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LA LIDIA FERIA DE BILBAO

Del sonrojo al peligro

Cuando salió al ruedo el primer toro de la tarde, chico, escurrido, renqueante y al primer capotazo se vino abajo, parte del prestigio torista de Bilbao se resquebrajó, y cuando la presidencia, tan celosa en otras cosas, se quedó como si tal y no mandó retirar el animal, que manifiestamente no servía para la lidia, esa parte de prestigio se vino abajo estrepitosamente. Pero lo que vino a continuación casi estuvo a punto de enfadar al público, que, sorprendentemente, no protestó la salida del segundo, otro torillo romo e inválido. La presidencia tampoco consideró oportuno retirarlo. y así anduvo el animal derrumbándose en cuanto alquien le ponía un capote delante. Y qué vamos a decir del tercero, mocho y chico. Fueron tres borrones que han ensuciado el limpio historial torista de Bilbao, y menos mal que al tercero ni se le picó y Campuzano pudo ligar una faena digna, en la que entendió perfectamente al toro dándole la distancia justa, e hizo olvidar un poco el sonrojo de haber visto un simulacro de corrida de toros.Sin embargo, la corrida terminó con un toro hecho y derecho que sacó peligro y puso a prueba las ganas de ser torero de Tomás Campuzano, que se la jugó aguantando las embestidas mansas e inciertas del animal. Un toro que tuvo en vilo a toda la plaza.

Plaza de toros de Bilbao

Cuarta corrida de feria. Media plaza. Seis toros de los Herederos de Hernández Pla: desiguales, inválidos los tres primeros y peligroso el sexto. José Luis Galloso: saludos y saludos. Nimeño II: saludos y silencio. Tomás Campuzano, una oreja y saludos. Al doblar el sexto toro pasó a la enfermería después de recibir un varetazo en la axila izquierda.

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