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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

¿Fiestas madrileñas?

Creo que se trataba de encontrar la identidad madrileña, de buscar un poco su raíz popular y conservarla, de hacer un Madrid más humano y habitable, a través de la unión vecinal y la solidaridad ciudadana, de dotar, en definitiva, a la capital española de un acontecimiento unitario, popular y digno. Desgraciadamente, se ha quedado en la intención: nada, o casi nada, se ha conseguido.La culpa no sé si la tiene el ayuntamiento, las asociaciones de vecinos, los partidos políticos -los únicos que verdaderamente participan en las fiestas- o el pueblo madrileño. Pero lo cierto es que las fiestas de San Isidro -la inexistente fiesta del santo- están siendo un verdadero desastre. Sin organización, medios ni interés ciudadano no podemos hacer nada verdaderamente popular. ¿Por qué pensó el señor Tierno, o quien sea, que el pueblo madrileño quería unas fiestas de San Isidro? ¿Quién está participando realmente en ese tinglao de las fiestas?

Creo que entre todos los madrileños, de hecho o derecho, deberíamos plantearnos seriamente el tipo de fiestas que queremos, si es que algún tipo deseamos, que creo que no, y que el ayuntamiento se deje ya de mandar sillas, que luego las roban los poco cívicos, o de cuidarlas, por la noche, con dos policías municipales que tienen más sueño y frío que ganas de evitar que algún espontáneo se las lleve.

Yo no creo que las fiestas populares estén reñidas con laseriedad y responsabilidad.- Por el contrario, mantengo que sólo en un país serio y responsable se pueden hacer dichas fiestas y que sean verdaderamente gratas. Pero desde la pedida descentralización hasta la falsa popularidad del san Isidro nos vienen a demostrar que ni Madrid quiere fiestas ni los madrileños vamos a asistir a ellas, ni el ayuntamiento sabe organizarlas. El próximo año esperemos que no cometan la misma equivocación, por bien de todos, y principalmente de los propios ayuntamientos democráticos, que no se pueden permitir el lujo de equivocarse de esta forma./

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