Una España feliz
De manifestaciones está el mundo lleno. Pero de manifestaciones tontas y ridículas sólo están llenas las calles españolas. Y digo esto porque manifestar una opinión me parece importante y deseable, pero manifestar tonterías me parece ridículo. Todo esto viene a pelo al enterarme de la cosa ultra contra el cambio de nombres de calles, algunas calles, en Madrid.Sé que idioteces se hacen siempre, yo el primero; pero una cosa es hacer una idiotez y otra ser idiota, porque, si no, ¿qué son los que quieren que este país no encuentre nunca una seguridad y un camino libre y rector? ¿Qué son los que pretenden seguir con unos nombres de calles que recuerdan la más triste historia de España? Como dijo el poeta: «De todas las historias de la historia, / la más triste es, sin duda, la de España, porque termina mal». Quizá sea lo que pretenden estos salvadores de la patria -de su patria, que la mía es una España libre-, que termine mal la historia de un pueblo que nunca intentó otra cosa que ser feliz, aunque nos dé vergüenza decirlo; ser feliz y tener un futuro apacible, sin golpes de unos ni de otros. Feliz./
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