Los homosexuales italianos quieren una ley que les permita casarse

Los homosexuales italianos no quieren ser menos que sus compañeros de Centroeuropa. Por eso, ayer hicieron una petición formal para que el Parlamento italiano apruebe una ley que permita a estos contraer matrimonio civil.La petición fue presentada al alcalde comunista de Roma, Luigi Petroselli, por dos militantes del FUORI, la organización nacional de los homosexuales italianos. Se trata de Doriano Galli y de Giovanni Pellegrini, que llevan ayunando quince días para obtener esta ley, y con un ayuno tan duro que los médicos han denunciado que están poniendo en serio peligro sus vidas.

Además del derecho a casarse, estos homosexuales piden la abrogación del artículo 28 de la lista de las imperfecciones que dispensan de hacer el servicio, militar. En este articulo, en efecto, figuran en el mismo plano homosexuales, drogadictos y esquizofrénicos. Piden también la revisión de las normas actuales, que en caso de separación de un matrimonio en el cual uno de los dos es homosexual los hijos se confían al otro miembro, considerado el sano.

Uno de los militantes del FUORI recibidos por el alcalde Petroselli, Doriano Galli, que tiene veintiocho años, había pedido ya oficialmente poder contraer matrimonio con Mario Marra, de diecinueve años. Del ayuntamiento les llegó la respuesta negativa, alegando que la legislación italiana prohibe casarse a dos personas del mismo sexo. Este fue ayer uno de los motivos de diálogo entre los representantes del FUORI y el alcalde romano. Según una declaración del FUORI, el alcalde comunista se ha mostrado muy abierto a sus peticiones, aunque se quejan de que no les dio respuestas concretas.

Pero se han quedado satisfechos porque Petroselli les ha asegurado el apoyo y la participación del Ayuntamiento de Roma al próximo congreso homosexual nacional, que tendrá lugar en Roma en otoño, y donde estos diversos harán públicas todas sus peticiones y denunciarán con tantos testigos, y apoyados por diversos abogados, todas las persecuciones que han sufrido y siguen sufriendo los miembros del FUORI, llegando hasta la tortura por el simple hecho de ser considerados anormales por la sociedad burguesa.