Cerca de 2.000 personas escucharon, ayer a Fernández Ordóñez presentar "La España necesaria"
En el acto de presentación del Iibro de Fernández Ordóñez, el señor De Polanco dijo después de trazar una semblanza del pasado republicano y democrático de Justino de Azcárate que la presencia de sus dos compañeros de presidencia, simbolizaban los valores culturales netos en los que Taurus ha creído a lo largo de sus veinticinco años de historia. La publicación del libro y la organización del acto responden por otra parte, «a nuestra creencia en la rentabilidad de las empresas culturales».
El acto no fue sólo político porque el discurso del señor Fernández Ordóñez lo fuera sino porque el auditorio que se congregó en el local de la entidad Fomento de las Artes —cubierto por cerca de 2.000 personas— también lo era en gran medida. Estaban allí, al menos, cuatro ministros: Arias Salgado, que une a su cartera la secretaría general de UCD; Carlos Bustelo, de Industria; García Díez, de Comercio, y Luis González Seara, de Universidades e Investigación. Con ellos, a lo largo del amplísimo salón, en el que se vivía un ambiente efervescente, de mitin político o de afirmación de un líder, numerosos adictos a la filosofía del señor Fernández Ordóñez, que aplaudían constantemente, por sectores o unánimente, un discurso apasionado y culto, porque estuvo repleto de citas. Entre ese público, políticos de otras filiaciones —comunistas, de Alianza Popular, no distinguimos una representación notable del PSOE— acudieron luego a saludar al autor de La España necesaria,
Con emoción, Francisco Fernández Ordóñez se encargó de subrayar «la ausencia más inmensa» de todas: la de su compañero y amigó Joaquín Garrigues Walker, que reposa gravemente enfermo en la Clínica de la Concepción, de Madrid, y cuyo estado «nos hace decir a todos que daríamos todo a cambio de un milagro». La presencia evocada por Francisco Fernández Ordóñez despertó la ovación más emocionada de la noche.
Justino de Azcárate, que introdujo al autor del libro, se estrenaba en este acto como presentador. Prometió no ser «ni largo ni tedioso» y se encargó de cumplir, en la filosofía de lo que dijo, con un dictado de su amigo Dionisio Ridruejo: «No hay hombre bien nacido que no sea al mismo tiempo socialista y liberal.» Le sirvió para la ideología de lo que afirmó y le fue útil esa frase para definir a su presentado, que, según él, debía haber estado más años en el Ministerio de Hacienda para Ilevar adelante su convicción socialista y liberal, socialdemócrata, Estas características del pensamiento político del señor Fernández Ordóñez fueron puntuadas por Justino de Azcárate resumiendo el último capítulo (El día siguiente) de La España necesaria. En todo el libro, por otra parte, defiende Fernández Ordóñez, dijo el señor De Azcárate, «las viejas, pero fecundas ideas de libertad y justicia».
Para el ex ministro de Hacienda, considerado por muchos como hombre de Estado que aún «no ha dado el paso», vivimos un tiempo serio, cuyo reto responde a esta frase: «Toda España va a hundirse o salvarse en la más dramática de las solidaridades.» Leonardo Sciascia, el escritor italiano, le sirvió para advertir que «no se puede hacer política desde las páginas negras de la realidad», Peter Pan le fue útil para desazonar a los que quieren crecer, y Octavio Paz le dio pie para advertir contra los peligros de la excesiva intervención burocrática del Estado. Pero él mismo se alzó, en uno de los momentos más vehementes de su discurso, para señalar que «el Estado debe ser fuerte, arbitral y eficaz para que haya una sociedad libre», alimentando la iniciativa privada desde los fondos públicos.
Donde el señor Fernández Ordóñez mostró su idea del centro que debe ocupar Unión de Centro Democrático, partido a cuya historia se refirió al principio de su discurso, fue esta declaración política de reforma, sobre La España necesaria rechaza la solución conservadora porque no es ni política, ni ética, ni económica»
El libro también niega, dijo, una política económica estabilizadora de corte tradicional. Lo que su trabajo propone es que se mantenga —porque existe— «una idea de centro, seria, honrada y profunda de transformación real». Se manifestó luego contra la abstención, de nuevo contra el conservadurismo (« que puede producir un descomunal apagón político para la democracia»), y a favor de la participación de todos (para expresar esta convicción se apoyó en Ortega y Gasset). Terminó demandando de los españoles «la reserva de innovación que nos queda» para salvar a «la España que espera», como decía Américo Castro.
Después de la ovación que acogió las últimas palabras de Fernández Ordóñez, estos fueron los adjetivos que los ministros presentes dedicaron al discurso: «Lúcido» (Arias Salgado); «Sensato, compatible» (García Díez); «Esperanzado» (González Seara); «Pregúntele si va a fundar el Partido Radical» (Bustelo); «Bustelo es un pícaro», comentó, finalmente, Fernández Ordóñez.
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