Ultimátum del Gobierno argelino a los estudiantes cabileños
Sigue el conflicto en la Kabilia argelina. Hoy (día laborable en el mundo islámico) es la fecha tope dictada por el Gobierno para que los estudiantes de la Universidad de Tizi-Uzu vuelvan a las clases. Entre tanto, está prohibido que los periodistas entren en la región.
El presidente argelino, Chadli Benjedid, en un gesto que aquí se relaciona con la gravedad que han adquirido los acontecimientos que sacuden a la minoría beréber de Kabilia, ha abordado ayer en términos duros el conflicto, en un discurso en el que se condena la «anarquía» de los estudiantes y se reafirma la voluntad del régimen de desarticular «todos los complós destinados a minar la unidad nacional y su revolución socialista».El jefe del Estado argelino muestra su sorpresa por el hecho de que, veinte años después de haber logrado su independencia, Argelia siga enfrentándose a manifestaciones de repudio a una política, en este caso calificada por los estudiantes de «represiva» y «antisocialista». Lo dicho por Chadli constituye en la práctica una crítica de la gestión del antiguo régimen y un deseo de mostrarse conciliador ante una situación que, en la medida en que ha conseguido catalizar el descontento existente en una región de las más pobres del país, podría convertirse en el talón de Aquiles del régimen.
Hasta ahora éste no ha sabido reaccionar con la agilidad y prudencia que requerían los acontecimientos, a juicio de los observadores diplomáticos, y ante la perspectiva de una verdadera huelga general de toda la región incriminada ha adoptado una actitud de vaivén desorganizado, en la que se mezcla el deseo de diálogo y la demostración brutal de fuerza.
La huelga iniciada el 7 de abril por los estudiantes beréberes de las universidades de Argel y Tizi-Uzu, en Kabilia, se ha diluido en el primero de los centros universitarios, al que ha vuelto la calma, por lo menos en apariencia, pero en el segundo de ellos, en plena capital de una región donde persiste un profundo sentimiento de rebelión a todo lo arabizante, la huelga ha trascendido a otras capas de la sociedad. El pasado día 16, a petición de un Comité de Apoyo a los Estudiantes, que ha sucedido al Comité de Defensa de los Beréberes, sin que se sepa exactamente quiénes son sus patrocinadores, la población se declaró en huelga casi total. La mayor parte de los trabajadores rechazó acudir a sus puestos, tiendas y comercios cerraron durante veinticuatro horas, mientras el régimen argelino hacía un gran despliegue policial, llegando a proteger la sede del Frente de Liberación Nacional con un grupo de policías armados hasta los dientes.
El Ministerio de Educación ha planteado a los estudiantes de la Universidad de Tizi-Uzu la fecha de hoy como ultimátum para volver a las clases. No se descarta que, como ocurriera en 1965 cuando, tras la caída de Ben Bella la Gendarmería argelina ocupara la Universidad de Argel, la de Tizi-Uzu lo será ahora por los efectivos de esa misma institución militar.
En un gesto de dureza hacia los informadores, las autoridades han prohibido la presencia en Tizi-Uzu y en el resto de Kabilia de los periodistas, quienes son detenidos a la entrada de la localidad y conducidos, bajo escolta, hasta los límites de la región.
Por su parte, la prensa gubernamental, en un vuelco espectacular, ha sustituido la publicación de las largas y tediosas listas de adhesión al Gobierno por un reportaje sobre la Universidad de Tizi-Uzu en el que, por primera vez, se habla de la «legitimidad de las reivindicaciones» de los estudiantes, a los que se ataca con dureza y se les acusa de ser «manipulados» y «marionetas del imperialismo».
El diario oficial, El Mudjahid, afirmaba ayer que los estudiantes de Tizi-Uzu aseguran que su huelga no está dirigida contra ninguna de las opciones de la revolución socialista ni constituye un intento de minar la unidad nacional, sino que incide en defensa de la nacionalidad y los derechos de la minoría beréber. Esta posición del citado periódico es algo totalmente nuevo.
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