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El PCE iniciará negociaciones con el PSOE para acelerar el proceso autonómico madrileño

El comité provincial del PCE presentó ayer públicamente su propuesta de elevar a la provincia de Madrid al rango de comunidad autónoma, y anunció la apertura de un proceso de negociaciones, primero con el PSOE y luego ambos -si prosperan aquéllas- con UCD, para que la aprobación del estatuto autonómico en el Parlamento y las elecciones se den en los seis primeros meses de 1982. Simón Sánchez Montero, secretario general del PCE de Madrid, declaró que es ya urgente la necesidad de definir cuál será el futuro de Madrid en el contexto de un Estado de autonomías como el nuestro.

El comité provincial del PCE rechazó en sus estudios previos las otras dos alternativas. La primera, que Madrid permanezca como una simple provincia, inadmisible en un Estado en el que todas ellas van a estar encuadradas en comunidades autónomas, con lo que dispondrán de fórmulas de autogobierno y competencias propias. Madrid como simple provincia dependería exclusivamente del Gobierno central, y la experiencia ya ha demostrado que los delegados provinciales de los ministerios de UCD no se llevan demasiado bien con los ayuntamientos de izquierda.La segunda alternativa, la inclusión en Castilla la Mancha, queda descartada para el PCE por varias razones. Una es la oposición que han mostrado las organizaciones de las cinco provincias, por comunistas y socialistas, a la adhesión de Madrid. Otra, que el peso progresista del electorado madrileño quedaría diluido por las fuerzas conservadoras, mayoritarias en la región castellano-manchega. Otras muchas, de carácter socioeconómico, exponen que Madrid seguiría siendo de hecho, si no oficialmente, la capital de la región, con lo que se perpetuaría el centralismo madrileño sobre su desarrollo económico y social.

Por tanto, la solución para los comunistas sería declarar a Madrid como comunidad autónoma por la vía del 143, sujeta a condiciones especiales que necesitarían un estatuto mucho más matizado que en otros casos. Los comunistas expusieron su idea de que, basándose en la Constitución, pueden articularse convenios de cooperación con las dos Castillas, actuando Madrid como una comunidad bisagra, de forma que los planes de expansión industrial, de conservación del medio ambiente, instalación de centros sanitarios y de cualquier infraestructura se hicieran teniendo en cuenta los intereses y el equilibrio de las tres regiones.

El PCE presentará oficialmente su decisión a la Federación Socialista Madrileña antes del 15 de julio. Si se llega a un acuerdo previo, se comenzarán las negociaciones con UCD y, entre tanto, la diputación provincial pondría en marcha el proceso autonómico al aprobar la iniciativa en un pleno extraordinario. Socialistas y comunistas suman más de la mayoría simple de los diputados provinciales, por lo que ni siquiera el voto en contra de los centristas sería un obstáculo.

Calendario autonómico

Una vez puesto en marcha el proceso, la diputación y la asamblea de parlamentarios madrileños elaborarían el proyecto de Estatuto, que sería presentado en las Cortes en mayo de 1981, y aprobado definitivamente por éstas en el primer trimestre de 1982. Las elecciones legislativas para el Gobierno autónomo podrían realizarse en junio de ese mismo año.No es probable, sin embargo, que este calendario tenga demasiadas perspectivas de éxito. Hasta ahora, ni la FSM ni el PSOE a nivel nacional han tomado una postura respecto a Madrid. Tampoco lo ha hecho UCD, pero en este caso se cuenta ya de entrada con la estrategia ucedista de no convocar nuevas elecciones legislativas autonómicas antes de 1983, al mismo tiempo que las generales. Y queda como cosa sabida la renuncia del partido en el Gobierno a acelerar o a permitir procesos autonómicos en regiones donde la izquierda tenga muchas posibilidades de copar los gobiernos autonómicos.

Ramón Tamames, presente en la conferencia, aludió a otra alternativa, que sería rechazada de plano por la izquierda, y que consiste en que el Gobierno se acogiera al artículo 144 de la Constitución. Dicho artículo establece que para aquellas regiones con características especiales puede ser el propio Gobierno quien someta a la aprobación de las Cortes una ley orgánica que determine su futuro político. En el caso de Madrid, su característica especial sería una muy importante, la de ser capital del Estado. Si el Gobierno se decidiera por esta vía, con sus votos, los de CD y algunos otros podría fijar el futuro de Madrid directamente en las Cortes, sustrayendo el protagonismo a la izquierda.

En cualquier caso, incluso la aprobación del Estatuto de Autonomía por la vía del 143 necesita la aprobación de UCD para ser refrendado en las Cortes. La batalla con UCD, según se expuso en la conferencia de prensa, se centraría en el contenido de la autonomía. Es decir, el alcance real de las transferencias de competencias en cuanto a urbanismo y ordenación territorial y el régimen financiero. Madrid, como capital del Estado, soporta unos gastos de infraestructura muy costosos, para los que sería necesaria la ayuda económica estatal. El Estatuto de Madrid debería incluir, por tanto, disposiciones muy concretas en materia de hacienda, saber qué porcentales de los impuestos irían a la comunidad, cuáles a Madrid como capital y cuáles al resto de la provincia. El hecho de que la infraestructura estatal de transportes tenga su centro en Madrid, por ejemplo, obligaría también a la constitución de comisiones mixtas con el Gobierno central en aquellos temas que lo requirieran.

Dentro de la vía del 143, el Gobierno autonómico trataría de conseguir las máximas competencias, lo que implica la desaparición de todos los organismos centralistas que actualmente son competentes en la provincia, tipo Coplaco o Canal de Isabel II, así como de la diputación provincial, cuyas funciones pasarían al nuevo Gobierno.

Madrid contaría en el proyecto presentado por los comunistas con un Tribunal Superior de Justicia que asumiría las competencias de la Audiencia Provincial y de la Audiencia Territorial en lo que se refiriera a nuestra provincia.

En la conferencia salió a relucir el escaso fervor autonomista mostrado por los madrileños en general, a diferencia del fuerte sentimiento de identidad propia existente en otras nacionalidades o regiones. Luis Larroque reconoció que, efectivamente, Madrid no tiene cultura ni tradiciones ni una base lingüística u otros factores que sirvan de soporte a un sentimiento nacionalista.

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