Hemos perdido su sonrisa

( ... ) Por esperada que fuese, la muerte de Joaquín Garrigues se me aparece esta maldita madrugada como una desagradable injusticia, como una inaceptable tragedia. Es el triunfo de la sinrazón, la victoria de la fatalidad sobre la fuerza del hombre, la apoteosis desbocada y ciega de la furia del destino.Nunca nadie fue tan necesario. Nunca nadie estuvo tan cerca de la verdad subjetiva de su mundo y de su tiempo. Nunca nadie pudo suscitar tanto afecto y simpatía en el radio de acción de su palabra.

La muerte de Joaquín es un castigo antinatural e inmerecido, porque es la muerte de una de esas personas que, como decía Unamuno, y ha recordado Areilza, «llevan consigo. la esperanza ». Los ojos de todos sus amigos quedarán hoy anegados en lágrimas. ( ... )

Joaquín quería ser presidente del Gobierno y hubiera sido un magnífico presidente del Gobierno. ( ... )

Su hora había llegado precisamente en esta fase del proceso político. Nadie en UCD discute que si la candidatura de Joaquín hubiera entrado en liza en la dinámica interna del partido o si su nombre hubiera podido contar como candidato de una moción de censura en el juego parlamentario, a estas alturas el país estaría fecundádo ya por la fuerza moral de su liderazgo.

Algo de todos nosotros se va con su sonrisa. ( ... )

28 de julio