Experiencia piloto de convivencia entre delincuentes juveniles españoles y alemanes
Treinta y cuatro chicos, con edades comprendidas entre los diez y los dieciséis años, e internados en el centro de rehabilitación de menores Colegio Zambrana, de Valladolid, han pasado doce días en una casa tutelar holandesa, donde han convivido con un grupo de niños y niñas alemanas, también delincuentes o predelincuentes. El viaje ha sido costeado por una fundación de los Países Bajos y por el Consejo Superior de Protección de Menores de España, y tenía como objetivo esencial aumentar el nivel cultural de los jóvenes, mostrarles otros modos de vida, hacerles convivir con niños de otra nacionalidad y darles una confianza que necesitan.La excursión a Holanda se inscribe dentro de los actos previstos por el Colegio Zambrana para la reinserción del menor en la sociedad. El centro vallisoletano, considerado como piloto, aplica un résumen totalmente abierto v basado en el diálogo constante entre los educadores y los chicos internados. En la sección de "peligrosos", en la que se halla, entre otros, el famoso Kung-Fu, también se observan estas normas. si bien los chavales no pasean solos por la calle ni son perdidos de vista por los monitores que conviven con ellos.
Andrés Pascual Formatie director del centro, calificó como muy positivo el viaje a Holanda y resaltó el excelente comportamiento de estos chicos delincuentes o predelincuentes que, «sín embargo, fueron incapaces de robar algo, ni siquíera cuando anduvieron solos por Amsterdam, París, Rotterdam o La Haya».
Dos de los educadores que acompañaron a los niños durante su estancia en tierras holandesas coinciden en señalar que «resultó sorprendente comprobar el grado de civismo alcanzado por los chicos. Respondieron plenamente a la confianza que les dimos y no recibimos ni una sola queja de ellos». Otro de los aspectos que destacaron las personas citadas fue la facilidad con que los menores españoles se hicieron amigos de los alemanes que vivieron con ellos en la casa tutelar holandesa. «No se entendían de palabra, pero congeniaron inmediatamente. El día de nuestra vuelta a España los hermanos nos hicieron una despedida emocionante e incluso lloraron».
Los propios chavales están satisfechos de los resultados del viaje y aseguran que volverían a repetir la experiencia. Resulta curioso comprobar cómo estos niños, internados en el centro vallisoletano por diversos robos, se quedaron maravillados de que «en Holanda todo el mundo respeta las cosas y nadie quita nada». También se mostraron sorprendidos de que ellos hubieran sido capaces de mantener una conducta similar y de «no haber mangado ni estropeado nada de lo que teníamos a mano».
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