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Alcalá se quedará sin agua el próximo verano

El próximo verano Alcalá de Henares puede quedarse prácticamente sin agua. Cerca de 250.000 personas van a empezar a sufrir las consecuencias de la escasez de agua antes de que finalice la primavera, si antes no llegan a un acuerdo económico la Mancomunidad de Aguas del Sorbe y el Canal de Isabel II, quien exige el pago de un agua que recibe gratis en un tramo anterior. Este es el problema inmediato más importante del segundo pueblo de la provincia, que padece asimismo la falta de una mínima infraestructura sanitaria, uno de los mayores índice de paro y una red de saneamiento que no es suficiente ni para una sexta parte de su población.

La historia, la cultura y la tradición de Alcalá de Henares no han logrado hacer de esta ciudad un centro urbano acorde con las necesidades de 1980. Esa cigüeña que ha instalado su nido en lo más alto de la fachada del colegio mayor San Ildefonso, al lado mismo de la Universidad Complutense, que recorre en sus vuelos todo un conjuntó de monumentos histórico-artísticos, puede que no alcance a convertirse a tiempo en paloma de la paz, pues la guerra del agua, como ya se la conoce, está a punto de estallar. Y en Alcalá muchas personas rememoran estos días los violentos acontecimientos del verano de 1978 en Parla.Alcalá forma parte de una mancomunidad de aguas, que incluye siete pueblos de Madrid y Guadalajara, y que aprovecha el caudal del río Sorbe. La capacidad de absorción de esta conducción es de unos trescientos litros por segundo. Pero Alcalá necesita para cubrir sus necesidades industriales y domésticas un caudal de al menos setecientos litros por segundo. Aprovechando otras fuentes consigue unos 420 litros, que hasta ahora eran medianamente aceptables, debido a que la mayoría de las industrias radicadas en el término municipal se nutren de pozos propios. En verano, el caudal llegado del río Sorbe disminuye notablemente y se reduce casi a la mitad.

Por esta razón, los pueblos de la mancomunidad se ven obligados a recurrir al Canal de Isabel II, que recoge agua unos kilómetros más arriba, durante los meses de verano. El caudal que recibe el Canal es gratis y lo almacena en el pantano del Vado, que algunas fuentes señalan como infrautilizado.

La concesión fue aprobada en Consejo de Ministros en el año 1952 para la absorción de cien millones de metros cúbicos. Pues bien, el Canal, que recoge esta cantidad gratis, bombea desde el pantano en los meses de verano al río Sorbe, para que los pueblos de la mancomunidad puedan cubrir sus necesidades. Este agua devuelta la quiere cobrar el organismo madrileño, pero los pueblos afectados no están dispuestos a pagar algo que es suyo y que primero han cedido gratuitamente. Puestas así las cosas, el Canal de Isabel II exige el pago de setenta millones de pesetas para los servicios veraniegos de 1976, 1978 y 1979. Si esos millones no son abonados, el Canal podría tratar de rendirlos por la sed. Los pueblos de la mancomunidad están dispuestos a pagar los gastos del bombeo (1.800.000 pesetas destinó el pleno del jueves a ello), pero declaran que el agua que es suya no la pagan.

Pero todavía tiene otras batallas Alcalá en materia de agua. Si las promesas de la Administración central y los trámites exigidos son verdaderos y ágiles, un desdoblamiento del sistema de conducción podría llevar otros doscientos litros por segundo a los alcalaínos antes de que finalice el año; pero esto sigue siendo insuficiente y por supuesto no resolvería el problema del verano. Sin embargo, el escándalo surge en el tema de la presa de Beleña. Una reforma del presupuesto pujado por la última empresa adjudicataria ha pasado a la Comisión de Precios Contradictorios, porque el director general de Obras Hidráulicas, o el mismo ministro de Obras Públicas, se niegan a firmar la concesión de los trescientos millones que pide la actual constructora para poder continuar las obras.

La presa de Beleña

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La presa de Beleña fue concedida en subasta pública a la empresa Portolés, quien pujó a la baja en un 39%, sobre una base de 520 millones de pesetas. Meses después tuvo que parar las obras debido a que el presupuesto se quedaba corto. Tras varios años de paralización, la mancomunidad sacó nuevamente a subasta las obras y en esta ocasión se las adjudicó, también a la baja de un 30%, Dragados y Construcciones. Y volvió a ocurrir lo mismo. Tras un tiempo de paralización, la constructora pide una reforma del proyecto y el aumento de trescientos millones en el presupuesto. Y esto es lo que no firman en el Ministerio.El concejal de Agua y Saneamiento, Jesús Pajares (PCE), señaló a EL PAIS que las dos pujas deberían ser perseguidas, porque ambas fueron hechas a una baja que el Ayuntamiento califica como temeraria. Asimismo, Pajares manifiesta también que en Alcalá no solamente existe el problema del agua potable, sino que la otra parcela de su delegación sufre también de una falta de infraestructura alarmante. Según el concejal, la red de saneamiento corresponde a una población de unos 30.000 habitantes, mientras que Alcalá tiene en la actualidad más de 180.000. Por eso, en cuanto caen cuatro gotas, se colapsan las tuberías, se producen tapones y existen problemas de todo tipo, entre ellos el de rotura de la red. Para arreglar esto, señala Pajares, sería necesario tirar media ciudad durante casi los tres años que nos quedan de mandato y la aprobación de un presupuesto extraordinario de mil millones de pesetas.

Más de 8.000 parados

Por la plaza de Cervantes se ven grupos de gente a todas las horas del día. La mayoría de los que se concentran en el rincón cercano a la calle Mayor son jóvenes en paro. Este es uno de los mayores problemas de los habitantes de Alcalá. Según los concejales de UCD, el aumento del desempleo en la zona se debe a las huelgas de 1976. Con ellas se produjo la detración de las empresas. Pero Luis Suárez (PTE) opina todo lo contrario. Este concejal, que cifra el número de parados por encima de los 8.000, señala que la mayoría provienen del sector de la construcción (50 %), del metal y de las pequeñas y medianas empresas. Todo radica en el enorme número de expedientes de crisis, que en la mayoría de los casos no tenían razón de ser. Y esto -dicen los del PTE- está generando otro problema y es que los parados ven que no se persigue a los empresarios que han provocado los fraudes. Esto está comenzando a generar delincuencia. Al ver que a los poderosos no se les persiguen sus fraudes y delitos, la gente se anima a cometer otros delitos (un 30% no cobra el paro),que son los que están provocando Ia inseguridad ciudadana que ahora sufrimos. Por su parte, Juan Arriola, también del PTE, señala que Alcalá se desarrolló rápidamente a raíz del impulso industrial del país en los años sesenta y que sufre ahora las consecuencias de la crisis, ya que gran parte de la población activa son emigrantes dedicados a la construcción. Llegada la crisis, se deja de construir y la mayoría de estos trabajadores revierte al paro.Según explicó a EL PAIS Carlos Valenzuela, alcalde socialista, el Ayuntamiento se ha planteado los problemas que afectan a Alcalá según dos criterios. Por una parte, los que no dependen directamente del Ayuntamiento, pero que afectan a su comunidad, y los que dependen de él más directamente. Entre los primeros están el del agua (ya explicado), la sanidad y el desvío de la carretera. El hospital comarcal es una de las mayores batallas libradas por los alcalaínos en los últimos tiempos.

Tras reiteradas visitas a la Delegación Provincial y numerosas manifestaciones, Alcalá ha conseguido que se firmase la cesión de terrenos y la promesa de que comiencen las obras antes de que finalice 1980. El Ayuntamiento, señala el alcalde, respetará la promesa, pero si se cumplen los plazos y no aparecen frutos se volverá a las presiones de todo tipo. Esta puede ser la solución al grave problema de una población de más de 200.000 habitantes que tiene que acudir a Madrid para los mínimos problemas sanitarios, a través de treinta kilómetros de carretera colapsada de tránsito a todas horas del día. Asimismo, señala el concejal de Sanidad, se van a promover campañas educativas de temas sanitarios, de medicina escolar y se creará un patronato de salud, con un consejo formado por psíquiatras, psicólogos, biólogos, etcétera, con el fin de fomentar una medicina preventiva que abarque desde la planificación familiar hasta la gi,eriatría, a través de todos los campos de la sanidad.

El desvío de la carretera

Otro de los problemas que no dependen directamente del municipio es el de la carretera, la Nacional II, que a su paso por Alcalá separa la población en dos partes, casi incomunicadas entre sí. También en este punto la solución depende de promesas. Según Carlos Valenzuela, el Ministerio de Obras Públicas ha prometido al Ayuntamiento el comienzo de las obras de desvío para finales de año. Pero es necesario señalar que hasta ahora sólo existe promesa verbal, por lo que puede ser necesario recurrir a movilizaciones populares para que se lleguen a cumplir.El paro, el alcantarillado y la delincuencia son los tres problemas, según el alcalde, que dependen más directamente del Ayuntamiento. El alcantarillado (ya explicado más arriba) se intentará resolver con un presupuesto extraordinario que absorberá todo el dinero que la Corporación pueda lograr en créditos durante los tres próximos años. Representantes municipales han mantenido varias reuniones con el gobernador civil y parece que, poco a poco, se intenta paliar el aumento de la delincuencia y conseguir que los alcalaínos tengan seguridad en su habitat.

En cuanto al paro, el Ayuntamiento intenta dar incentivos a las empresas que empleen parados de Alcalá, favoreciendo a las que generen puestos de trabajo. Mientras que el PCE manifiesta que de todos modos es un problema de voluntad política de inversión, por lo que para resolver el problema debe intervenir el Gobierno, los representantes de UCD de la zona señalan que el Ayuntamiento debe agilizar y desburocratizar los trámites para que la inversión privada vea terreno abonado para instalarse en Alcalá.

Muchos problemas importantes se ven en esta ciudad histórica en donde sus habitantes no ven aún, al año del primer Ayuntamiento democrático, un balance de mejoras palpables, unas mejoras que se adviertan por el hombre de la calle.

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