «clásico platillo volante», ovalado, con el cuerpo amarillo y una franja roja que le atravesaba horizontalmente. Uno de los dibujos presentaba la franja en color negro. Marian se apresuró a decir que lo había pintado de aquel color porque no tenía «lapicero rejo».

Las niñas, después, no se pusieron de acuerdo sobre las «patitas» que habían salido de la barriga del «platillo volante» para posarse en el monte.

La voz de alarma definitiva la dio al día siguiente un padre de familia, de 38 años, natural de Tolibia de Abajo (León), residente en Avilés (Asturias) y trabajador de plantilla de la factoría de Ensidesa.

Sobre las diez de la noche del día 8, Víctor Gutiérrez conducía su R-8 por las empinadas cuestas que conducen a Tolibia de Arriba, localidad de la montaña leonesa, próxima al puerto de San Isidro. El conductor, al doblar una curva, tras un fuerte repecho, observó «una luz que tenía forma de globo y lanzaba destellos amarillos». Mi susto fue mayúsculo, incluso me salí de la carretera. La luz, de repente, tomó velocidad y desapareció detrás de los montes».

Los lugareños no creen que de verdad existan ovni por aquellos parajes. Son muchos años de historias de «duendes» que aparecen por los caminos o «bramidos» del «Lago Ausente», que anuncia un invierno crudo, para pensar ahora en una visita de objetos volantes. Sin embargo, los vecinos de aquellos pueblos escudriñan los alrededores todas las noches, a las 10.30 horas, y todas las madrugadas, a las cinco de la mañana, horas en que suelen hacer acto de presencia los extraños fenómenos.

Para los veraneantes, la visión de un ovni es, desde el pasado día 8, conversación favorita y pretexto para recorrer aquellas carreteras con el coche a punto.

Según diversos testimonios, «el ovni nunca fue visto por más de dos personas juntas». Los más escépticos opinan que no existen tales ovni, y que las observaciones son efectos ópticos que producen la conjunción de luces que provienen de la Luna y las estrellas. La realidad es que unos y otros se reúnen todas las noches con paciencia monacal, para tratar de ver «el ovni» y, en cualquier caso, observar el cielo y contar las estrellas fugaces que por allí caen.

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