Aumenta la tensión social en Polonia por las subidas de precios
La tensión social en Polonia continúa, aunque ciertos indicios hacen pensar que las huelgas actuales contra la subida de precios no alcancen las características de aquellas de 1970, que hicieron caer el equipo gobernante de Gomulka, y las de 1976, que originaron enfrentamientos violentos entre policías y obreros.
El pasado jueves, las factorías de Ursas y Tzcew permanecían en huelga, a la que se sumó la factoría Huta Warszawa, de la capital, y en algunas canteras navales, en Gdansk y Gdynia, los obreros pararon intermitentemente y parecen haber nombrado una comisión que solicita entrevistarse con el primer secretario del Partido Obrero Unificado Polaco (POUP-comunista), Edvard Gierek.
Según Jacek Kuron, uno de los portavoces del Comité Obrero de Defensa (KOR), la huelga se sigue especialmente en la fábrica de tractores de Ursus y en las fábricas de materiales aeronáuticos de Mielec, a unos quinientos kilómetros de la capital.
Las autoridades, que trataron de ocultar, o al menos minimizar, esta oleada de huelgas en un principio, reconocieron ayer el malestar «y las discusiones, a veces tempestuosas, entre obreros y directores de empresa», según la agencia oficial polaca Interpress.
Comisiones obreras
En Ursus y en Mielec se formaron el pasado miércoles «pequeñas comisiones obreras» para negociar con la dirección de la empresa (estatal) las condiciones de un aumento salarial, en ningún caso inferior al 5%. Parece ser que el propio KOR no es ajeno a esta innovación, desde el momento que las direcciones de las empresas afectadas por la huelga decidieron entablar negociaciones para evitar explosiones violentas, como en épocas anteriores.Hasta el momento no han podido confirmarse ciertos rumores sobre detenciones de obreros en algunas canteras navales del Báltico, en Gdansk y Gdynia.
Según opinión de algunos especialistas en temas polacos, si la situación no degenerase en conflictos mayores, podría resultar una primera victoria política del recientemente nombrado primer ministro, Edvard Babluch, en torno a su programa de paulatinos aumentos de precios en su plan de reforma económica. Sin embargo, la oleada de huelgas de estos momentos hacen presagiar un futuro nada halagüeño a las autoridades si éstas prosiguen con su idea de aumentar entre el 50% y el ciento por ciento el precio de ciertos productos alimenticios, contando no sólo con el malestar obrero y un movimiento disidente bien organizado, sino además con la actitud de la principal fuerza social del país, la Iglesia, hasta el momento silenciosa sobre los últimos acontecimientos.
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