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La marina española apresa al barco ecologista que impedía la caza de ballenas en Finisterre

La marina española apresó al barco ecologista Rainbow Warrior porque interfería sistemáticamente la labor de los buques de pesca en aguas españolas, cerca del cabo de Finisterre, según la versión oficial dada a conocer ayer. Por su parte, el portavoz de la organización ecologista Green Peace considera que el apresamiento se ha producido en aguas internacionales y que ellos tienen por lo menos el mismo derecho a proteger a las ballenas que la empresa Massó a matarlas.

La versión oficial explica que el patrullero Cadarso y la fragata V Y Pinzón fueron destacados a la zona de los incidentes al tener conocimiento de que «los balleneros Ipsa III y Carrumeiro eran interferidos por el buque ecologista de pabellón británico Rainbow Warrior a la altura de las islas Cíes, en aguas jurisdiccion ales españolas, es decir, a menos de doce millas de la costa».Esta versión no coincide con la del portavoz de Green Peace, Remy Parmentier, quien explicó los acontecimientos del siguiente modo: «A, las catorce horas del día 17 avistamos al ballenero Ipsa III cuando se dirigía hacia la zona de caza, después de haber descargado ballenas en la fábrica de Cangas. Cuando nos aproximamos, el ballenero se detuvo a catorce millas de la costa, después retornó a las aguas territoriales a ocho millas de España. Le despachamos un mensaje escrito explicando las razones de nuestra oposición a la caza ballenera comercial e insistiendo en. el aspecto no violento de nuestra campaña y esperamos para verlo que hacía ».

«A la caída de la tarde, el ballenero tomó rumbo hacia Finisterre, y nosotros le seguimos durante toda la noche. Hacia las siete de la madrugada del miércoles, el Ipsa III comenzó a perseguir ballenas, y nosotros nos interpusimos durante varias horas para impedirlo. Simultáneamente, un patrullero español había llegado, pero sin intervenir. El Ipsa III paró de cazar y detuvo su marcha hasta las seis de la tarde. En este momento, la fragata Pinzón se presentó, justo en el instante en que una ballena había aparecido. Nuestros Zodiac estaban todavía en el agua e impidieron la muerte del cetáceo, mientras que dos barcos militares nos ordenaron detenernos. En principio nos negamos a obedecer, a causa de que nuestras lanchas se alejaban y no podíamos perder contacto con ellas. Está bien claro que estábamos en aguas internacionales y que teníamos el mismo derecho a proteger las ballenas que la empresa Massó a matarlas».

La versión oficial española da cuenta, sin embargo, de que «la ley 15/78 de 20 de febrero declara zona marítima exclusiva el espacio adyacente al mar territorial español, hasta una distancia de doscientas millas náuticas marcadas a partir de las líneas de base de dicho mar. Sobre tal espacio, el Estado español tiene derecho soberano, a los efectos de la explotación, de todos los recursos naturales del lecho y del subsuelo marino y de las aguas suprayacentes».

En esta línea, la marina española considera que le asisten «el derecho exclusivo sobre la totalidad de los recursos naturales, la competencia para reglamentar la conservación; exploración y explotación de tales recursos; la preservación del medio marítimo, así como la jurisdicción exclusiva para hacer cumplir las disposiciones pertinentes cualesquiera otras competencias que el gobierno establezca en conformidad con el derecho internacional. Los buques balleneros españoles están legitimados para llevar a cabo dentro de dicha zona económica la pesca de cetáceos con los medios usuales de que van dotados, resultando evidente que el tratar de impedir sus faenas pesqueras, como ha ocurrido en este caso, constituye una auténtica infracción de nuestras normas y de las del derecho internacional ».

Parece ser, y este punto fue confirmado por Remy Parmentier, que el Gobierno español basó su actuación en tres razones. La primera, considerando que el Rainbow Warrior abandonó La Coruña sin permiso hace dos años, y también por haber interferido al barco ballenero vigués, así como por haber rehusado las órdenes de detenerse inmediatamente. Sobre esta explicación, el citado portavoz ecologista declaró a EL PAIS que «la primera justificación no es seria». «Es cierto», dijo, «que nuestro barco abandonó el puerto de la Coruña sin permiso hace dos años, pero la única queja que ha sido puesta sobre ésto correspondía al antiguo capitán ».

«La segunda justificación», continuó Parmentier, «nos hace preguntarnos a quien pertenecen las ballenas. No pertenecen sólo a quienes tienen los medios para cazarlas, sino que forman parte de la herencia común de la humanidad y tenemos derecho a oponernos pacíficamente a que las destruyan ».

El teniente jurídico de la Marina José Manuel Armada, dedicó todo el día de ayer a tomar declaración al capitán del barco aprehendido, Jon Castle, a los dieciocho miembros restantes de la tripulación y a seis periodistas de diversos medios (televisiones de Canadá e Inglaterra), entre los que figuraban Evelyn Mesquida, de Interviu, y Jeannine Camps, de Cambio 16.

En el el muelle donde permanece retenido el barco ecologista éste ha comenzado a despertar fuerte expectación, y son numerosas las personas que acuden para contemplarlo.

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