Dudas sobre el supuesto electoralismo de Giscard d'Estaing
A la vista de las reacciones o comentarios sin fin que, en Francia y en Europa, provoca la «pausa» comunitaria inventada por el presidente Valery Giscard d'Estaing, resalta una primera evidencia, tal como estimaban ayer algunos observadores de este país: o Giscard es una «veleta», o los «veletas» son los demás.En efecto, en las capitales europeas, Lisboa y Madrid incluidas, la gran mayoría de los medios políticos, como los «media», piensan que esa «pausa» es coyuntural, es decir, impuesta por las elecciones presidenciales de 1981, y que se interrumpirá pasadas esas calendas. En tal caso, «Giscard no es serio» al darle un giro fundamental a su política únicamente por unos votos que, según cifró el otro día el diario Le Matin, «son tan inciertos y limitados que no serán determinantes en las presidenciales de 1981». La otra interpretación de la «pausa» sería la siguiente: para Giscard, la «pausa» entraña realmente un cambio fundamental de su política europea y, entonces, implica una espera «indefinida para España y Portugal», según sospechó el domingo pasado un portavoz de los gaullistas. Si así fuere, los «no serios» son el resto de los europeos. En tal sentido, ayer, el diario antedicho resaltaba la hipocresía presumible de los ocho de la CEE, que rechazan la «pausa» giscardiana, «pero ocultan sus contradicciones internas, sus segundas intenciones y los inconvenientes que, para ellos también, supone la adhesión española». Varios especialistas consultados ayer sobre la cuestión admitían que «la ingenuidad no es virtud recomendable para hacer una lectura correcta de la "pausa" de Giscard».
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