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La comisión de la CEE se opone a restringir las exportaciones niponas a Europa

Soledad Gallego-Díaz

La comisión de la Comunidad Económica Europea (CEE) se opone firmemente a cualquier medida que suponga una restricción de las exportaciones japonesas al mercado europeo, pese a la fuerte presión por parte de los fabricantes de automóviles, preocupados por la avalancha de los utilitarios nipones.

El vicepresidente de la comisión, Hafferkamps, de regreso de un rápido viaje a Tokio, celebró ayer una conferencia de prensa en Bruselas para explicar el documento que acaba de ser entregado al Consejo de Ministros comunitario, proponiendo una nueva estrategia global en las relaciones comerciales de la CEE y Japón.El objeto de dicho documento es «prevenir el deterioro creciente de las relaciones comerciales comunitario-japonesas » y establecer las bases para una mayor cooperación. Según la comisión, las relaciones actuales están lejos de ser satisfactorias, debido fundamentalmente a que no existe una política común de los nueve. La mayoría de los países comunitarios mantiene restricciones cuantitativas contra las exportaciones japonesas que «son discriminatorias y constituyen para el Japón un motivo de irritación creciente, sin proporción con la importancia económica de las restricciones comerciales en sí».

Japón -añade el documento- es la tercera potencial industrial del mundo, y la Comunidad, en su propio interés, debe intentar aumentar la cooperación «cubriendo el conjunto de sectores mutuamente interesantes». Este objetivo precisa- es imposible mientras los Estados miembros de la CEE mantengan medidas proteccionistas nacionales.

La comisión estima que la desaparición de dichas medidas es fácil en determinados sectores, pero que en otros será necesario un criterio de progresividad y de reciprocidad. La Comunidad -prosigue - podría intentar en último caso llegar a un acuerdo sobre limitación temporal de determinadas exportaciones japonesas, mientras que la industria europea acomete las reestructuraciones necesarias para competir globalmente.

Hafferkamp se negó repetidamente a aclarar si la CEE solicitará a Japón que autolimite sus exportaciones de automóviles a Europa, tal y como parece que consigue Norteamérica. Señaló que existían conversaciones trilaterales al respecto e insistió en que cualquier tratamiento del tema debería incluirse en la revisión global de las relaciones comerciales con Japón. Las conversaciones CEE-Japón, en este sentido, se iniciarán, probablemente, el próximo otoño.

El vicepresidente de la comisión introdujo un nuevo elemento al acentuar la importancia que Japón concede a la «colaboración política» con los nueve. «Mis interlocutores en Tokio se mostraron interesados en lograr una mayor colaboración con Europa en el plano político, ayuda al desarrollo, relaciones Norte-Sur, nuevas tecnologías, etcétera».

«La comisión», terminó Hafferkamp, «está decidida a mantener los acuerdos del Tokio-Round y a abrir al máximo las relaciones comerciales con Japón. Como atravesamos una difícil situación económica, queremos que los nipones comprendan que si sus exportaciones son demasiado voluminosas nos crean problemas, y que tengan en cuenta las posibilidades de absorción de nuestro mercado. La firma, ayer, entre el Gobierno español y el Euratom significa uno de los primeros convenios suscritos por España con el Mercado Común, uno de cuyos organismos especializados es precisamente el Euratom.

El ingreso de España en el Mercado Común lleva consigo aparejado la integración, en el plano científico y técnico uno de los aspectos que más interesan a Europa, ya que se considera que nuestro continente tiene escasos recursos naturales, y su única salida es el fomento de su actividad científica y tecnológica.

Entre las actividades de investigación y desarrollo del Euratom se encuentra el proyecto comunitario JET, que tiene como fin el desarrollar la fusión nuclear europea.

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