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Tiroteado un cura que se enfrentó a la Mafia en Nápoles

Juan Arias

Se llama Raffaele Petrone. Es un cura napolitano más bien bajo y regordete. Lleva boina y gafas. Pero tiene un temperamento de hierro. Un comando de la camorra de Nápoles, que controla la «mafia de los muertos», le ha disparado el martes a las piernas delante de su iglesia. Aquí los disparos a las piernas tienen ya un nombre en el argot del terrorismo: gambizzare, algo así como piernizar. El terrorismo o los bajos fondos lo consideran un castigo, una advertencia.

En realidad, el cura napolitano herido es un personaje que desde hace años está llevando a cabo una batalla singular y muy «a la italiana». En Nápoles existe toda una organización clandestina y mafiosa que monopoliza una triste industria: la de los muertos. De los ochenta entierros diarios, sólo diez los realiza el Ayuntamiento. Todos los demás están en manos de las empresas privadas, las cuales explotan un sentimiento muy napolitano: el culto de los muertos.Como escribía ayer un escritor italiano: «En Nápoles se respeta poco a la persona mientras está viva, pero en cuanto muere, se convierte en objeto de culto.» Y el muerto, para todos, hasta para los más pobres es un rey y hay que enterrarlo como un gran personaje. Y no se mira el precio, con tal que se puedan usar las carrozas de lujo, las flores mejores, las tumbas de mármol. Pero todo esto cuesta mucho dinero y la gente se entrampa. Y la Mafia se encarga de explotar esta «exigencia sagrada» dando facilidad, pero también «cogiendo por el cuello» a la gente y chantajeándola cuando después no pueden pagar.

El cura Petrone ha sido el primer gambizzato en Italia, que, desde hace años, lanza truenos y centellas desde el púlpito contra este «mercado». Pero siempre le habían dejado en paz.

Cuando no le han perdonado ha sido en el momento en que ha empezado a amenazar con descubrir nombres a la magistratura. Y, sobre todo, desde que ha empezado a organizar él mismo funerales que, en vez de costar 200.000 ó 300.000 pesetas, costaban sólo 8.000 ó 10.000.

Al principio, muchas familias tenían miedo y no se atrevían a afiliarse a la cofradía por él fundada. Pero lo cierto es que ya se había afiliado a esta cofradía la mayor parte de la parroquia.

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