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Gente

El papa Juan Pablo II

parece interesado en la campaña política en Estados Unidos, pero no declarando sus simpatías por uno u otro de los candidatos a la presidencia, sino, simplemente, prohibiendo que los curas participen o continúen en las tareas políticas del Congreso de Estados Unidos. El padre jesuita Robert Drinan, popular congesista demócrata por el Estado de Massachusetts, recibió la orden, a través de sus superiores, de abandonar su actividad política, ante la incompatibilidad de «ejercer funciones públicas» con la práctica de la religión, según una aplicación estricta del Derecho Canónico, escribe Ramón Vilaró. Drinan no aspiraba precisamente a convertirse en el nuevo presidente de Estados Unidos, codiciado puesto que se disputan los demócratas Jimmy Carter y Edward Kennedy con los republicanos Ronald Reagan y George Bush, sin olvidar el independiente John Anderson. Se conformaba con seguir su labor en el Congreso. Su actividad no estaba siempre conforme con la visión de Roma en materia social. El jesuita Drinan denunció la guerra de Vietnam, la pobreza, la discriminación racial, y -probable hecho decisivo que incitó a Roma a repasar con precisión el Derecho Canónico- adoptó una posición favorable en el momento de votar la legislación norteamericana que permite una ayuda pública para la práctica del aborto. No hay peligro de que Robert Drinan dirija un día el destino de Estados Unidos desde la Casa Blanca, aunque no ha reaccionado oficialmente a la orden de Juan Pablo II, su jefe de campaña electoral para la eventual sexta reelección de Drinan en el Congreso afirmó que «no se presentará». Drinan, respetuoso con la jerarquía a la que pertenece, abandonará el foro del Congreso.

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