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Impresionante despliegue policial en Roma

Juan Arias

Esta tarde llega a Roma Jimmy Carter, presidente de Estados Unidos, en visita oficial. El sábado por la mañana será recibido por Juan Pablo II. Ambos se habían encontrado ya en la Casa Blanca con motivo del viaje del Papa a Estados Unidos.Desde ayer, los helicópteros llegados desde Norteamérica están volando sobre Roma, ciudad que se encuentra casi en estado de sitio. Nunca la capital italiana ha estado tan vigilada desde el cielo, en la superficie y en el subsuelo, ya que han sido colocados policías hasta en el alcantarillado, también han sido prohibidas todas las manifestaciones de calle desde ayer hasta el domingo.

Un imponente avión norteamericano ha llegado ya al aeropuerto de Ciampino con los helicópteros y los coches blindados que usará el presidente Carter. En total, le acompañarán seiscientas personas. Carter será huésped del presidente de la República, Sandro Pertini, quien se entrevistará con el jefe de la Casa Blanca en el primer acto de la visita oficial. Se asegura que todo será muy sencillo, con un protocolo reducido, y que Carter ha pedido dos favores al presidente italiano: que le permita hacer footing en los jardines del Quirinale y que los niños del embajador norteamericano en Roma, señor Gardener, puedan entrar en el palacio presidencial para jugar con Arny, la hija de Carter, que tiene diez años.

Queda por ver qué acogida reservarán los romanos al presidente de EE UU. Hasta ahora, Roma nunca acogió con simpatía a los jefes de Estado de Norteamérica, ya que la izquierda parlamentaria, y sobre todo la extrema izquierda, desarrollaron una intensa campaña contra sus visitas.

Sólo lke Eisenhower fue recibido en la capital «con gran entusiasmo» por parte de la población, en 1959. El mismo Kennedy fue mal recibido. En su escala veneciana se produjeron violentos enfrentamientos entre las fuerzas de orden público y manifestantes, que incluso consiguieron robar sus armas a los guardaespaldas del presidente, De la visita de Lyndon Johnson a Roma, los romanos ni siquiera se enteraron, ya que tan sólo permaneció cinco horas en la capital italiana.

El recibimiento más duro fue, sin duda, reservado a Richard Nixon, el 27 de febrero de 1969. La guerra del Vietnam alcanzaba entonces su punto álgido y las numerosas y violentas manifestaciones impidieron a Nixon utilizar su coche, desplazándose constantemente en helicóptero, incluso para visitar al papa Pablo VI.

El balance de aquella jornada de manifestaciones se saldó con un muerto y cien heridos. Cinco años más, tarde, cuando llegó a Roma el presidente Gerald Ford, la aparición del terrorismo brigadista en Italia obligó al primer mandatario de EE UU a permanecer tan sólo escasas horas en Roma, protegido por 13.000 agentes de las fuerzas de orden público y doscientos tiradores de élite apostados en los tejados de la capital.

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