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Un centenar de trabajadores en paro ocupó el Parlamento vasco

La brusca irrupción en el salón de plenos de la Diputación Foral de Vizcaya de más de un centenar de trabajadores de la empresa Nervacero -en paro desde hace siete meses-, seguidos a poca distancia por varios policías, impidíó ayer el inicio de la prevista sesión del Parlamento vasco. Los mencionados trabajadores, una vez que la policía se retiró del salón de plenos, se encerraron en la diputación, impidieron salir a los parlamentaríos e intentaron agredir a Carlos Garaikoetxea, presidente del Gobierno vasco, cuando éste pretendía abandonar la sesión. A las dos de la madrugada continuaba el encierro, mientras un centenar de ertzañas (servicio de orden del PNV) rodeaba el edificio.

Lograda la retirada de las FOP de los alrededores del palacio provincial, tras tensas negociaciones en las que intervino, personalmente el presidente Garaikoetxea, los trabajadores, en un ambiente de gran excitación, iniciaron en el mismo salón de plenos una asamblea, en el transcurso de la cual interpelaron repetidamente a varios miembros del Gobierno vasco.Treinta minutos a,ntes de la hora prevista para el inicio de la sesión, la policía había cargado ya contra un grupo de familiares de presos que se manifestaban, encartelados a las puertas del edificio. Dos parlamentarios de Euskadiko Ezkerra (EE) habían pedido instantes antes a José María Makua, diputado general, y a Juan José Pujana, presidente de la diputación, que ordenaseñ fa retirada de la policía. La conversación acababa de finalizar cuando se producía la primera carga.

Tras ésta, la policía se situó en la acera opuesta a la de la entrada de la diputación, ante la que iban concentrándose mientras tanto trabajadores de Nervacero. En un momento dado, varios de ellos lograron abrir las puertas y penetrar en el edificio.

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El Parlamento vasco suspende su sesión ante la irrupción de la policía

Viene de primera páginaLa policía cruzó la calzada persiguiendo a los trabajadores por las escaleras de acceso al salón de plenos. Los policías cargaron utilizando porras y las culatas de sus armas, ocasionando los primeros heridos, en general con contusiones, salvo algunos que sufrieron heridas de cierta entidad en la cabeza.

Mientras tanto, desbordando al servicio de orden de la diputación, muchos de los trabajadores, que seguían penetrando en el edificio, irrumpían en el salón donde estaba a punto de iniciarse el Pleno del Parlamento.

La entrada se produjo en un clima de enorme excitación, con gritos como «traidores, vosotros les habéis llamado» y otros similares. En medio del desconcierto general, varios trabajadores llegaron hasta la mesa presidencial, desde la que Juan José Pujana intentó inútilmente imponer la calma. Los trabajadores ocuparon los escalos, se subíeron sobre los pupitres de sus señorías, empujaron a éstas, gritaron. Los parlamentarios, desconcertados, se replegaron. Tan sólo el ex lendakari Jesús María de Leizaola, aparentemente muy calmado, intentó dialogar con los trabajadores, a los que pidió tranquilidad. Fue en este preciso momento cuando irrumpieron, por una puerta lateral, tres agentes de policía, que trataron de desalojar a los manifestantes situados en esa parte de la estancia. Al resistirse uno de los trabajadores a salir, fue rerietidamente golpeado, todavía dentro de la sala, mientras arreciaban, los gritos de «Policía asesina», que acompañaron a los miembros de las FOP hasta que estos abandonaron el lugar. La tensión alcanzó en esos momentos sus cotas m,áximas.

Un portavoz de los ocupaiites logró, sin embargo, no sin dificultades, hacerse orr poco después, para pedir al Gobierno que explicara por qué, tras siete meses de papeleo y promesas contintias, nuestra fábrica sigue cerrada». Garaikoetxea, pálido y tenso, pero con voz bastante segura, explicó, entre continuas interrupciones, la actitud de su Gobierno ante el conflicto, expresando paralelamente, tras recordar la falta de competencias reales de su Gobierno, su consternación por la actuación de las FOP y prometiendo una investigación sobre la misma.

El consejero de Industria, Javier García Egocheaga, fue forzado a explicar su actuación respecto a Nervacero, al igual que lo sería, más tarde, el titular de la cartera de Trabajo, Mario Fernández. Ambos vinieron a decir que la responsabilidad en el retraso de la solución del problema escapó hace tiempo de las manos de la Administración autónoma y que residía en la actualidad en el Banco de Crédito Industrial y la familia Arbulu, poseedora de la mayoría de las accioness que, al parecer, se niega a ceder, pese a ser esta una de las condiciones impuestas por el Estado para dar luz verde definitiva a los créditos solicitados.

El tema de la intervención de la policía fue nuevamente suscitado: «No nos iremos mientras las FOP sigan en la puerta», dijo uno de los portavoces de los trabajadores, quienes respondieron con una ovación. Tras una intervención del diputado general, que se comprometió a telefonear al gobernador para pedirle que retirara a las FOP, fue el propio Garaikoetxea quien se ofreció al solicitar directamente del oficial responsable de dichas fuerzas su retirada. El presidente, escoltado por varios trabajadores, bajó a la calle y conversó durante unos segundos con el oficial, quien aparentem.ente accedió a la petición, lo que subrayó con repetidos signos afirmativos con la cabeza.

La retirida efectiva no se produciría, sin embargo, hasta casi media hora después. Interpelado nuevamente Garaikoetxea sobre este punto, el lendakari explicó: «Yo he pedido que se vayan y, o bien ya se han ido, o bien vosotros sois los mejores testigos de que las FOP no nos obedecen, y por tanto no se nos puede pedir responsabilídades sobre este tema concreto».

El gobernador civil de Vizcaya informaría a EL PAIS a este respecto horas después, que la presencia de la Policía Nacional frente al Palacio de la Diputación obedecía a una solicitud hecha previamente por un diputado nacionalista en nombre de la corporación provincial. Indicó también que media hora antes de iniciarse el Pleno del Parlamento (cuatro y media de la tarde) el consejero del Interior del Gobierno vasco, Luis María Retolaza, le había telefoneado para pedirle que la policía impidiera el accesó a la diputación de los trabajadores de Nervaceros si éstos, como se rumoreaba, intentaban entrar al interior del edificio foral. Afirmó el gobernador civil de Vizcaya que nuevamente recibió una llamada del consejero del Interior pidiendo que la policía desalojara a los trabajadores de Nervacero, que habían ocupado ya la sala de plenos de la diputación.

La retirada efectiva se producía hacia las seis y cuarto de la tarde, tras una nueva mediación, en este caso de los tres líderes de la izquierda, Txiki Benegas, Mario Onaindía y Roberto Lertxundi, que se dirigieron al Gobierno Civil para reiterar la solicitud anterior.

A las siete de la tarde se inició una reunión de la Junta de Portavoces y a las nueve de la noche los trabajadores aprobaron un comunicado acordando mantenerse en el edificio, ocupándolo hasta que Gobierno y Parlamento les dieran una respuesta concreta a sus peticiones.

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