Positivo balance del Pleno del Parlamento
Como positivo puede considerarse, el balance del Pleno del Parlamento vasco concluido el viernes por la anoche. Después de tres extensas sesiones, la Cámara ha superado con «nota alta» su prueba de reválida como lugar de debate de los problemas más acuciantes que hoy tiene planteados la comunidad autónoma vasca y, en definitiva, como institución capaz de reconducir la vida política en Euskadi.Por primera vez, y aunque será necesaria una segunda lectura en profundidad, el Parlamento abordó temas como el paro, libertades democráticas y la normalización de Euskadi -con aspectos como el impuesto revolucionario o el posible estudio de medidas de gracia-, que sirvieron para dibujar los bloques que han de constituirse en la Cámara, en la que se produjo también, por primera vez, una clara bipolarización entre el PNV, partido en el poder, y el PSOE, en la oposición más consistente.
Por otra parte, como nota positiva, el Párlamento arrancó del Gobierno una amplia información sobre la marcha del proceso de desarrollo del Estatuto y en concreto de la negociación de transferencias a la comunidad. autónoma, obteniendo, por así decirlo, un «voto de confianza de la oposición».
«Todos contra el PNV». Así podría titularse la crónica de la primera parte del Pleno -sesiones del miércoles y jueves por la mañana-, en las que la oposición y el partido mayoritario se enzarzaron en una verdadera pugna dialéctica, no exenta de testimonialismo y de escasos beneficios ,prácticos para la Cámara. Momentos de una enorme tensión, en los que se olvidó el orden del día al pasar a discutir, de manera forzada, dos temas polémicos relacionados con el orden público autónomo: el caso del campo de tiro de Berrozi, e íntimamente ligado a aquél, la presencia en la diputación de un «pegajoso» cuerpo de seguridad.
El ambiente fue mucho más distendido en la segunda parte del Pleno, a medida que se entraba en los debates, más esperados, en tomo a temas como el paro y la normalización de la vida ciudadana.
No se llegó muy lejos en el primero de los puntos. El PNV pretendió, a través del Gobierno vasco, canalizar la posible adopción de medidas concretas para afrontarlo. En un dictamen calificado por la oposición como «puramente testimonial», la izquierda, unida en torno a un extenso programa de medidas contra el paro presentado por el PSOE, logró que el PNV retrocediera en su posición.
Estaba también «cantado» previamente el resultado de la discusión del dictamen en torno a la normalización de la vida ciudadana en Euskadi, que el PNV había logrado sacar adelante para evitar que el debate concreto sobre la amnistía y sobre la posible adopción de medidas de gracia se incluyera como punto independiente en el orden del día. La discusión del mencionado dictamen evidenció algo que ya se sabía: que AP, UCD y PSOE son, hoy por hoy, totalmente contrarios a la concesión de una amnistía; que PCE y PNV condicionan el posible estudio de medidas de gracia a un cese de la violencia armada; y que únicamente Euskadiko Ezkerra propugna la adopción de medidas de gracia sin condiciones previas. El Parlamento sacó adelante, con la sola abstención de EE, un acuerdo conjunto de rechazo al impuesto revolucionario, con una petición expresa a los vascos afectados, para que no lo abonen.
Fueron precisamente estos aspectos referidos a la violencia las únicas fisuras en el bloque de las fuerzas de izquierda, que actuaron unidas durante todo el Pleno, en el que una vez más se echó en falta la presencia de Herri Batasuna, que sitúa hoy a EE en el extremo del espectro parlamentario. El PSOE se alzó como el partido de oposición más consistente, logrando en múltiples ocasiones largas pugnas en solitario con el PNV, que producían el efecto de una clara bipolarización de la Cámara. El PNV, que contó en bastantes ocasiones con el apoyo de UCD, una vez superados algunos complejos de víctimas y con titubeos evidentes, fue asentándose como partido del poder haciendo sentir la autoridad de su mayoría, gracias fundamentalmente al papel destacado del portavoz del grupo, Emilio Guevara, y del propio presidente del Gobierno, Carlos Garaikoetxea, que, casi al término del Pleno, realizó una larga intervención.
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