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La crisis de Unión del Pueblo Canario puede llevar a una radicalización del nacionalismo

El primer congreso nacional del partido nacionalista Pueblo Canario Unido, convocado por un sector denominado «de base», y que comenzó en Las Palmas y finalizará en Tenerife, el próximo fin de semana, ha provocado una división en el seno de los nacionalistas canarios que podría traer consecuencias negativas no sólo para el gobierno del Ayuntamiento de Las Palmas -primera ciudad del archipiélago y única que tiene alcalde nacionalista-, sino también para la futura articulación de una corriente ideológica, de apenas tres años de vida, que no ha podido consolidarse por una serie de disputas internas entre la dirección y los «sectores de base» o, lo que es lo mismo, entre el «ala moderada» y el «ala radical».

Salvando las distancias, algunos observadores políticos opinan que esta división tiene muchas concomitancias con lo que se produjo en la izquierda abertzale dando lugar a la formación de Euskadiko Ezkerra y Herri Batasuna.Si bien han existido a lo largo de la historia diferentes brotes esporádicos nacionalistas en Canarias -Secundino Delgado, a principios de siglo, o el movimiento Canarias Libre ( 1959-1962)- es en noviembre de 1975 cuando el nacionalismo canario comienza a tomar fuerza por dos motivos bien claros. El primero, la toma de conciencia de los canarios, al abandonar España el Sahara, tras la firma del acuerdo tripartito, de Madrid, de que el archipiélago se había convertido en una «región frontera», en una zona condenada a un largo conflicto bélico. Y el segundo, la aparición de La voz de Canarias Libre, desde la Radio Nacional Argelina, donde el secretario general del MPAIAC hablaba todas las noches con un lenguaje totalmente nuevo a un pueblo que, durante cinco siglos, sólo había recibido del poder central incomprensión y marginación.

Pero el fenómeno cubillista apenas dura un año y los intentos de organizar comandos terroristas en el interior de las islas fracasan estrepitosamente. Canarias no tenía, ni tiene, las condiciones del País Vasco. El pueblo canario rechaza de plano cualquier violencia. Los líderes progresistas apenas dieron importancia a Antonio Cubillo y su MPAIAC y afirmaban que el planteamiento independentista no era serio y que no iba a resolverlos problemas de fondo, sino que podría producir una nueva dependencia. «Respondía a una explosión que, en el mejor de los casos, era más sentimental que política», afirma José Carlos Mauricio, secretario general del Partido Comunista de Canarias.

Con la suspensión de la emisora, por parte de las autoridades argelinas, y la total desarticulación del MPAIAC, llega el año 1977. Se legalizan los partidos y se convocan elecciones generales para junio. Y es en este momento cuando comienza la gestación de la coalición electoral Pueblo Canario Unido (PCU), que posteriormente se convertiría en partido político». Sus principales promotores son líderes comunistas escindidos del PCE por considerarlo reformista y entre ellos se encontraba el hoy diputado Fernando Sagaseta, Gonzalo Angulo y Carlos Suárez, así como diversos sectores cristianos guiados por los entonces sacerdotes José Luis Alamo y Domingo Viera.

En las primeras elecciones democráticas el PCU no consigue ningún diputado, pero constituyó una gran sorpresa el hecho de que se convirtiera en la tercera fuerza política, por delante del PCE que, prácticamente, llevó el peso de la lucha contra la dictadura.

Exito en 1979

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Los intentos de legalizar al PCU como partido se frustran una y otra vez. Y en las primeras elecciones constitucionales crean la coalición electoral Unión del Pueblo Canario (UPC), donde además de PCU se integra también Unidad Socialista Canaria y el Partido Unificación Comunista de Canarias. La UPC logra el 13,3 % de los votos en Las Palmas, donde consigue un escaño de diputado, y el 8,16% en Tenerife. Se consolidaba, pues, como la tercera fuerza electoral del archipiélago.Sin embargo, en agosto de 1979, se produce la primera crisis en el seno de PCU. Durante una asamblea son derrotadas las propuestas de la dirección, que controlaban Gonzalo Angulo y Fernando Sagaseta, quienes abandonaron esta reunión por considerar que los asistentes no respondían a los auténticos cuadros de PCU. A partir de este momento, los sectores «de base» -en donde figura el consejero del cabildo insular de Gran Canaria, Ernesto Luján, y el concejal del Ayuntamiento de Las Palmas, Miguel Ramos- comenzaron a preparar el primer congreso nacional que se está celebrando estos días.

Los escindidos contra la autonomía

Los convocantes han afirmado que «se intentó convertir a Pueblo Canario Unido en una mesa de partidos, postura derrotada en la asamblea de agosto de 1979». Los escindidos precisan que el grupo de Gonzalo Angulo y Fernando Sagaseta pretendían arrastrar al terreno de la autonomía a las demás fuerzas políticas de la Unión del Pueblo Canario. «Nosotros», afirman, «defendemos el derecho a la autodeterminación del pueblo canario y expresamos nuestro rechazo por la autonomía como una débil alternativa ofrecida por el poder central ante el grave proceso de deterioro político, social y económico que se está produciendo actualmente en Canarias debido a la actuación colonialista del Estado español». En el mismo orden, critican la futura entrada de Canarias en la Comunidad Económica Europea, que supondrá «la absoluta decadencia de Canarias y su conversión en una plataforma de comercialización de cara a Africa, pero sin representar un aumento de riqueza para las islas».Por otro lado, está la actual dirección de Pueblo Canario Unido, que afirma que «se han enterado de este presunto congreso a través de los medios de comunicación y de los pasquines de propaganda», para añadir que en ningún modo se trata de un congreso legítimo.

Para el grupo del diputado Fernando Sagaseta y Gonzalo Angulo, el comité de delegados de PCU es el máximo órgano de dirección elegido en la asamblea general celebrada el pasado mes de noviembre.

Todo parece indicar, por lo tanto, que no va a ser posible la reconciliación entre los dos sectores de PCU y que la coalición se va a romper en el futuro, lo que supondría un duro golpe para las expectativas electorales del nacionalismo canario, que tan furte alza experimentó en los comicios de 1979.

Si bien el primer gobierno municipal perjudicado es el Ayuntamiento de Las Palmas, también es verdad que la ruptura va a perjudicar a todas las fuerzas políticas de la izquierda en Canarias porque, como afirma el líder de Asamblea Majorera, Miguel Cabrera, «la mayoría de izquierda en el gobierno de Las Palmas es un poco el termómetro político de toda la región».

El problema de PCU, en definitiva, no es más que la lucha por la hegemonía en la dirección entre los grupos marxistas-leninistas -menos numerosos, pero políticamente más maduros- y los sectores populistas de procedencia cristiana, cuya militancia es mayor y tienen más arraigo en los barrios de la periferia. Esta ruptura tenía que ocurrir, más tarde o más temprano.

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