El único jefe de Estado que desafió a Stalin
En su obra ¿Qué hacer? Lenin dibujó un tipo de hombres, los revolucionarios de profesión, cargados con la compleja misión de insuflar la conciencia crítica a las masas obreras condicionadas por los intereses económicos y las luchas inmediatas. Arthur Koestler, tránsfuga del comunismo, nos contó la tragedia final de estos viejos revolucionarios sacrificados a sus ideales políticos.
Tito fue uno de estos hombres que han entregado su vida a la lucha política y revolucionaria con el objetivo de la conquista del poder y de la transformación del Estado. Sindicalista activo en un principio, hombre político de partido después, logró la independencia nacional por medio de un ejército popular y disciplinado, y se convirtió, por fin, en un gran estadista que ha logrado que su país, Yugoslavia, sea punto de referencia de las relaciones internacionales de un mundo dividido en dos mitades y eje de la política de no alineamiento. La circunstancia de que el pueblo yugoslavo, por sí mismo, sin ayuda exterior alcanzase la independencia y construyese un Estado socialista, le permitió enfrentarse a Stalin y diseñar para su país una vía nacional autónoma hacia el socialismo. Esta es su obra duradera. La muerte de Tito supone la desaparición del último representante de aquella gran élite de estadistas que, tras dos guerras mundiales, conformaron el mundo actual.La vida de Tito fue la de un revolucionario profesional. Hombre liberal, aunque inflexible, progresista, optimista ante la adversidad, político realista que obtuvo las máximas ventajas de las circunstancias concretas, su biografía coincide en gran medida con la historia de la Yugoslavia moderna. Su figura ha adquirido dimensión en la constante lucha que mantuvo contra todo tipo de dificultades.
Nacido en 1892, séptimo hijo de una familia de campesinos, pronto abandonó el ambiente rural para integrarse en el proletariado industrial. Aprendiz de cerrajero a los quince años, tres años después inició un largo periplo como metalúrgico por diversas industrias del imperio austro-húngaro y de Alemania. Fue entonces cuando comenzó su actividad sindical e incluso ingresó en el Partido Social-Democrático de Croacia. El propio Tito recuerda como uno de los momentos más importantes de su vida cuando recibió su carné sindical.
Su militancia política socialista llegaría después. Llamado a fila en el Ejército austro-húngaro durante la primera guerra mundial fue hecho prisionero por el Ejército de la Rusia zarista. Allí entró en contacto con los revolucionarios soviéticos y llegó a participar en el asalto al Palacio de Invierno. Como él mismo reconocería, su formación política y cultural -sólo había realizado estudios primarios- la adquirió en la cárcel; primero, en el contacto con la revolución soviética y, posteriormente, en los años en que estuvo preso en Yugoslavia como resultado de su actividad clandestina de militante comunista. Alguno de sus biógrafos afirma que durante sus años de funcionario en la Internacional Comunista (Komintern), en Moscú, a partir de 1935, cursó estudios en la Academia Militar Frunze.
En 1920 regresó a Yugoslavia con la misión de organizar el Partido Comunista yugoslavo (PCY), creado meses antes. La clandestinidad obligada en el desarrollo de su actividad revolucionaria le llevó a adoptar numerosos seudónimos, de entre los cuales el de Tito llegaría a ser, el que identificara a su persona. Detenido en 1920 y 1927, en 1928 fue condenado a cinco años de prisión. En estos años se produce también su ascenso en el interior del aparato del partido. En abril de 1927 fue elegido miembro del Comité Central y, a partir de entonces, su importancia política iría en aumento.
En 1935 marchó a Moscú y trabajó en la sección de los Balcanes de la Komintern. Su actividad como funcionario del aparato de la Tercera Internacional marca el inicio de su desilusión política por la Unión Soviética. Su estancia coincide con las purgas del estalinismo y con el estallido de las intrigas, en las que Tito se mantuvo ajeno. No obstante, esta etapa es decisiva para su formación y en Moscú se fragua el grupo dirigente de los comunistas yugoslavos, que, correría con las tareas de la independencia nacional y de la construcción del nuevo Estado socialista.
Incorporado de nuevo a la actividad del Comité Central del PCY, trasladado a París, allí organizó el alistamiento de voluntarios yugoslavos en las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española. Este grupo, los españoles, se convertiría años después en el núcleo del Ejército popular que luchó contra la ocupación alemana. Visita con frecuencia Yugoslavia y trabaja activamente en la organización clandestina del partido. Desde 1937 desempeñó las funciones de secretario general, aunque su nombramiento oficial no se produciría hasta 1939.
La ocupación de Yugoslavia en abril de 1941 tuvo pronta respuesta por parte de los comunistas yugoslavos. La incorporación del aparato dirigente del partido en la tarea de coordinación de la resistencia sería clave para el futuro político del país. A pesar de que el partido sólo contaba con 6.000 militantes y poco más de 30.000 jóvenes comunistas, el llamamiento a la insurrección general lanzado por Tito tuvo tal éxito que meses después los partisanos controlaban grandes zonas liberadas. La lucha se realizó no sólo contra los nazis, sino contra los ustachis del fascista croata Ante Pavelic y contra los chetniks, colaboracionistas y monárquicos, del serbio Dragoljub Mijailovic.
Los partisanos yugoslavos, bajo la dirección de Tito, lucharon solos. Habían rechazado seis ofensivas germano-italianas y se preparaban para hacer frente a la séptima cuando recibieron la primera ayuda de los aliados. Y ésta llegó primeramente de los británicos y no de los soviéticos, como los propios yugoslavos esperaban. A los dos años de iniciarse la resistencia, el Ejército Popular de Tito contaba con más de 300.000 hombres y, al final de la guerra, su popularidad era tan grande como lo mostró su triunfo electoral.
El Ejército salido de la guerra, al mando en su mayor parte de oficiales comunistas, se convirtió en garante de la independencia del país. En la actualidad, junto al Ejército regular, existen en Yugoslavia milicias populares que movilizan a más de un millón de personas, y las fábricas y otros establecimientos del país están dotadas de material bélico de defensa.
El carácter independiente del partido yugoslavo, la autonomía en la lucha de independencia, confirieron características peculiares al nuevo Estado. El establecimiento de la sede de la Kominforni en Belgrado no haría sino precipitar el enfrentamiento con Stalin en lugar del efecto contrario de controlar la política titista. Por otro lado, la neutralidad a la que aspiraba el nuevo Estado federal quedaría patente con el rechazo del Plan Marshall.
La cuestión nacional fue el origen del enfrentamiento con Stalin y que llevó a la ruptura del alineamiento de Yugoslavia con el bloque socialista. Las reivindicaciones yugoslavas sobre el territorio de Trieste, la constitución de una federación de Yugoslavia con Bulgaria y la ayuda prestada por Tito a la resistencia griega, una vez que la URSS había pactado su pertenencia al bloque occidental, fueron los puntos cruciales que provocaron en Stalin la necesidad de domesticar a Tito. La condena de la Kominform, el 28 de junio de 1948, a la política seguida por Yugoslavia fueron el desencadenante de una larga polémica llena de acusaciones mutuas sobre la política interior de los dos países. Tito resistió a las presiones de Stalin e incluso se permitió el riesgo de delegar en Djilas y Kardelj la invitación personal de Stalin de negociar con él en Moscú. Stalin intentó la sustitución de Tito por Hebrang y sólo el riesgo de una guerra generalizada evitó la intervención soviética.
A pesar del aislamiento económico que motivó la solicitud de ayuda occidental por parte de Yugoslavia, Tito se mantuvo firme en la reafirmación socialista del régimen. Sin embargo, el carácter
El único jefe de Estado comunista que desafió a Stalin
independiente del país se reafirmó en la formulación de la vía autónoma hacia el socialismo. El país experimentó una liberalización interna y el modelo autogestionario comenzó a regir la vida económica yugoslava.Donde la figura de Tito adquiere un carácter más personal es en su labor en el campo internacional. Celoso de la neutralidad yugoslava, fue uno de los principales formuladores, junto con Nehru y Nasser, de la política de no alineación. Su intensa actividad diplomática encaminada a la formación del bloque tercermundista se inició en 1954 con su visita a la India. Desde los orígenes del movimiento de los países no alineados. Tito siempre defendió la necesidad de mantener la equidistancia con cualquiera de los dos bloques. Esta posición le llevó incluso al enfrentamiento con Fidel Castro, en la Conferencia de La Habana celebrada el pasado año, partidario de una adhesión de los países del Tercer Mundo al bloque socialista.
La personalidad de Tito, aparte de su magnitud como revolucionario y estadista, ha sido a menudo objeto de controversia. Su carácter liberal -durante la resistencia mantuvo en el alto mando a un religioso ortodoxo- ha sido contrapuesta a su inflexibilidad política algunos de sus más antiguos colaboradores fueron destituidos u optaron por la disidencia. Hombre tranquilo, de especial sentido del humor, supo tomar siempre sin vacilaciones decisiones importantes.
Amante del vestir impecable, asiduo deportista y dotado de una excepcional vitalidad, estuvo casado tres veces. Su primera esposa, Pelagia Belusova, a quien conoció en Rusia, le dio cinco hijos, de los que sólo uno, Zarko, ha sobrevivido. En 1939 volvió a casarse con Herta Has con la que tuvo su segundo hijo vivo, Alejandro, y de la que se separó años después. En 1952 contrajo matrimonio con Jovanka BudisavIjevic, que desapareció de la escena pública en 1977, a raíz de ciertas intromisiones en la política yugoslava. En los primeros meses del año pasado se especuló con la posibilidad de un nuevo matrimonio con una cantante de ópera de 35 años, hecho que fue desmentido oficialmente
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