Un hombre libre
Fernando González era un gran amigo, un gran periodista y escritor. Pero era, ante todo, un hombre libre, con toda la valentía que requiere el ejercicio de la libertad en la profesión periodística. El día que Fernando se incorporaba como redactor jefe al diario Informaciones, me dijo: «Hoy, según los médicos, tendría que haberme muerto». La muerte tardó dos años en arrancarle la vida.No he conocido persona tan entrañable, tan entera, tan rigurosa consigo mismo, tan amante de la vida y al mismo tiempo tan consciente de la muerte. En Fernando brotaban por igual la energía y la reflexión, era profundamente puritano en su desprecio magnífico a la riqueza, al consumo y en la coherencia que a sí mismo se exigía, y ello desasosegaba a las personas que querían periodistas ceñidos a sus dictados.
Fernando sufrió su durísima enfermedad y se enfrentó a la muerte como dicen que lo hicieron los hombres de gran fe. Hoy, a sus amigos, la ausencia de Fernando nos duele. /
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