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El arzobispo de Burgos, contra el divorcio civil

«El divorcio es un gravísimo mal social y engendra divorcio. El hombre tiene capacidad de contraer compromisos éticos y jurídicos para toda la vida. » Esta afirmación forma parte de un texto publicado en el Boletín Oficial del Arzobispado de Burgos.

En el boletín, tras recoger abundantes citas, se señala que «con estas palabras se corta de raíz el fundamento de toda una campaña encaminada a hacer creer a los cristianos -y a otros hombres de buena voluntad- que serían unos intolerantes, y poco menos que no cristianos, si solicitasen que en la legislación civil se recogiese la realidad del matrimonio indisoluble. Como muestra del error en que algunos habían caído, se ha llegado a decir que una ley divorcista sólo sería inmoral e injusta si obliga a divorciarse».

«La indisolubilidad del matrimonio», insiste el portavoz del arzobispado, «es de ley natural y ninguna ley humana puede abolir o violar la ley divina. Además, la autonomía de la ley civil está intrínsecamente vinculada a la ley moral. Conviene que la indisolubilidad del vínculo se refleje en la legislación civil y que los ciudadanos hagan positivas acciones sociales y legales para conseguirlo. A la protección de la institución familiar debe estar subordinada la política, la economía del mundo del trabajo, la economía familiar concreta, en tantas ocasiones vinculada al trabajo de la madre. »

Por lo que se refiere a las ideas básicas del episcopado español, recogidas en la instrucción sobre el divorcio, siempre según la misma fuente informativa, «la indisolubilidad del matrimonio brota de la misma realidad conyugal, no de un precepto religioso sobreañadido. Es lógico que esta realidad esté recogida en la legislación civil».

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