Antonio Garrigues puntualiza

Algún día contaré las desventuras que me ha producido aparecer en la portada de EL PAIS SEMANAL al estilo Superman, en actitud de fe en el futuro. Pero como ello necesita tiempo, me gustaría aclarar lo antes posible cuál es mi postura con respecto a esa aparición tan destacada y tan sorprendente, porque vivimos una época en la que el rumor y las malas interpretaciones alcanzan cotas insuperables.Recibí la carta del director de EL PAIS en laque me pedía mi colaboración en un trabajo que proyectaba realizar Alberto Schommer y no puse el menor inconveniente, porque entiendo que colaborar con los medios de difusión es obligado y porque Alberto Schommer me ha parecido siempre -y desde luego me sigue pareciendo- un profesional admirable del que yo recordaba además reportajes similares llenos de buena imaginación con destacados hombres de la vida pública española. Alberto Schommer me explicó su propósito, yo le expresé mi resistencia a supermanizarme, él argumentó sus objetivos y convinimos en llevarlo a cabo sobre la base de que yo aparecería -sin méritos especiales- con un grupo de personas que se habían señalado por su iniciativa, su imaginación y su capacidad de acción. Días antes de la publicación, Alberto Schommer me volvió a tranquilizar en cuanto a estas ideas y me aseguró que sería una presentación moderada. Tuvo incluso la amabilidad de leerme lo que aparecería escrito en cuanto a mi persona.

Posteriormente, en una conversación con Jesús Hermida, editor de EL PAIS SEMANAL. no relacionada con este tema, me anunció de pasada que aparecería destacado en el suplemento dominical, y cuando me aclaró que era en la portada le pedí, que hiciera todo lo posible para evitarlo, Jesús Hermida me indicó que era imposible, porque ya estaba tirado y prácticamente distribuido.

Desde entonces he vivido momentos amargos y difíciles que hubiera preferido evitar. Yo me pregunto si no hubiera sido posible una consulta previa por parte de EL PAIS. Doy por supuesto que no ha habido mala fe ni intenciones malévolas. Estoy dispuesto a pensar, incluso, en que haya sido un acto de consideración o buena voluntad hacia mi persona. Aun así, nadie puede dudar que no es lo mismo aparecer en un reportaje interior, en compañía de personas muy relevantes, que en la portada de un semanal tan importante y tan difundido corno el de este periódico. Creo sinceramente que sólo yo hubiera podido decidir si aceptaba o no esta posibilidad.

Soy un ser humano y mi vanidad es grande; pero puedo asegurar que no aspiraba a tanto. Ha sido, en todo caso, una buena lección cara al futuro, y esto es lo más positivo de este incidente.