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Carlos Revilla superó, con los votos de socialistas y comunistas, la propuesta centrista que pedía su dimisión

Carlos Revilla, presidente de la diputación provincial, superó ayer, con los votos conjuntos de socialistas y comunistas, la propuesta de dimisión planteada por el grupo de diputados de UCD, tras un pleno largo que tuvo momentos de fuerte tensión. Los ucedistas, y en particular su portavoz, Enrique Castellanos, dieron una imagen empobrecida, de falta de preparación a la hora de debatir un tema importante -la presunta conducta antidemocrática del presidente- que habían provocado ellos mismos.

El pleno había despertado gran expectación. La tribuna se hallaba abarrotada de público, y asistieron como observadores José María Palacios, concejal ucedistas del Ayuntamiento madrileño; Jaime Cortezo, secretario general de UCD-Madrid, y Juan Barranco, secretario de política municipal de la Federación Socialista Madrileña.Toda la estrategia de UCD se centró en los tres decretos firmados por el presidente el 17 de mayo pasado, por los que se ordenaba el pago de honorarios a Gregorio Peces-Barba del Brío y Fernando Moreno, por trabajos jurídicos y arquitectónicos que dichos profesionales realizaro.n sobre edificios de la diputación o (le posible adquisición por ésta. Enrique Castellanos hizo una serie de preguntas sobre si había consignación para los pagos, por qué no se había informado al pleno de los mismos, y otras cuestiones secundarias, que fueron contestadas por sucesivos diputados de izquierda, el interventor y el secretario de la diputación, en base a explicaciones legales que fortalecían la postura del presidente. Este no llegó a estar acorralado por las acusaciones ucedistas en ningún momento.

César Cimadevilla, José Borrell (del PSOE) y Luis Larroque (PCE) coincidieron en atacar duramente la irresponsabilidad, falta de seriedad y ausencia de datos y alternativas presentados por los diputados ucedistas. Sin embargo, la izquierda tuvo buen cuidado en responsabilizar de las malas relaciones con UCD existentes hoy día al señor Castellanos, y no al grupo de diputados como tal. Socialistas y comunistas lanzaron varias veces insinuaciones muy claras acerca de la conveniencia de que el portavoz ucedista fuera una persona más preparada políticamente.

Otra de las acusaciones esgrimidas por Castellanos fue la imposibilidad para los diputados ucedistas de acceder a la información interna de la diputación, a lo que el señor Revilla respondió que en su día le había advertido por escrito de que era nece saria una solicitud para acceder a los documentos, y que cumplido ese simple trámite no existirían problemas. El señor Revilla re prochó al portavoz ucedista que hiciese caso omiso de tal requisito y luego siga esgrimiendo el argumento de que no les dan facilidades

En un momento dado, el señor Castellanos intentó extender el debate a otros puntos que no figuraban en el orden del día, lo que no fue aceptado por el presidente, negativa que, a su vez, sirvió para lanzar nuevas invectivas de antidemocratismo. El pleno alcanzó momentos de fuerte tensión. En una ocasión, el portavoz ucedista preguntó si los arquitectos provinciales tenían conocimiento del encargo realizado al arquitecto y abogado citados antes, y cuando el sefíor Revilla iba a contestar, el primero le cortó exigiendo que contestara simplemente sí o no, exigencia que provocó momentos de cierta indignación, no exenta de humorismo, entre los bancos de la izquierda.

Aquéllos insistieron, a su vez, en que los diputados ucedistas si tenían información de los temas llevados al pleno, y que no comprendian cómo si las faltas del presidente eran tan graves y patentes, no habían recurrido al gobierno civil o incluso a los tribunales de justicia. Después del debate se llegó a la votación secreta, que arrojó el resultado de veintisiete votos en contra de la dimisión y veintitrés a favor.

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