Tiempo para pensar
Tres horas y 35 minutos pasamos cada,español diariamente delante del televisor. Tres horas y media de silencio, sólo interrumpido por, algún que otro chillido pidiendo que se calle un inexistente susurro. Tres horas y media cumpliendo la estadística. Tres horas y media...¡Qué menos de dos horas para comer y asearse! Y ocho horas durmiendo son necesarias. Media hora de transporte no se la quita, nadie. Supongamos -es mucho suponer- que ese mismo español sólo trabaje la jornada laboral reglamentaria de ocho horas. ¡Veintidós horas diarias para satisfacer las necesidades corporales!
Y en las dos horas restantes -el día sólo tiene veinticuatro- tendrá que relacionarse con la familia, culturizarse -si es que se molesta-, leer el periódico, hablar de política -bueno, murmurar de los políticos- e ir a votar.
¿Cuándo pensará este señor si el domingo lo tiene ocupado entre el matinal paseo a la abuela y el vespertino partido de fútbol, en cómo declarar a Hacienda sin pillarse los dedos y en cómo satisfacer las múltiples mensualidades de las compras a plazos? ¿Y cuándo se regocijará de no estar parado, de tener qué comer y qué hacer? Los sábados por la tarde, mientras hace de arreglalotodo familiar, entre deberes de hijos y encargos de la señora, o mientras pasea a la familia por unos grandes almacenes, o incluso mientras...
Pero, tranquilo, aunque usted pueda mejorar, España no puede.
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