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El hijo de Indira Gandhi, muerto al estrellarse la avioneta que tripulaba

Sanjay Gandhi, el influyente hijo de la primera ministra india, Indira Gandhi, y príncipe heredero de la dinastía política que ha regido los destinos indios casi ininterrumpidamente desde su independencia, en 1947, murió ayer, cuando su avioneta se estrelló contra un grupo de árboles a menos de tres millas del aeropuerto de Nueva Delhi.

El ambicioso y controvertido político de 33 años, considerado por amigos y enemigos como «el sucesor cantado» de su madre, la señora Gandhi, cuando ésta decidiera retirarse de la política activa, se encontraba realizando unos ejercicios de acrobacia aérea con el instructor jefe del Aero-Club de Nueva Delhi cuando su avioneta entró en picado y, tras evitar una casa, se estrelló contra unos árboles a poca distancia de la pista principal del aeropuerto de Nueva Delhi.Según testigos presenciales del accidente, la muerte de Sanjay Gandhi y del instructor, capitán Subash Saxena, fue instantánea. Sus restos mortales serán incinerados hoy, de acuerdo con la tradición india.

Consumado piloto, Sanjay realizaba todos los días del año un vuelo de entrenamiento antes de acudir a su trabajo político, bien en el Parlamento de Nueva Delhi o en las oficinas del Partido del Congreso, del que se acababa de convertir, por nombramiento materno, en uno de sus cuatro secretarios generales y, sin duda, el de más peso.

Político sin escrúpulos y con una rara habilidad para realizar las más extrañas alianzas en la complicada y corrompida vida política de la Unión India, Sanjay se convirtió en el centro de las críticas durante la anterior Administración de la señora Gandhi por la forzosa campaña de esterilización, que aumentó el número de éstas en más de seis millones al año, y por la demolición sin compasión de las chabolas de Nueva Delhi, que dejó sin hogar a cientos de miles de personas.

Fidelidad política

La confianza de la señora Gandhi en su hijo era ilimitada, no sólo por el parentesco familiar, si no por la lealtad política demostrada por Sanjay en 1977, cuando la entonces primera ministra perdió las elecciones y fue sometida a varios procesos. En aquellos difíciles momentos sólo Sanjay Gandhi permaneció al lado de su madre.Trabajador incansable y gran organizador, Sanjay no sólo consiguió el triunfo de su madre en las elecciones generales de enero pasado por más del 80% de los votos, sino que consiguió, por primera vez en la historia india, que en ocho de los nueve Estados de la Unión India el Partido del Congreso ganase las elecciones estatales por márgenes tan amplios que le pueden colocar a un paso del poder absoluto, si sus líderes alguna vez se decidieran a ello.

Su control de la maquinaria del partido era total, y un tercio de sus diputados le seguían ciegamente, entre los que se encuentran todos los jóvenes. Sus enemigos en los otros dos tercios son cuidadosamente aislados.

Puritano total -no bebía ni fumaba-, Sanjay y su reducida élite de amigos, compuesta por antiguos compañeros del colegio Alma Mater, de las laderas del Himalaya, predicaban una nueva teoría política para el Partido del Congreso, diametralmente opuesta al socialismo fabiano de Nehru y sus colaboradores.

Enemigo peligroso, Sanjay no perdonó a periodistas, intelectuales y jueces los ataques contra su madre en 1977, y, poco a poco, todos los magistrados que iniciaron procesos contra la señora Gandhi se han visto destituidos de sus puestos.

Casado con una periodista, a pesar de su desprecio hacia la profesión, el matrimonio Gandhi tenía una hija de tres años, con la que vivían en la residencia de la jefa de Gobierno.

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