El PS italiano emprende un profundo cambio orientado a converger con los cristianos
El Partido Socialista italiano va a emprender un cambio profundo, y para ello se espera el próximo congreso nacional que tendrá lugar en otoño. El grupo del actual secretario general Bettino Craxi, que ha vencido en las últimas elecciones municipales con un resultado que nadie esperaba, está convencido de que el electorado italiano ha querido comprobar la nueva línea del partido que se propone algo muy concreto: hacer del Partido Socialista italiano un partido «autónomo» con características propias, en dialéctica pero no en ruptura con el gran partido de la izquierda italiana: el Partido Comunista.
Lo mismo que desde Gramsci y Togliatti existe un camino hacía el comunismo «italiano», el grupo de Craxi, desea abrir una página nueva en la historia de su partido. Un partido que en Italia nunca logró cuajar ni recoger los potenciales votos socialistas, que se reparten hoy entre democristianos, comunistas y radicales. Se empieza a buscar «un camino italiano hacia el socialismo» y está a punto un documento que ilustrará esta nueva empresa, según se informó a EL PAIS.Los más asustados son los democristianos, porque es un proyecto como el que equilibró el partido de De Gasperi. Y esto por una razón muy sencilla: el PSI va a lanzar la idea base de su nueva estrategia: 61 diálogo con el mundo cristiano y en general con todo el mundo «de los hombres religiosos», reproponiendo al mismo tiempo una meditación pública acerca de lo que significa hoy «ser de izquierdas».
Como preparación de este cambio, del que se hablará mucho en los próximos meses, el joven socialista Claudio Martelli, el benjamín del Parlamento italiano, brazo derecho de Craxi y señalado ya con el dedo como el secretario socialista del futuro, ha lanzado la primera «provocación» que ha despertado un vivo debate, en el que están participando los nombres más ilustres de la intelectualidad italiana, laica y católica. El debate está en todos los diarios del país. Claudio Martelli anunció que los socialistas van a proponer la revisión del concepto de «izquierdas», y que esto no es posible hacerlo, sobre todo en Italia, sin plantearse previamente el problema del encuentro entre socialismo y mundo religioso. En realidad supone una revisión a fondo de toda la historia del socialismo de Nenni.
Los socialistas han escogido a Martelli, la figura más destacada, joven y más brillante del partido, para lanzar la nueva carta del socialismo italiano.
Con Claudio Martelli ha conversado en su despacho de Roma este corresponsal.
«La idea de una revisión del concepto de izquierda que tenga en cuenta el factor "religioso"», dice Martelli, «ha nacido de la convicción de que el esfuerzo hecho en estos años para llevar a cabo una revisión, más ideal que ideológica, del socialismo, desea dar un paso hacia adelante. Ha sido importante el divorcio con el leninismo, los contactos-internacionales establecidos con los socialismos, los laborismos y las socialdemocracias europeas. Ha sido importante una cultura de la sociedad industrial avanzada y de sus posibles transformaciones. Y también de las distintas conductas políticas seguidas en los campos institucionales, económicos, administrativos y jurídicos que puedan ser adoptados».
«Sin embargo, siento, y no soy el único, la exigencia para el socialismo italiano de un horizonte más amplio que pueda dirigirse, no sólo al interés social, sino también "al corazón de los hombres y a una esperanza de cambio". En este cambio nos encontramos necesariamente»,, añade Martelli, «con la cultura cristiana, aunque prefiero hablar, más que de cultura cristiana o católica, de experiencia religiosa».
¿Qué significa, pues, para los nuevos socialistas italianos «ser hoy de izquierdas»?
«Es una tensión entre búsqueda de la verdad y praxis política, y por tanto está a caballo entre cosas entre sí contrastantes, no siempre coincidentes. El aspecto fundamental de la experiencia religiosa, que es irrenunciable a la esencia de la izquierda, es la idea de esperanza. No es escatología, una fuga del mundo, pero sí la idea de un cambio y de una transformación profunda guiada por principios y por valores».
Martelli está convencido de que a las grandes revoluciones de la historia le ha sido apuntada esta dimensión, que en el lenguaje socialista se llama «solidaridad de clase, y en el religioso cristiano, «amor, esperanza, fraternidad entrega al prójimo».
A la pregunta de si esta visión del socialismo no contrasta casi radicalmente con el socialismo histórico italiano, el líder socialista afirma que «una idea moderna de socialismo no debe separar al partido, como lo ha hecho en el pasado, de tres realidades muy importantes: el pueblo, el Tercer Mundo y el fenómeno religioso».
"Romper con la cultura eurocéntrica"
«Un socialismo nuevo debe tener en cuenta», afirma Martelli, «el cambio de las sociedades industriales avanzadas y usar sus técnicas modernas y complejas; pero debe también saber encontrar al hombre completo, con sus sentimientos, afectividad, necesidades y sensibilidad popular. Debe saber romper con la cultura eurocéntrica y con la actitud de desprecio superficial hacia el fenómeno religioso».Y añade con calor: «Siento cada vez una aversión mayor hacia una interpretación árida de la cultura iluminística, positivista y marxista, que o produce monstruos, como en el caso del socialismo real de los países del Este, o se encierra en una herencia iluminada del dominio burgués».
El líder socialista ha pedido que en este encuentro del partido con los cristianos se respete al máximo la identidad de cada uno, buscando todo aquello que «une», como la idea de la «solidaridad católica», que, según Martelli, ha producido una «cultura».
Para esto, el nuevo partido socialista está dispuesto -como afirma abiertamente Martelli- a dialogar, más que con la jerarquía o con los católicos de la vieja guardia, con los «cristianos nuevos», que han descubierto la dimensión social del Evangelio.
"El diálogo es posible"
¿Cómo conciliar, sin embargo, algunos temas que hasta hoy se presentaban como antitéticos entre socialistas y cristianos, por ejemplo, el tema del aborto y el de la lucha de clases?«Incluso en estos temas más espinosos, el diálogo es posible. Por lo que se refiere al aborto, es verdad que existe una oposición radical, ya que el socialista defiende el derecho de la madre a decidir sobre su maternidad, y el cristiano, el derecho del hijo a nacer. Pero, en realidad, socialistas y cristianos tienen una visión, en la base, común al problema: la defensa de la vida. Lo demás queda abierto al diálogo».
Por lo que se refiere al concepto de lucha de clases, Martelli responde que el socialismo acepta un concepto de lucha de clases «violento» sólo en casos extremos, como, por ejemplo, en América Latina, para liberarse de algunas dictaduras fascistas. En los demás casos, la lucha la hace dentro del ámbito democrático, y en este campo ningún cristiano puede estar en desacuerdo en luchar por reformas más justas y en la defensa de las clases más humildes y desheredadas contra quienes se adueñan del derecho a la vida de los demás.
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