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Anderson presenta su candidatura independiente a la presidencia de Estados Unidos

John Anderson, de 58 años, congresista del Partido Republicano por el Estado de Illinois y ex candidato a la presidencia de EE UU como miembro de su partido, anunció ayer oficialmente en Washington su candidatura como «independiente» a la Casa Blanca. Anderson, considerado como un «republicano liberal» rompe con su operación el tradicional bipartidismo político norteamericano.

Aspira gobernar en Estados Unidos venciendo a sus posibles adversarios, el demócrata Jimmy Carter y el republicano Ronald Reagan, durante la elección presidencial del 4 de noviembre.Rodeado de su familia, Anderson anunció solemnemente la necesidad de «devolver la confianza al pueblo norteamericano, cansado de una Administración Carter incapaz de resolver los graves problemas de la época». La candidatura de Reagan, hombre de su mismo partido con mayores posibilidades de ser el rival más temible para Carter en noviembre, fue calificada por Anderson de «demasiado conservadora y superada por el tiempo».

Pelo blanco, gafas de concha y sonrisa electoral, John Anderson cuenta con la merecida reputación de ser «un candidato honesto». Treinta años en el Partido Republicano, una intachable carrera como miembro de la Cámara de Representantes y, sobre todo, sus posturas muy definidas contra el abuso de poder por parte del ex presidente Richard Nixon, también republicano, en el momento del escándalo del Watergate, merecen la confianza de un electorado potencial para la candidatura de Anderson.

Anderson está contra la inscripción militar obligatoria, defiende un impuesto de cincuenta centavos (unas 35 pesetas) por galón de gasolina, para contar con fondos capaces de proporcionar nuevas alternativas energéticas, es prudente en la polémica sobre la energía nuclear. Frente a los graves problemas económicos y políticos, pide a sus electores que se definan en este momento «por el patriotismo y no por el partidismo; por la visión de futuro y no por la nostalgia».

Las posibilidades de Anderson son escasas. Debe lograr, en primer lugar, superar todas las barreras administrativas para que se acepte su candidatura en los distintos Estados de la Unión.

Otro problema de talla son las finanzas. Anderson no verá ni un sólo céntimo de los veintinueve millones de dólares (unos 2.000 millones) de pesetas de fondos federales destinados a cada uno de los dos grandes partidos.

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Todos estos inconvenientes, que aparentemente convierten a Anderson en un candidato un tanto utópico, no dejan de preocupar seriamente a los líderes de los grandes partidos. Sobre todo en el bando demócrata, que podría pagar los platos rotos de la candidatura de Anderson, personalidad capaz de atraer a los demócratas disgustados con la actual Administración.

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