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Reportaje:

Kozakiewicz, "recordman" mundial de pértiga, saltaría holgadamente la altura de la Cibeles

La prueba de salto con pértiga es tal vez la más espectacular del programa atlético y, desde luego, la de más larga duración. Si una competición tiene atletas de alto nivel, es muy normal encontrarse que los primeros saltadores, de inferior categoría, realizan sus intentos iniciales cuando aún no han comenzado el resto de las especialidades, mientras las figuras se quedan solas en los estadios ya con la noche encima.El salto con garrocha, según se denomina en la América española, llegó al atletismo con tanta carta de naturaleza y consecuencia de los ejercicios del hombre como la carrera, los saltos de altura y longitud o los lanzamientos de jabalina. Las mismas necesidades bélicas de saltar fosos, barreras o vallas bien lo atestiguan.

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Ya en la época moderna las primeras noticias sobre utilización de pértigas provienen de Inglaterra, donde en 1866 las había de madera fuerte y flexible, de cerezo o fresno. La supremacía, sin embargo, a lo. largo de casi toda la historia de la especialidad, iban a tenerla los norteamericanos. Ya en los primeros Juegos Olímpicos modernos, en Atenas (1896), se impuso William W. Hoyt, con 3,30 metros. El récord mundial lo poseía Raymond Clasp, tras franquear 3,61 metros en Chicago. la meta entonces estaba en superar los cuatro metros y, para ello, las primeras sofisticaciones en el material debieron introducirse. Albert Gilbert fue el primero en utilizar la pértiga de bambú, más flexible, y con ella, otro norteamericano, Marcus Wright, se convirtió en el primer hombre que saltó esa barrera, concretamente, 4,02, en 1912.

Dentro del dominio estadounidense en la prueba, una de las brillantes excepciones fue el noruego Charles Hoff, primer europeo que superó el récord cuatro veces, entre 1922 y 1925.

Curiosamente, grandes figuras de la especialidad, como los citados Wright y Hoff o el denominado «holandés volador», Cornelius Warmerdam, de nacionalidad norteamericana, pero originario de los Países Bajos, no consiguieron nunca un título olímpico. Wright fue el primero que «planteó» las bases de la técnica moderna: carrera de cerca de treinta metros, giro en el impulso bastante prolongado y movimiento rápido al dejar la pértiga, pasando el cuerpo pegado al listón en un arco casi perfecto. Hoff, en cambio, introdujo el paso casi horizontal, llamado flayaway. En cuanto a Warmerdam, fue indiscutiblemente el «rey del bambú». En dos años,1940-1942, llevó el récord de 4,60 a 4,77. Muchos le consideran el mejor pertiguista de la historia, pues con sus pocos medios, perfeccionando las técnicas anteriores, sin innovaciones, fue muy superior a las marcas de su época. Tuvo la mala suerte de coincidir con la segunda guerra mundial, y a continuación comenzaron a emplearse las pértigas metálicas, de aluminio, más flexibles y con mayor calidad. incluso así, aún debieron pasar quince años hasta que Bob Gutowski, otro norteamericano, muerto en 1960 en accidente de automóvil, lograse 4,78.

El mejor saltador de la «era metálica», sin embargo, fue el pastor protestante Bob Richards, campeón olímpico en 1952 (Helsinki) y 1956 (Melbourne), pero que no llegó nunca al récord mundial de Warmerdam. Podría encontrarse un paralelismo entre su lucha y la de Kozakiewicz contra el anterior récord de Roberts. Conviene no olvidar que el saltador polaco ha sido en los últimos cinco años, pese a no haber ganado título alguno, ni europeo ni olímpico -en Montreal sufrió una inoportuna torcedura y ganó su compatriota Slusarski-, el más regular en las grandes alturas. Recordman europeo con 5,60 en 1975, con 5,62 en 1976 y 5,66 en 1977, en total ha conseguido catorce veces pasar de los 5,60 metros o más.

La «era plástica», con la introducción de la fibra de vidrio -pértigas huecas, más flexibles y -de menor peso-, fue la última revolución en el material de la especialidad. La utilizó. por primera vez el griego Roubanis antes de 1960. El camino hacia los cinco metros o más parecía abierto, y otro norteamericano -¡cómo no!-, Brian Sternberg, que posteriormente quedó paralítico al romperse el cuello saltando trampolín, lo consiguió en-1963. Posteriormente, ese mismo año hizo 5,08. Las mejoras a partir de ahí fueron constantes, de cuatro en cuatro centímetros como media -un total de veintiséis veces desde el4,83, nada menos-, y aparecieron nombres ilustres, como John Pennel y Bob Seagren.

El nuevo recordman mundial, profesor de educación fisica, mide 1,87 metros para 84 kilos de peso. Nació hace veintisete años en Gdynia, al borde del mar Báltico, y comenzó como gimnasta, para pasar después a la pértiga. En la reunión del récord pasó de superar los 5,60 a los 5,72 al segundo intento. Utilizó una pértiga de 5,10 metros. No cree este año pasar de los 5,75, pero sí alcanzar el próximo los 5,80, la siguiente barrera humana camino de los seis metros.

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